“Una locura que no nos pilló preparados”: cinco años después, conocidos y anónimos recuerdan el confinamiento
Iban a ser 15 días. Y luego, otros 15. Un lustro después de aquella experiencia que cambió nuestras vidas pedimos a varias personalidades que recuerden cómo lo vivieron. En estas historias hay miedo, incertidumbre y soledad, pero también humor y esperanza

Han pasado cinco años desde aquel 13 de marzo de 2020 en que Pedro Sánchez anunció el estado de alarma en España a causa del coronavirus. Las cosas se habían precipitado: solo días antes el buen clima atraía a la gente a las playas de la costa del Mediterráneo y la manifestación del 8-M se celebraba en las calles de las principales ciudades. Muy pocos días después se anunciaba primero el cierre de la hostelería, después el de todos los servicios no esenciales y, finalmente, el nuestro. Las causas políticas, sociales y psicológicas de aquel shock global todavía las estamos descubriendo, pero más allá del trauma colectivo hay pequeñas historias particulares y hemos pedido a algunas figuras, célebres y anónimas, que compartan las suyas con nosotros. Aquí hay historias de amor y también de soledad, crónicas de cuidados mutuos y de policías de balcón, hijos preguntones, padres dependientes, mucho cine en plataformas, trajes de alta costura y hasta un disfraz de gamba. Disfruten. Si es que esa es la palabra.
Diego Martín, actor
“Es extraño pensar en que fue real. Como tantas otras cosas que parecían que lo iban a cambiar todo, y aquí estamos, parecidos, quién sabe si peor. Me cogió en París, y allí pasé el confinamiento, con (medida arriba, medida abajo) el mismo ambiente que en cualquier otro lugar. ¿No fue esto algo universal? Nos dejaban, eso sí, salir a pasear una hora con el núcleo familiar. Podría decir que era como la hora del patio en una prisión, pero para ser sincero, fuimos bastante felices, juntos, sin tener que lamentar ninguna desgracia cercana, refugiados en nuestros cuarteles de invierno, con la salvedad de que hizo buenísimo en París toda la pandemia, que mira que tiene mala uva París. Libros, películas y tiempo por delante, y la certidumbre de que si el apocalipsis llegaba, a mí, que soy muy egoísta y muy tonto, me consolaba pensar que sería general. Salimos de ello con grandes actos, gestos, heroísmos y también miserias, vergüenzas y comportamientos deplorables. ¿No es siempre así?”

Máximo Huerta, escritor y presentador
“Tengo un recuerdo un tanto extraño de aquel día en que anunciaron que nos encerraban, porque yo estaba probando canciones en un estudio para un programa, Mask Singer. Me habían traído un vestido de gamba, estaba dentro de un secretismo absoluto, nadie podía saber nada. Y creo que eso es una buena metáfora de todo lo que vino después. Yo por aquel entonces tenía novio, tenía casa en Madrid y un programa en televisión española. Y la pandemia se lo llevó todo después de estar solo en un piso sin balcón. Fue asfixiante, me comunicaba con Alexa y le pedía música de bar para que hubiera jaleo en casa. Me leí 200.000 libros, pintaba en acuarela, me veía series... pero fue una soledad terrorífica. Tenía familia, novio, de todo, pero todo lejos. Y lo que vino después fue el contraste: mi vida cambió porque se acabó el programa de televisión, se acabó Madrid y se acabó la salud de mi madre, porque durante la pandemia descubrió que tenía un cáncer. Así que me volví a Valencia. Y aquí estoy. Sin noticias de aquel novio, sin noticias del piso, que estaba alquilado, sin noticias de la talla que tenía por aquel entonces de cintura y de hombros... Es como si todo hubiese cambiado para mí: mi centro geográfico, mi estado emocional, sentimental, de cuidado de una madre, mi mapa... todo ha cambiado desde entonces. Fíjate, y que yo de todo esto me enterase con un disfraz de gamba en la mano. Manda huevos”.
