El lobo europeo
Esta crisis se está llevando por el desagüe lo que quedaba de la mínima solidaridad entre europeos
El europeo es un lobo para el europeo. Esta crisis se está llevando por el desagüe lo que quedaba de la mínima solidaridad entre europeos. Es el paso previo a la quiebra del proyecto y fruto de una actitud suicida. Por más que nos digan que todos estamos en el mismo barco y que si la nave se hunde nos hundiremos todos, la cabra tira al monte y el lobo al cuello del otro lobo. El Costa Concordia se estrelló contra los arrecifes por culpa del capitán, pero el transatlántico europeo se hundirá si sigue así porque los capitanes se dedican a pelearse entre ellos en vez de decidirse por tomar un rumbo firme y claro, todos juntos y en favor de todos.
Estos días hemos tenido dos nuevas manifestaciones de la insolidaridad que lleva a dirigentes europeos a actuar como lobos con los otros dirigentes europeos. Sarkozy no ha dudado en utilizar las dificultades de España para vestir su pésimo balance presidencial: en cinco años ha duplicado el desempleo y el déficit comercial, crecido a un ritmo apenas del 1%, incrementado la deuda en 500.000 millones y perdido la clasificación máxima de la triple A. “Ningún presidente bajo la V República ha terminado su mandato con un balance tan malo”, ha escrito el director de Le Monde, Erik Israelewicz. La culpa: del candidato François Hollande que va a hacer de Francia una España, como si fuera a la vez Zapatero y Rajoy.
Mario Monti, el supermario tecnócrata que iba a enderezar a Italia con su visión europea por encima del partidismo, no le ha ido a la zaga. Carga sobre España las causas de su crisis porque teme el sorpasso, es decir, que la prima de riesgo que hay que pagar por su deuda vuelva a superar a la española como sucedió en los meses anteriores a la bendita expulsión de Berlusconi. Y luego, hecho el daño ajeno y sacado el beneficio propio, pide disculpas.
A ninguno de los dos les importa dañar al vecino con tal de sacar tajada política, e incluso buscan directamente el daño del vecino como fuente de su beneficio. Cuanto peor vaya el otro, mejor iré yo. Las crisis producen este tipo de comportamientos. Cuando los países tienen moneda propia se dedican a devaluarla para aventajar a sus vecinos en la competencia comercial. Si estas devaluaciones competitivas no bastan, se imponen aranceles y barreras comerciales, dificultando el comercio internacional. Son políticas que aceleran e intensifican la depresión y que incluso preceden a veces a medidas de retorsión más duras, de otro tipo. Véanse las guerras.
Cuando no hay posibilidad de cerrar mercados ni devaluar monedas como es el caso de la UE, entonces se practica la denigración del vecino para debilitar su credibilidad y perjudicarle ante los mercados. No lo han hecho tan solo Sarkozy y Monti. También viene haciéndolo desde el principio de la crisis la propia Alemania de Angela Merkel, el mayor lobo entre los lobos europeos.
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