Rusia y sus causas
Es difícil creer que los intereses “inmutables” impidan a un país integrarse en este mundo, tan diferente al del siglo XIX
Un estudio (un paper, en términos académicos) publicado en la página web de la Asociación Coreana por la Paz llega a la conclusión de que Rusia ha mantenido importantes “intereses constantes” durante siglos y que, a pesar de las altas expectativas en Occidente de que haría una transición a una democracia liberal en el periodo posterior a la Guerra Fría, “los propios rusos parecen preferir un gobierno autoritario y, por tanto, Occidente no debería esperar una transición total a esa democracia liberal ni engatusar a Rusia para que se convierta en una”. Ese tipo de pensamiento, que también parece proliferar en think tank chinos, empieza a calar en algunos segmentos de la sociedad europea. “No es admisible la invasión de Ucrania por parte de Rusia, pero sí tiene causas” (los “intereses constantes” de Rusia), nos explicaba en La Última de La Vanguardia el geoestratega chino Lanxin Xiang.
¿Será verdad? ¿Deberemos creer que los intereses de los países son inamovibles por los siglos de los siglos y que en el caso ruso esos intereses son “la causa” de la invasión de Ucrania y la permanencia de Putin en el poder? ¿O deberíamos pensar que todo este tipo de argumentación responde a la percepción del propio Putin y que es un instrumento que utiliza el dictador para su propaganda, con la inestimable ayuda de los muchos aprendices de jesuitas (a los que tanto admira Xiang) que circulan por Europa?
¿Son los intereses de Rusia inmutables? ¿Son inamovibles los de Estados Unidos o Alemania? Aceptar semejante razonamiento nos llevaría probablemente a considerar a los seres humanos como títeres de las “causas”, como si existiera una predeterminación geográfica e histórica que no puede ni debe contradecirse o percibirse de muy distintas maneras. Como si la Alemania de Bismark tuviera los mismos intereses que la actual, o como si Estados Unidos pudiera argumentar sus “intereses constantes” para explicar el bloqueo de Cuba o la ayuda al golpe de Estado contra Salvador Allende, injustificables pero “explicables”. ¿Los intereses de España son inmutables o se trata de percepciones que cambian a lo largo de los años y las circunstancias?
Es difícil creer que los intereses “inmutables” de los países no vayan a sufrir serias alteraciones como consecuencia del cambio climático, por ejemplo. Difícil pensar que haya intereses constantes que impidan a un país integrarse en este mundo, tan diferente al del siglo XIX, o que no tengan interés en participar de un nuevo orden mundial. Difícil creer que por causas inamovibles, intereses constantes, los rusos y los chinos prefieren gobiernos autoritarios, en lugar de sospechar que esas “causas” son simplemente los intereses propios de Vladímir Putin o de Xi Jinping, y que los rusos y los chinos pueden tener una percepción muy diferente de sus propios “intereses constantes”.
Putin argumenta que el interés de Rusia siempre ha exigido un cordón de países “neutralizados” en su entorno. ¿Por qué? ¿Por qué no es el interés de Rusia el crecimiento económico y que el PIB del conjunto del país, con 146 millones de habitantes, sea inferior al de Italia, con 60 millones? ¿Por qué asegura mejor la existencia y el esplendor de Rusia la invasión de Ucrania y no lo hace su despegue económico, la libertad de expresión de sus habitantes, su empuje creativo? ¿Aceptaremos que hay intereses inmutables que son causa del asesinato de Anna Politkovskaya? Tantas causas vinculadas a los intereses inmutables de Rusia tiene la invasión de Ucrania como la amenaza de exterminar como mosquitos a los traidores, a la escoria que, según Putin, no son pueblo ruso. El presidente se dirigía en teoría a oligarcas que viven en Europa, pero su furia debió de resonar sobre todo en los oídos de Marina Ovsianikova, la valiente periodista que exhibió un cartel contra la invasión ante las cámaras de televisión.
Los intereses inamovibles de los países son irracionales porque se plantean como si fueran “causas físicas”, fenómenos atmosféricos en los que la voluntad de los seres humanos no tiene papel alguno. Pero en el fondo, lo único que hacen esos pretendidos intereses inmutables a los que debe sacrificarse la vida y la libertad de los rusos, como la de los ucranios, es convertir en absoluta, intocable, la posición de Putin. Nada más.
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