“Así recuerdo el principio de la pandemia: la gente preguntándose cómo seguir llenando su vida de trabajo aunque su trabajo fuese manifiestamente innecesario, al contrario que basureros, reponedores o cajeras del supermercado. ¡Y tú que te creías tan importante!”Nerea Pérez de las Heras
Alejandro Palomo, diseñador de moda
“El 13 de marzo de 2020, lo recuerdo perfectamente, estaba en Posadas, en mi casa. Tuve la suerte que todo me pillase aquí, en la casa taller. Tengo recuerdos de tener la incertidumbre de qué iba a pasar, de estar trabajando en una colección que nunca pasó, de tener a un grupo de chicos estudiantes internacionales en pleno apogeo de sus prácticas en Palomo, algo que luego no volvió a suceder. Me acuerdo de que había unas chicas vienesas estupendas, unas alemanas, un chico inglés, y estábamos preparando una colección inspirada en la época victoriana, en Tom of Finland, una cosa muy sexy y muy guay que no llegó a término. Y en esas estábamos cuando nos tocó recluirnos. Yo estaba en mi casa con mi exnovio y musa, Pol, y fue una época extraña, positiva y negativa en muchos sentidos, me imagino que como para todos, la verdad que fue un momento muy bueno para nosotros como empresa porque pudimos pararnos, pensar y sentarnos, ver un poco cuál iba a ser el futuro de todo. Pude hacer una colección que se llamaba The Rehearsal, que hicimos muy a la alta costura, recreándonos en todas las técnicas, en los detalles. La hicimos en esa época en que todavía no podíamos juntarnos, con muy poquita gente en el taller, viniendo por turnos”.
Lucas Barquero, periodista
“Estaba en el Retiro tomando el sol con mis amigos. Hacía unos días que habían cancelado la universidad y para nosotros era como una fiesta. Ninguno pensaba que fuese a ser tan grave. El 13 de marzo decidimos hacer un picnic por el el cumpleaños de una amiga. Horas antes de la declaración de Pedro Sánchez estábamos bailando con la canción de un meme que decía “mañana no hay clase” y subiendo fotos con el hashtag Quédate en casa (como burlándonos de los que empezaban a confinarse por seguridad). Evidentemente éramos medio imbéciles, teníamos 20 años. Lo descubrimos minutos después cuando empezamos a recibir las llamadas, con insultos incluidos, de nuestros padres que nos pedían que pusiéramos las noticias y buscásemos la manera de volver a casa. Con el vídeo de Sánchez de fondo, improvisamos una centralita para que cada uno consiguiese el avión, bus o Blablacar más barato para llegar a su ciudad. Por mucho estado de alarma que fuese, nosotros seguíamos siendo estudiantes. A mí, que soy Madrid, me bastó con utilizar por última vez el abono transporte en el 27 y subir la Castellana”.
Julia López, médico jubilada
“El día que se declaró el estado de alarma y nos confinaron, yo realmente ya estaba confinada en casa. Mi hijo, dos o tres días antes, había sido ya diagnosticado de covid tras llegar de un viaje. Primero sentí desconcierto por estar viviendo en un mundo, yo creo que un poco distópico. Después llegó la preocupación. Inicialmente, por supuesto, por mi hijo que estaba enfermo en su casa sin que le pudiera prestar ningún tipo de ayuda. Y luego, porque aparte de lo personal y de que tanto mi marido como yo somos personas mayores, tengo una madre con más de 90 años y estaba también confinada a 70 kilómetros de Madrid. Por tanto, la preocupación realmente era doble. Es verdad que, progresivamente, como la preocupación no puede mantener la misma intensidad siempre, me fui adaptando y, bueno, pues lo llevé como pude. No puedo decir que la experiencia fuera tremendamente horrible, pero la verdad es que estaba deseando que aquello pasara”.

Olivier Arson, músico y productor
“No fue una sorpresa, lo estaba esperando. Tengo un amigo que vivía en Shanghái y nos estaba contando desde diciembre como estaban las cosas ahí. Y luego, a medida que nos acercamos recuerdo que se comentaba mucho también en Francia. No fuimos al 8M porque ya nos parecía una mala idea y empezamos a hacer una especie de pre-confinamiento, digamos, antes de que fuese oficial. Yo tenía la suerte de tener un estudio a tres minutos andando y pude currar todos los días. Todo muy extraño, obviamente, recuerdo la sensación de que no paraban las producciones. Yo estaba en esa época con varios trabajos y recuerdo estar currando de muy mala hostia. Había cierto debate sobre si le veíamos sentido a seguir produciendo en esos momentos tan emocionales. Yo estaba en desacuerdo. Recuerdo los primeros días, las primeras semanas, muy duras en ese sentido”.
