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Merkel se enroca en los recortes en la UE

El Gobierno alemán advierte de que es imposible renegociar el pacto fiscal Hollande afirma que Berlín no puede decidir en solitario el futuro de Europa

Mario Monti saluda a Jose Manuel Barroso.
Mario Monti saluda a Jose Manuel Barroso.JOHN THYS (AFP)

La canciller alemana, Angela Merkel, endureció el tono en la discusión sobre el pacto fiscal europeo: rechazó de plano la posibilidad de renegociar el texto e incluir una agenda: un pacto por el crecimiento por el que suspira media Europa. Su portavoz, Steffen Seibert, declaró que, en la fase en la que se encuentra, “es imposible renegociar o cambiar” el contenido del tratado. Merkel se agarró al mantra de la austeridad y aseguró que no se puede reabrir un documento que ya ha sido firmado por 25 socios de la Unión. Su portavoz recordó, además, que Portugal y Grecia ya han ratificado el pacto en sendas votaciones parlamentarias y que Irlanda tiene convocado un referéndum a finales de mayo para que los ciudadanos se pronuncien sobre su contenido. Para el Gobierno alemán, el pacto es intocable, lo que augura un choque de trenes con Francia si el candidato socialista a las presidenciales, François Hollande, repite victoria en la segunda vuelta y cruza las puertas del Elíseo. Hollande ha advertido de que Alemania “no puede decidir sola por todo el resto de Europa”, y ha abierto un debate sobre la necesidad de crecimiento al que se han apuntado, con más o menos alegría, la mayoría de los miembros del club del euro, la Comisión y el Consejo Europeo, e incluso el habitualmente inflexible Banco Central Europeo (BCE).

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Francia quiere cambiar el paso e incluir al menos un apéndice sobre crecimiento en el tratado. Ese anexo ya se está cocinando en Bruselas, según ha asegurado una fuente del Gobierno alemán a Reuters. Pero Hollande explicó que está abierto a negociar con Alemania “nuevas fórmulas para impulsar el crecimiento”, porque hasta el momento su interpretación de esa nueva política económica (un nuevo papel para el BCE, eurobonos, tasa de transacciones financieras y bonos europeos para financiar infraestructuras) difiere de la que utiliza Merkel, para quien solo caben reformas estructurales.

Bruselas lidió en ese magma difuso que son aún las políticas de crecimiento que la Unión debe activar a la vista de que la austeridad por sí sola no va a sacar al continente de la crisis. El presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, y el primer ministro italiano, Mario Monti, lanzaron un comunicado conjunto que funciona como una especie de manifiesto de lo que Europa, a día de hoy, entiende por crecimiento: “La reactivación debe venir por la vía del incremento de productividad, y no a través de elevar los niveles de deuda”.

Eso no es exactamente lo que piensa Hollande. Pero esa es la música que gusta al Ejecutivo alemán, cuya obsesión por la austeridad va perdiendo apoyos en Europa a medida que aumentan las opciones del candidato socialista francés. La batalla ideológica está servida a menos de dos semanas de las elecciones francesas. El líder parlamentario de los socialdemócratas alemanes, Frank-Walter Steinmeier, acusó a la canciller de “provocar” innecesariamente al candidato con mayores visos de ganar en las presidenciales francesas el próximo día 6. La reacción de Merkel a las propuestas de Hollande ha sido, según Steinmeier, “políticamente poco inteligente”. En declaraciones al Süddeutsche Zeitung, Steinmeier recordó a Merkel que, gane quien gane las elecciones, Alemania tendrá que colaborar estrechamente con el presidente de la segunda economía de la eurozona. Los socialdemócratas destacan que la disciplina presupuestaria no puede ser la única respuesta a la crisis.

El cruce de declaraciones es incesante entre la izquierda y la derecha alemanas y entre Hollande y Merkel, y a él se han sumado el resto de líderes del continente, incluido el presidente del BCE, Mario Draghi, que se ha mostrado partidario de un pacto por el crecimiento a pesar de su tradicional ortodoxia pro recortes y reformas. La cacofonía de voces se repite a diario. El ministro de Exteriores alemán, el liberal Guido Westerwelle, rechazó las peticiones de Hollande y defendió que “el pacto fiscal es firme”, pero añadió que necesita completarse con “impulsos de crecimiento”.

El debate no va a detenerse hasta el 6 de mayo, y el Consejo Europeo ha convocado una cumbre informal posterior a las elecciones francesas para debatir acerca de esa nueva apetencia de los líderes europeos por las políticas de crecimiento, previa a la cumbre del G-20 de mediados de junio y a la reunión de jefes de Estado y de Gobierno de la UE, a finales de ese mes. Para entonces, Francia y Alemania deberían haber resuelto sus diferencias acerca de qué significa crecimiento y acerca de qué políticas necesita Europa para escapar de la crisis.

El primer asalto de ese combate se dirime en Francia. Merkel ha declarado repetidas veces su preferencia por Sarkozy, más por cuestiones prácticas que por cercanía personal. El presidente de los socialdemócratas alemanes, Sigmar Gabriel, por el contrario, ha interpretado el éxito de Hollande en la primera vuelta como la “prueba de que la política de Merkel y Sarkozy no carece de alternativa”. Porque si las elecciones francesas serán el primer toque de campana, es posible que la pelea no termine hasta los comicios alemanes de otoño de 2013.

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