Washington y Londres plantean retrasar el ultimátum para lograr el apoyo de la ONU
La Casa Blanca se dice dispuesta a retrasar la fecha hasta finales de marzo.-Los seis países indecisos piden ampliar el plazo 45 días
Estados Unidos y Reino Unido están incrementando en las últimas horas la presión diplomática para que su propuesta de resolución no se tope con el veto de Francia y Rusia en el Consejo de Seguridad. La Casa Blanca ha dejado la puerta abierta a un retraso en el ultimátum, fijado para el 17 de marzo, pero siempre y cuando no sea dilatado más allá de marzo porque "no tendría la más mínima posibilidad". En parecidos términos se ha expresado el embajador británico en la ONU, Jeremy Greenstock, que considera viable posponer esa fecha hasta finales de mes.
La Administración Bush responde de esta manera a seis de los 10 países no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU -Guinea, Angola, Camerún, México, Chile y Pakistán-, el llamado grupo de los seis, que han pedido hoy postergar el ultimátum 45 días más. Ninguno de ellos ha decicido aún el sentido de su voto.
Lo que sí ha confirmado el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, es que la nueva resolución se votará esta misma semana, pero no ha especificado si se trata del texto que da de plazo hasta el 17 de marzo para el desarme iraquí o de algún otro modificado. "El momento exacto será decidido por los diplomáticos, pero en cualquier caso, ha llegado la hora de que los miembros (del Consejo de Seguridad) tomen una decisión", ha agregado.
Los esfuerzos diplomáticos continúan
Las reticencias al texto avalado por España, Reino Unido y Estados Unidos tienen a uno de sus protagonistas en el Kremlin, que hoy de nuevo ha rechazado con firmeza "cualquier intento" de imponer un ultimátum que abra la puerta a una guerra en Irak, incluso si se amplía su plazo, como plantean los precursores del texto. Por su parte, Pekín insiste en que no hay necesidad de una nueva resolución sobre Irak pero, a diferencia de París y Moscú, sigue sin revelar si utilizará su derecho de veto.
Así, el viceministro ruso de Exteriores, Yuri Fedótov, ha subrayado esta mañana que Moscú está "firmemente convencido que no se debe adoptar ninguna nueva resolución sobre Irak".
"La firme posición de Rusia, Francia y otros países del Consejo, así como los intensos contactos al más alto nivel han permitido que aumenten las posibilidades de un arreglo político", ha añadido Fedótov, para recordar que EE UU se ha visto obligado a posponer la votación, prevista para hoy y que se producirá a finales de esta semana. Entre tanto, el portavoz de Exteriores chino, Kong Quan, ha ratificado que, para Pekín, la clave es una solución pacífica y está en el cumplimiento íntegro de la resolución 1.441, sin aclarar si su país piensa vetar el texto. Y anoche, el presidente chino, Jiang Zemin, no dejó dudas a Bush acerca del rechazo de Pekín a la nueva resolución.
Una lista de cuestiones pendientes
En este contexto de intensa actividad diplomática, el primer ministro británico, Tony Blair, ha señalado esta mañana que si algún país utiliza su derecho a veto sólo conseguirá que el presidente iraquí, Sadam Husein, "se escape". Tras reunirse con su homólogo portugués, José Manuel Durao Barroso, Blair ha prometido que trabajará "día y noche" para conseguir la nueva resolución y ha señalado que es "muy peligrosa" la actitud de los países que pretenden separar Europa de EE UU, "una alianza que ha sido muy útil durante más de medio siglo". Por su parte, la ministra española de Exteriores, Ana Palacio, ha anulado el desayuno con su homólogo francés, Dominique de Villepin, por "una avería en su avión". En su lugar, mantendrán una conversación telefónica.
Así las cosas, Londres, Washington y Madrid tienen poco margen de movimiento para lograr la aprobación del texto. Londres, pese a las reticencias de Washington, tantea la posibilidad de reforzar el ultimátum con una lista de cuestiones pendientes, mientras Madrid recurre a un nuevo argumento: el presidente Aznar sostiene que las resoluciones ya aprobadas legitiman el ataque. En este sentido, el embajador británico ante la ONU, Jeremy Greenstock, repitió anoche que están estudiando si sería "útil" establecer una serie de pruebas sobre el cumplimiento iraquí de sus obligaciones y añadió que el plazo fijado sigue en estudio. Sin embargo, Washington se atiene a un calendario estrictamente militar, por lo que se opone a un nuevo retraso de sus plan de ataque.
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