Alejandra Camacho, bibliotecaria
“Lo recuerdo horroroso. Para las familias que teníamos niños pequeños en casa a los que no podía sacarse ni un minuto, pues fue muy duro. Los niños estaban nerviosos, había que pensar cómo llenar todas esas horas. Te pasabas el día pensando en desayuno, comida, merienda, cena, actividades, buscando en internet, haciendo mil historias para entretenerlos, para animarlos. Cualquier excusa era buena para tener un momento de distracción. Salir a aplaudir, juegos de mesa... Pero también, como autónoma, preocupadísima: fue difícil tener que buscarme la vida para sacar adelante mi negocio. Tuve la suerte de que como tenía la librería cerca y era autónoma, me permitían bajar y a puerta cerrada trabajé. Me escapaba algunas horas al día, a partir de no sé qué momento, posiblemente del mes y pico; cuando se empezó a considerar el libro como un bien de primera necesidad ya nos dejaron en los libreros hacer ese tipo de cosas. Pero fue difícil, sobre todo por el tema familiar”.
Sabina Urraca, escritora
“Me acababan de dar una beca de escritura en Estados Unidos, pero la pandemia paralizó todo, claro. Lo más importante es que mi pareja se acababa de mudar a vivir conmigo. Ahora lo pienso y supongo que una reacción normal sería haber entrado en pánico: encerrada en casa con una persona con la que tampoco llevas tanto tiempo saliendo. El caso es que, en el sentido de la convivencia, fue maravilloso; lo pasamos realmente bien pese al horror y la incertidumbre del exterior. Tuvimos muchísima suerte, la verdad. También muchísimo trabajo, que en ese momento era una suerte total. También recuerdo tener miedo, llorar en medio de la noche por el ruido de ambulancias yendo al Hospital Doce de Octubre, pero no puedo negar que no tener que ir a ningún sitio, la suspensión de lo social, nos encantó. Al terminar la pandemia nos casamos para que él pudiese venir a Estados Unidos conmigo. Ahora mismo, mientras escribo esto, y a riesgo de sonar imbécil, me doy cuenta de que estuve muy bien durante la pandemia porque estaba viviendo la construcción de una relación muy buena, muy divertida, con una gran conexión. Y porque hablaba absolutamente todo el tiempo con mis amigos”.

Marta Fernández Muro, actriz y escritora
“El anuncio del confinamiento me pilló corrigiendo la última versión de La cabeza a pájaros con mi editor. El encierro me sentó fatal. Me dio por pensar que ya no saldríamos más a la calle. Y pasé tanta angustia que no me podía concentrar en nada. Ni cociné, ni hice gimnasia, ni escribí, ni nada. Muy mal. Eso sí, cuando nos dijeron que ya podíamos salir a dar paseos por Madrid me fui a la Gran Vía y vi esa Gran Vía vacía, esa Cibeles vacía, que me encantaron, ¡cuánto daño ha hecho el coche! ¡Cuánto daño ha hecho que seamos tantos, todos como ovejas de un lado para el otro y esos coches que desfiguran y desneutralizan las ciudades! Ese Madrid no me asustó, ¡al contrario! Me encantó, me trajo recuerdos de mi infancia. De cuando salías a la calle y era una calle vacía. Unas aceras amplias, unos carriles vacíos… Ese Madrid vacío que a la gente le horrorizaba a mí me llevó al pasado, a cuando salía a la calle y tenía esa sensación de ciudad luminosa”.
