¿Pagar 700 euros por ir (casi) descalzo? Así es la polémica vuelta del estilo ‘barefoot’
Balenciaga conmocionó internet con sus sandalias casi inexistentes, pero fuera del escándalo cada vez más comercios incluyen este calzado minimalista que lucha para recuperar la resistencia original del pie


Lo primero que hacía Marty McFly al viajar a 2015 era calzarse para la ocasión. Para ello, el equipo de Regreso al Futuro II (1989) diseñó, de la mano de Nike, unas zapatillas futuristas con suela de astronauta y cordones autorregulables. En 2015 se puso a la venta el modelo original pero, para entonces, ya había quedado desfasado. Contra sus predicciones, en esa época empezaba a extenderse el estilo opuesto. Con una suela mínima, la horma ancha y sin tacón, los zapatos barefoot se crearon dentro del mundo deportivo para imitar la sensación de ir descalzo y fortalecer el pie. Ahora Balenciaga los ha recuperado con un polémico modelo reducido a una suela de goma y un precio esperablemente estratosférico. Fuera del escándalo, los comercios locales también empiezan a incluir el calzado minimalista. Este 2025 podría ser el año en el que se volviera a andar, casi, descalzo.
Para el gran público, las alarmas saltaron con las celebrites. En 2023, el New York Magazine predijo, armado de una foto de Jacob Elordi sin zapatos por la calle, que aquel sería “el verano de los chicos descalzos”. Pero, lejos de la excentricidad jipi, esta moda vaticinaba un deseo más profundo: romper con las molestias físicas que la estética ha impuesto en el calzado. Los zapatos barefoot solventan esa necesidad para aquellos que no pueden permitirse la provocación del descalcismo.
Patricia González-Aldea, periodista de moda y autora de Historia del calzado. Emblema de poder y seducción (Catarata, 2024) confirma que esta tendencia tiene poco de novedosa y que representa más bien un viaje en el tiempo al primer zapato: “El diseño se parece al calzado prehistórico en la sencillez y la suela plana. Deja la estética en un segundo plano para centrarse en la función primigenia del calzado: proteger nuestros pies de la temperatura, las enfermedades y el terreno”. Desde el tacón de los jinetes persas y su posterior uso como emblema de poder hasta la puntera apretada del pingache medieval como distinción social, la historia fue cargando el calzado de adornos por motivos distintos a los meramente prácticos. La revolución barefoot se gestó para revertir todos estos añadidos y recuperar la resistencia y movilidad que antes desarrollaba el pie.
En 2009, Christopher McDougall se fijó en los nativos tarahumaras de México para escribir el libro que es, para muchos, la biblia de este calzado: Nacidos para correr (Debate). El trabajo del periodista, que alababa las ligeras sandalias con las que este pueblo corría maratones, despertó todo un seísmo en el mundo del running. Las zapatillas de cinco dedos de Vibram se convirtieron en un icono del movimiento. Una década después, cuando la fiebre comenzaba a apagarse, se interesó por ellos el mundo de la moda, siempre ansioso de novedades.
Ya en 2020 Balenciaga confió en Vibram para innovar en su calzado con unos modelos que se alejaban del espíritu saludable original y conservaban solo algunos de sus elementos. Luego llegó Prada y Jonathan Anderson, jefe de diseño de Loewe, lleva años comprometido con estos zapatos ofreciendo desde mocasines anchos a bailarinas ligeras. Eso sí los precios seguían siendo igual de desorbitados. Este año Balenciaga ha decidido llevar su habitual estilo provocador al siguiente nivel. The Zero, incluido en su colección para este otoño, es el colmo del zapato minimalista reducido a una única pieza de goma con ajuste para el talón y hueco para un solo dedo. El precio, probablemente, será inversamente proporcional: la versión de Miu Miu de la típica sandalia de tiras cuesta unos 700 euros.
Lejos de la pasarela, marcas como New Balance o Nike, también se han sumado al barefoot. Se empiezan a colar en los grandes almacenes y cada vez abren más comercios centrados en ofrecer este calzado para el día día. Andy Gimeno, por ejemplo, fundó el año pasado Barefoot You con su pareja, Sergi Benet. Él conocía el calzado deportivo, pero ella buscaba opciones más “estéticas”. Hartos de rebuscar por internet para encontrar esos modelos, decidieron montar un tienda física, primero en Barcelona y luego en Madrid. “Empezamos trabajando con apenas cinco marcas y ahora tenemos hasta 20 que ofrecen calzado de todo tipo”, afirma. Un paseo por su local, con precios que van desde unos 50 euros hasta 150, demuestra la diversidad de público que acude a él: los que empiezan para replicar la sensación de ir descalzo en verano, los que buscan comodidad en el calzado de oficina o forofos que se han desprendido de su antiguo zapatero.
Ante tal fervor, cabe remarcar que este calzado no es bueno para todos. El podólogo Alejandro Martínez Oller recomienda consultar con un experto antes de comenzar con las semanas de adaptación en las que se debería alternar los zapatos barefoot con los tradicionales. “Mejoran la estabilidad y evitan los juanetes. Pero, en función del pie, también pueden ser perjudiciales. Además, estos beneficios aparecen al andar en el campo más que en la ciudad. Durante siglos hemos adaptado el terreno al pie y no al revés”, resume. Moda aparte, a los que buscan los verdaderos beneficios físicos del barefoot les queda entonces la mítica frase con la que terminaba Regreso al Futuro: “¿Carreteras? Allá donde vamos no las necesitaremos”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
