Cerrojo informativo en Marruecos
El veto a la prensa española en el Sáhara recuerda las restricciones de la era de Hassan II.- El Gobierno retira la acreditación al corresponsal de 'Abc'
A Marruecos le cuesta pasar la página de los años de plomo del reinado de Hasasn II. La apertura política que supuso la llegada al trono de Mohamed VI en 1999 parece haberse quebrado durante el estallido más grave registrado en el Sáhara Occidental desde que Marruecos y el Polisario firmaron el alto el fuego en 1991. El Gobierno de Rabat está impidiendo a los medios occidentales, y en especial a la prensa española, informar sobre la situación en El Aaiún tras el desmantelamiento forzoso, el pasado lunes, del campamento de Agdaym Izik, donde miles de saharauis llevaron a cabo durante semanas una protesta social y de reivindicación nacionalista de nuevo cuño.
El actual cerrojazo informativo no tiene parangón. Incluso durante los años de plomo, el periodo de represión de los años setenta y ochenta tras las intentonas golpistas contra Hassan II, los periodistas extranjeros tenían acceso al país, aunque sus movimientos eran seguidos de cerca por los servicios de seguridad. Ahora Rabat parece haber decidido librarse de su presencia según el modelo de la vecina Argelia: impedirles la entrada en el país o, en este caso, en una parte del territorio bajo su control. Los primeros en ser expulsados, el pasado día 29, fueron los enviados de la cadena Al Yazira, acusados de "falta de objetividad" y de "alterar seriamente la imagen de Marruecos y de perjudicar manifiestamente sus intereses superiores, encabezados por la cuestión de la territorialidad nacional".
A los corresponsales españoles se les ha negado la posibilidad de viajar a El Aaiún mediante todo tipo de artimañas, con la complicidad forzosa de la compañía estatal Royal Air Maroc (RAM). Oficialmente todo se ha debido a fallos informáticos que anulaban las reservas, la sobreventa de billetes y las repentinas listas de espera... como le ha ocurrido a este enviado especial. Y los reporteros que se han atrevido a burlar el cerco, como el equipo de la Cadena SER que viajó por carretera hasta la capital saharaui, han sido conducidos a comisaría y expulsados expeditivamente.
En un gesto con pocos precedentes, el corresponsal del diario Abc en Marruecos desde 2002, Luis de Vega, fue informado ayer de que se le retiraba la acreditación como periodista extranjero. "No ha habido una comunicación oficial. Pero me han hecho saber que ya no puedo trabajar", precisaba ayer De Vega desde Rabat. "Se trata de un paso más en el proceso de acoso a los corresponsales españoles por intentar dar una versión de los hechos que nos sea la estrictamente oficial".
Desde Madrid, el subdirector de Abc, Manuel Erice, añadía: "Con esta medida, el régimen demuestra su escaso aprecio a la libertad de expresión y al ejercicio de la profesión periodística. Porque esto le podía haber sucedido a cualquier otro medio. Ahora, pedimos que el Gobierno de España actúe con agilidad y con habilidad diplomática para que le devuelvan la acreditación a nuestro compañero. Sabemos que eso no se va a producir de la noche a la mañana, pero no sé hasta que punto le puede interesar a Marruecos, desde el punto de vista internacional, que se aireen este tipo de acciones".
Los periodistas que han intentado volar desde las cercanas islas Canarias, simplemente no han podido ni descender del avión. Las fuerzas de seguridad les esperaba ayer a pie de escalerilla. Ese fue el caso de nueve compañeros de Público, Televisión Española, Antena 3, Onda Cero, France Press y Agencia Efe. Trataron de llegar al Aaiún desde un vuelo de la compañía Binter Canarias que despegó de Las Palmas de Gran Canarias.
"Eramos 62 viajeros, todos saharauis o marroquíes, menos los nueve periodistas. Al llegar, la policía marroquí subió, nos pidió los pasaportes. Y al cabo de tres cuartos de hora, nos devolvieron a España junto a los tres compañeros de la SER a los que habían detenido el día anterior", relató Susana Hidalgo, de Público.
La periodista de la Cadena SER, Àngels Barceló, calificó todo el proceso de lamentable, desde el momento de la detención: "Empezó todo muy bien, nos invitaron amablemente a acompañarlos desde el hotel a la comisaría. Recibimos el trato correcto durante unas horas hasta que nos pusieron delante el papel de la orden de expulsión y nos negamos a firmarlo. Entonces, a mis compañeros los metieron a empujones en un coche. Y nos dejaron en una celda del aeropuerto como si fuéramos prisioneros de ellos. Ahí pasamos toda la noche hasta que nos llevaron a la puerta de embarque. Nuestra obligación es intentar llegar en cada vuelo que se pueda y por el medio que sea. La Cadena SER lo va a seguir intentando. En todos los vuelos que salgan hacia El Aaiún".
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