“Me convertí en el fiscal de Corredera Alta, me pasé el confinamiento pidiendo silencio a los vecinos de los balcones de enfrente y a los vecinos de los apartamentos de al lado. Lo recuerdo como un auténtico infierno, básicamente”Rubén Ochandiano
Mario Vaquerizo, representante, cantante y colaborador televisivo
“El día que se anunció en confinamiento yo estaba en la finca Don Viejo, de mi amiga la galerista Topacio Fesh. Estaba con mi compañero de las Nancys Rubias, Miguel Belanzategui, y mi amigo Miguelito Parla, que es cerrajero. Ese fin de semana iba a venir más gente, incluida mi mujer, pero ella, que siempre ha sido más prudente, no se fiaba de cómo podían avanzar las cosas y se quedó en casita. Cuando determinan el cierre de todo cogemos inmediatamente el coche y nos traen al centro de Madrid. Yo lo viví como el fin del mundo, me dio mucho miedo porque era todo gris, no había nadie en la carretera y era como asistir a una película de ciencia ficción. Esa Gran Vía desoladora, que no estaba tan vacía desde que lo hizo Amenábar en Abre los ojos. Lo que pasa es que esto era de verdad y me daba mucho miedo. Lo vi como una especie de despedida de lo que era mi mundo, y efectivamente ha sido así: se acabó un mundo, vi mi mundo en desaparición. Pero empezaba otro y estoy contento también, vivita y coleando, que es lo importante”.
Mario Vidal, sastre
“El 13 de marzo cogí un bus directo a Cantabria. Tenía 19 años y mi madre me recomendó ir con mi padre que tenía ahí un chalet en medio del campo. ¡Imagínate!, fue una de las mejores épocas de mi vida. Ya llevaba dos años cosiendo y me monté ahí mi propio taller para coser. Viajé con la máquina y muchas telas y acabé haciendo un montón de cosas. En esa época me gustaba practicar con ropa de época y terminé un traje entero de 1700. Mi padre tenía ahí su propio taller para hacer carpintería y metalurgia y aprendí de eso también”.

Julia de Castro, actriz
“Apenas unos días antes había terminado la producción de Elena Fortún en el Centro Dramático Nacional en Madrid. Después de meses inmersa en ensayos y representaciones, las últimas con toses sospechosas del público que desde el escenario se vivían como propias, yo estaba preparando mi viaje a Austin, Texas. Era mi época de nomadismo crónico, llevaba años viviendo en casas ajenas en diferentes países y no pensaba parar. Recuerdo con nitidez salir al escenario con fiebre, y al acabar la función ir directa del teatro a la cama. Estoy segura que toda la compañía tuvo COVID sin saberlo. Pero 13 de marzo la inercia viajera claudicó ante la pandemia. Nada hacía prever que detrás de la quietud impuesta se escondía mi primera oportunidad como guionista. Tan pronto Pedro Sánchez anunciaba el confinamiento HBO Europa se movilizaba junto a Caballo Films para crear una ficción sobre el propio estado de alarma. Conocí así digitalmente a Paula Ortiz, que desde Zaragoza dirigió el capítulo Así de Fácil para la serie En Casa. Vivir el confinamiento como una residencia artística fue una experiencia inolvidable. Acostumbrada a una vida social muy demandante que dificultaba la inmersión total en la creación, agradecí este contexto pandémico que me ayudó a centrarme en una sola cosa por primera vez en mi vida”.
Joe Crepúsculo, músico
“Era un año que tenía plagadísimo de conciertos. Unos días antes del estado de alarma, fuimos a tocar a Coruña. Volvimos y lo decretaron. Me cogió en Madrid. Yo vivía en un piso muy cerca del centro, interior, que no veía la calle. Y al principio era una sensación un poco como de libertad. No sé por qué… se cancelaron todos los conciertos, y pensé: “Pues qué bien”. Esas primeras semanas fueron como algo irreal, algo como fantasioso porque nunca habíamos vivido nada así. Pero en un par de semanas ya echaba de menos tocar, ver a gente y todo eso. Fue un momento extraño, diferente, imagino que histórico y nada, lo llevamos como pudimos”.
