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Hollande confía en un acuerdo con Merkel

El presidente electo francés negocia en la distancia con la canciller y cuenta con el apoyo de los socialdemócratas alemanes para su agenda de crecimiento

François Hollande en Tulle, localidad de la que fue alcalde el presidente electo.
François Hollande en Tulle, localidad de la que fue alcalde el presidente electo.JEAN-PIERRE MULLER (AFP)

El pulso está servido. Se acabó Merkozy, y François Hollande no será un sustituto sumiso. El nuevo presidente francés quiere a toda costa el pacto de crecimiento prometido a sus electores. Mejor dicho, lo necesita: le va en ello su credibilidad y un futuro económico muy precario, que nace lastrado por las malas previsiones de la Comisión Europea. Aunque nadie lo diga, la negociación París-Berlín está en marcha. Angela Merkel lleva días subrayando las líneas rojas que Hollande no debe atreverse a cruzar, e insiste en que la salida de la crisis será un “proceso largo”, que no se resolverá con “más crédito” sino corrigiendo “los problemas estructurales”: “un endeudamiento catastrófico” y la “falta de competitividad”. Es decir, sus recetas de siempre. Pero sus asesores tienden puentes con el líder socialista, esperando que la nueva Francia ayude a dar un giro más humano y presentable al caos europeo.

Todos tienen prisa. Grecia sigue asomada al precipicio. La cumplidora Italia de Mario Monti se agrieta con un malestar social creciente y pide “inversiones”. España, más merkelista que Merkel, necesita más que nadie un bálsamo de urgencia. Sin perder la calma, Hollande va enviando mensajes conciliadores a Berlín: su probable ministro de Economía, Michel Sapin, coincidió con Merkel en que volver a la barra libre del crédito para todos “no es la solución”. Pero añadió: “Más austeridad tampoco sirve. Debemos encontrar el equilibrio”.

Del otro lado del Rin también llegaron señales de apertura y sensatez. Al plan presentado por el ministro de Exteriores, Guido Westerwelle, en el Parlamento, se sumó Peter Bofinger, uno de los sabios que asesora a Merkel en asuntos económicos, que abogó ayer por dar más margen a los países que sufren la crisis de la deuda. “Los países con problemas se matan ahorrando”, declaró a un periódico austriaco. “Debemos pararnos aquí, aunque los déficits aumenten a corto plazo”.

El entorno del nuevo presidente francés confía en un acuerdo rápido. Hollande defenderá el pacto de crecimiento “con la cabeza alta” porque, subrayan los suyos, cada vez es más evidente que hay que reorientar la política europea y hay que hacerlo deprisa. Hollande y Merkel han acelerado sus planes, y el socialista visitará Berlín el día de su investidura, el 15 de mayo, y no el 16 como estaba previsto, lo que obligará a retrasar un día el anuncio de la composición de su Gobierno.

Berlín ha adelantado ya el programa: reunión de una hora y conferencia de prensa. Un portavoz de la canciller afirmó que se trata solo de “conocerse” y descartó que se tomen decisiones importantes. Pero Alemania necesita tanto como Francia el acuerdo. Desde París, a Merkel se la ve cada día más aislada, y se confía en que la presión de los socialdemócratas alemanes hará su parte. Animados por el triunfo de Hollande, y muy inquietos por el desbarajuste griego, los líderes del SPD han empezado a criticar la austeridad ciega y a apretar las tuercas al Gobierno conservador, que necesita los votos de la izquierda para ratificar en el Parlamento el tratado presupuestario.

Cada vez surgen más voces que afirman que Berlín y París están condenados a entenderse y no tardarán en hacerlo. Daniel Cohn-Bendit, el viejo Dany el Rojo, eurodiputado verde, federalista, francoalemán y aspirante a un ministerio en el Gobierno de Hollande, ha advertido que “si Merkel no se pone de acuerdo con Francia, no obtendrá la ratificación del pacto fiscal en casa”. El líder ecologista piensa que una de las claves del entendimiento será “el aumento de los presupuestos comunitarios mediante la tasa a las transacciones financieras”. Según su análisis, si la tasa Tobin permite recaudar 50.000 millones, se pueden guardar 20.000 para reducir las aportaciones de los socios y dedicar 30.000 a recapitalizar el Banco Europeo de Inversiones, dándole un poder inversor global de 300.000 millones.

Cohn-Bendit cree que la nueva alianza debe basarse en que los Estados se financien más barato, y para ello, anticipa, Merkel y Hollande aprobarán la puesta en marcha “del fondo de amortización propuesto por economistas alemanes, que es aparentemente la única solución compatible con la ley constitucional alemana”.

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