“Hacer humor en aquel contexto, sin frivolizar, promoviendo la serenidad y el sano desahogo, fue la mayor exigencia profesional a la que me había enfrentado hasta entonces. Me pasó factura, además, creo que todo aquello me alejó emocionalmente de la comedia”Xavi Puig, cofundador de 'El Mundo Today'
Nerea Pérez de las Heras, escritora, periodista y ‘podcaster’
“Me enteré de la noticia en mi casa de Madrid. Por aquel entonces trabajaba en una galería de arte, que imagínate el nivel de necesidad en una situación apocalíptica. Las conversaciones de los primeros días eran: ¿cerramos? ¿No cerramos? Y si teletrabajamos, ¿en qué teletrabajamos? Una de mis jefas manifestó una creatividad infinita para inventar ocupaciones en medio de una crisis global. Por ejemplo, renovar la base de datos. Para mucha gente era completamente inimaginable no estar en la rueda del trabajo. Yo, a veces, me veía escuchando las cifras de muertos sin salir de mi Excel. Aquello terminó cayendo por su propio peso, pero así recuerdo el principio de la pandemia: la gente preguntándose cómo seguir llenando su vida de trabajo aunque su trabajo fuese manifiestamente innecesario, al contrario que basureros, reponedores o cajeras del supermercado. ¡Y tú que te creías tan importante! Quitando lo preocupada que estaba por mis padres, que estaban lejos y luego me fui a cuidarlos, el día a día era bueno. Hablaba casi todo el día con mis amigos y no necesitaba llenar las horas. No me puse a hacer pan, ni abdominales. Veía alguna peli y entraba en pánico con las noticias pero estaba bastante equilibrada. Luego ya me fui a cuidar a mi padre a un pueblecito de Almería. Recuerdo ir sola en el tren y esa sensación de película de terror. Como cuidadora de dos padres dependientes ya no tuve un minuto de descanso y eso supuso una burbuja. Para mí, fue una experiencia preciosa. Jodida, pero bonita, como tomar el control y ver cómo podía hacerme cargo de la situación. Para muchos la pandemia hizo que se volviesen chalados antivacunas, pero en mi barrio floreció la solidaridad”.
Lichis, músico
“El día anterior, el 12 de marzo, yo estaba tocando en Alcázar de San Juan con Rubén Pozo y recuerdo que yo tenía una gripazo espantoso. Me encontraba fatal, tenía fiebre... no me llegué a hacer el test porque en ese momento no era tan fácil conseguir uno. Fue llegar a casa a la mañana siguiente y destaparse todo. Fue como una caída en un precipicio, una locura que no nos pilló preparados, y mucho menos a mí”.

Rubén Ochandiano, actor y director
“En el año 2020 yo estaba instalado en Los Ángeles, y me vine a Madrid, donde no tenía una residencia, alquilé un AirBnb en la Corredera Alta de San Pablo para tramitar mi visado. Entonces cuando nos confinaron me pilló en un AirBnb minúsculo en la Corredera Alta de San Pablo, que todo olía a porro, las paredes eran prácticamente de papel y se oían las televisiones, toses y música de todos los vecinos y allí pasé el confinamiento, solo. Me convertí en el fiscal de Corredera Alta, me pasé el confinamiento pidiendo silencio a los vecinos de los balcones de enfrente y a los vecinos de los apartamentos de al lado. Lo recuerdo como un auténtico infierno, básicamente. Ah, y por supuesto la embajada americana y el consulado cerraron, jamás recibí ese sello en mi pasaporte y nunca volví a Los Ángeles. Así acaba la historia”.
Xavi Puig, escritor y cofundador de El Mundo Today
“Recuerdo salir de casa para ir a La Ventana porque era jueves y había sección. Llevaba recorridos unos 500 metros cuando me avisaron de que se interrumpía la programación. Regresé a casa y, desde entonces, todo lo que hice para la radio lo grabé primero en un armario y luego en un espacio un poco más adecentado, donde sigo grabando hoy en día. Hacer humor en aquel contexto, sin frivolizar, promoviendo la serenidad y el sano desahogo, fue la mayor exigencia profesional a la que me había enfrentado hasta entonces. Me pasó factura, además, creo que todo aquello me alejó emocionalmente de la comedia. Poco después del confinamiento, escribí una novela que, partiendo de una premisa cómica, acabó resultando tristísima. Con el tiempo he visto claro que el detonante de aquel cambio fue lo que estalló aquel 13 de marzo”.
Jaime Olías, actor
“Puede parecer que fue ayer, pero he tenido que revisar la galería de mi nube para recordar cómo era todo entonces. En aquel momento, estaba inmerso en un proyecto como actor en la serie de Prime Video El Cid. Parte de la grabación tuvo que posponerse. Mi segunda sobrina acababa de nacer y, por suerte, había podido conocerla poco antes de que empezara el confinamiento. También tuve la fortuna de que en ese momento compartía piso con dos de mis mejores amigos. Pasamos la pandemia más dura (la del encierro) juntos: hicimos maratones de películas, jugamos a videojuegos e incluso grabamos pequeños ejercicios de ficción en casa. La locura llegó a tal punto que la prensa terminó entrevistándonos en nuestro propio salón. Pero no todo fueron risas. Mi hermano mellizo es enfermero, hablaba con él a diario y con ese tacto preciso que sabe que debe tener conmigo, me relataba la otra cara de la realidad”.
Juan Aguirre, mitad de Amaral
“Cuando el gobierno lo anunció, nosotros ya lo esperábamos porque teníamos amigos en Italia y sabíamos que se estaban tomando estas medidas. Recuerdo que lo primero que hicimos con fue aplazar un concierto que teníamos en el Palacio de Deportes de Madrid. Estaba completamente sold out y se sorprendieron porque hasta ese momento no había habido ningún aplazamiento ni ninguna cancelación. Nosotros nos temíamos lo peor y aplazamos el concierto sine die, es decir, sin ninguna expectativa, sin saber lo que iba a pasar. Y aprovecho esto que me preguntas para dar las gracias a todo el mundo que conservó la entrada sin saber cuándo volvería a ser el concierto, que se hizo años más tarde, cuando ya el confinamiento había acabado. A nivel personal, recuerdo que reuní todos mis instrumentos acústicos en casa: mandolinas, buzukis… cosas así y me preparé para pasar tiempo encerrado en casa leyendo, tocando, viendo series y tal. Y personalmente me refugié en la música electrónica. Estábamos muy en la música ambient y en el electro. Creo que teníamos la misma estupefacción que todo el mundo, la sensación de que estábamos entrando en una fase desconocida, que estábamos entrando en una dimensión nueva del mundo global”.
“Hicimos maratones de películas, jugamos a videojuegos e incluso grabamos pequeños ejercicios de ficción en casa. La locura llegó a tal punto que la prensa terminó entrevistándonos en nuestro propio salón”Jaime Olías, actor
Ana Jarén, ilustradora
“He tenido que mirar las fotos de mi móvil para ver exactamente qué estaba haciendo el 13 de marzo de 2020 y he visto fotos en las que aparecemos mi hija (en aquel momento tenía 4 años) y yo disfrazadas y medio bailando. Creo que sentía la necesidad de encarar lo que se nos venía encima (en ese momento pensando que iba a durar dos semanas) de la mejor manera ya no solo por mí sino por la niña. Teníamos mucho interés en que tuviera el mejor ánimo posible. A la vez estábamos muy asustados por lo desconocido de la situación e intentábamos domar como buenamente se podía todos los miedos que venían a la cabeza”.
Karmento, cantante
“La jornada del 13 de marzo no se me va a olvidar nunca, sobre todo en las primeras horas de la madrugada. El 12 me pilló entre Madrid y Albacete, en Villares del Saz, la Mancha, en un campo donde había quedado con Judith Taberna para grabar la últimas secuencias del videoclip de Cri cri, el primer vídeo que lanzamos de Este Devenir. El 12 por la mañana mis amigos ya estaban mandándome mensajes por WhatsApp, diciéndome que estaba la cosa muy mal, y me hicieron tomar conciencia de la gravedad del asunto, pero yo tenía que terminar esas escenas. Así que el 12 salí con el coche, llegó Judith y esperamos a que se hiciera de noche. Toda la segunda parte del videoclip está grabada aquella tarde. Cuando terminamos, llegué a casa a las tres o a las cuatro de la madrugada del día 13. Poco después se declaró el estado de alarma, que fue algo brutal. Pero nos pilló con todo el material necesario para dar el pistoletazo de salida al estreno del álbum”.

Pol Monén, actor
“La pandemia me pilló en casa de mis padres en Pineda de Mar. Había sido algo precavido, porque en aquel entonces yo vivía en un piso muy pequeño en Madrid, y cuando empecé a leer que en Italia estaban cerrando algunas zonas del norte, pensé que los núcleos grandes serían el siguiente paso lógico. Acababa de terminar de rodar una película, lo cual fue una suerte, porque nuestro trabajo a veces es complicado, y tenía trabajo para después. Aunque ese proyecto tuvo que esperar algunos meses, aproveché el confinamiento para ensayar, para ver mucho cine en Filmin y para estudiar francés. El tiempo pasaba lento. Y aquellas semanas me hicieron reevaluar lo mucho que me importa mi familia y lo mucho que me gusta muy trabajo. Antes de la pandemia había tenido años de mucho trabajo, y el parón me demostró que se pueden hacer las dos cosas, y eso es algo que he mantenido después. Recuerdo pensar mucho en lo frágiles que somos en momentos de incertidumbre. Y también aprendí a estar abierto a lo que nos pasa. Recuerdo conversaciones muy interesantes con gente con la que apenas había hablado. Eso me gustó. Y me di cuenta de que como humanos somos seres complejos, pero también necesitamos cosas muy sencillas, como estar ahí para el otro”.
Marwán, músico
“El 13 de marzo ya llevaba casi toda la semana sin salir de casa. Ese mismo día iba a tener una entrega de premios en Sevilla y unos cuantos días antes ya había renunciado a ir porque sabía la magnitud de lo que se nos venía encima. En mi familia hay muchos sanitarios y tenía información de primera mano. Lo que me contaban era terrible, así que preferí cuidarme y cuidar a mis familiares más vulnerables varios días antes de que todo el mundo se encerrara en sus casas”.
Rita Payés, música
“Cuando nos cerraron estaba de bolo en Francia. La cosa se estaba poniendo fea, volví a Barcelona y mi madre me llamó y me dijo, ‘vente para acá, vente para casa, que esto se está liando’. Entonces me fui a Vilassar, que es donde vivo, con mis padres, y estuve confinada en su casa con mi familia, mi hermana también estaba. La verdad es que flipé. Tengo que decir que, creo que a muchos nos pasó, que al sentir que se paraba el mundo lo agradecimos en cierto modo por estas vidas tan locas que llevamos. Pero había preocupación, incertidumbre... de salud y de pensar que no todo el mundo podía dejar de currar y vivir, ¿no? A mí todo eso me dejó muy impactada. A nivel más del día a día, pues cogí una rutina: hacer deporte, estudiar y componer. La verdad que sí que hice algunas canciones. Y también jugué a juegos de mesa. Los clichés los hice todos. No sé. La verdad es que creo que nos dio mucho en que pensar a todos. Cuando decían que los delfines estaban en el puerto de Barcelona... Qué increíble que eso pasara y qué fuerte que se nos olvide tan rápido, ¿no? Olvidar que una vez se levantó todo y volvimos a empezar”.
Javier Castillo, escritor
Hace cinco años, en marzo de 2020, acababa de lanzar La Chica de Nieve. Habíamos planificado la presentación a lo grande para el día 15 de marzo, en el teatro Nuevo Alcalá de Madrid y durante el transcurso de esa semana nos dimos cuenta de que no era lógico ni sensato unir a mil personas en un lugar cerrado. Así que propusimos hacer la primera presentación online de un libro. Preparé un fondo en casa apilando contra la pared los libros que me había enviado la editorial, me senté en el suelo frente a mi móvil y presentamos aquella novela delante de 60.000 personas en un live de Instagram. Fue especial, y mirando atrás, recuerdo con cariño aquel momento porque mi hija, que por entonces tenía tres años, se coló en la presentación para darme un beso de buenas noches antes de irse a la cama.
Pasé las siguientes semanas en familia, compaginando tener dos niños muy pequeños en casa con una promoción a distancia que parecía imposible. Las librerías estuvieron cerradas durante las primeras semanas, con La Chica de Nieve expuesto en primera línea, pero sin nadie para poder entrar y comprarlas. Era una sensación agridulce que al principio me costó digerir. Pero luego sucedió la magia: la gente se cansó de mirar el móvil, la televisión y las noticias dramáticas, y los libreros empezaron a vender casi de contrabando, dispensando libros por debajo de la persiana, y convirtieron aquella novela en la compañía de mucha gente que pasaba el confinamiento en soledad y que la convirtieron en la novela más vendida durante los meses más difíciles de nuestra vida.
En casa, firmaba montañas de ejemplares para enviar a esas librerías y organizaba encuentros virtuales con lectores mientras hacía malabares para dar clases de inglés a mis hijos y también tenerlos ajenos a todo lo que ocurría fuera. Creo que fue la época en la que más bizcochos he preparado en mi vida.
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