“En la pista somos todos iguales, pero no en la cabina”: en 2023 la música electrónica sigue despreciando a las mujeres
La música de baile sigue siendo patrimonio casi exclusivamente masculino. Un puñado de chicas se ha colado en un universo en el que la testosterona sigue reinando
Corría el año 2011 cuando la británica Maya Jane Coles se convertía en la primera mujer en alcanzar el número 1 de la lista de Beatport, tienda de música digital especializada en electrónica. El tema en cuestión, producido por la propia Coles, se titulaba What They Say. Durante unas semanas esa fue la canción que más pincharon los DJs de medio mundo en sus sesiones, un éxito que también ratificó la influyente plataforma Resident Advisor en su lista de mejores temas de aquel año. El deep house, un tipo de electrónica de baile donde hay reconocibles elementos del jazz, funk y soul, era por esa época el sonido más buscado en las noches de capitales como Londres o Nueva York, y el What They Say aunaba esas influencias con una brillante producción. La sensual melodía se convirtió con el tiempo en un clásico que estrellas como Nicki Minaj, Katy Perry y Lady Gaga han utilizado de base para algunos de sus hits. Aún hoy se teoriza sobre aquel éxito que Coles consiguió con apenas 21 años y que la colocó en lo más alto de la escena.
En 2012 solo había dos mujeres (la propia Coles y Cassy) en el top de las 25 súper estrellas DJs según la revista Rolling Stone. Y en 2022, DJ Mag, el medio británico por excelencia del mundillo de la electrónica, ha colocado a… también solamente dos mujeres en su top 25, Charlotte de Witte y Peggy Gou. ¿Ha cambiado algo?
Hoy, Coles ya no tiene el mismo papel en la escena. Otras mujeres –Nina Kraviz, Indira Paganotto, Amelie Lens o DJ Soda, además de las ya mencionadas Charlotte de Witte y Peggy Gou– han ocupado su lugar en la escena dance. Hay un segundo nivel con nombres como Dj Moxie, Mafalda, Colleen, Cosmo Murphy o la británica Smokin Jo, que en Instagram se presenta como “la única mujer DJ que ha ganado el premio DJ del Año de DJ Magazine”. Y está en lo cierto, solo que es algo que sucedió… en 1992. Casi 30 años después sigue siendo un reto tan exótico como para continuar siendo su eslogan.
Female:pressure es una red internacional de artistas femeninas, transexuales y no binarias de la música electrónica y las artes digitales fundada en 1998 por la productora austríaca Susanne Kirchmayr, también conocida como Electric Indigo. Esta asociación suele publicar un informe con datos sobre la proporción entre hombres y mujeres de los artistas que actúan en importantes festivales internacionales de música electrónica de Europa y Norteamérica. Según la última edición, solo el 27% de los shows de los festivales de música en 2020 y 2021 eran protagonizados por mujeres, aunque con un aumento del 18% desde hace 10 años. Según Dj Tech Reviews en solo 13 de los festivales centrados en música electrónica de 2022 los cabezas de cartel eran mujeres. ¿Y hay techo de cristal? Según Forbes, que elabora una lista con los DJs mejor pagados del mundo, en 2019 no hubo ninguna mujer entre los 15 primeros.
“Cuando empecé a pinchar en los noventa, me querían contratar solo por ser chica sin haber escuchado ni siquiera lo que hacía”, revela la curadora Nono Rodríguez, al frente de la promotora de conciertos Delicalisten y responsable de algunos de los ciclos de música electrónica más interesantes que se ven por aquí. Rodríguez dio sus primeros pasos en el clubbing a principios de los noventa y ha vivido en Barcelona, Madrid e Ibiza. “Creo que en la electrónica sí hay una parte muy inclusiva. Cuando empecé a salir, los clubs eran el lugar más seguro para ciertas minorías respecto a raza u orientación sexual. En la pista de baile éramos todos iguales. Pero no era así en la cabina. Creo que la representación a nivel artístico en los clubs ha evolucionado mucho y va aumentando el porcentaje de DJs que no son cis masculinos. Esa inclusión y cambio en la representación empieza en la escena más underground y de ahí se va extendiendo a escenas más comerciales. En cuanto a la escena en la que yo trabajo, que es más la del directo de música experimental y de vanguardia, actualmente mi sensación es que las mujeres son las que están pisando fuerte”, reflexiona.
Para muchos en la escena, el colectivo que más ha trabajado por visibilizar a mujeres en las cabinas en Norteamérica y Europa ha sido Discwoman, plataforma fundada en 2014 por Frankie Decaiza Hutchinson, Emma Burgess-Olson (aka Umfang) y Christine McCharen-Tran, que ha buscado mostrar la riqueza del talento de las DJs en la comunidad de la música electrónica. En Latinoamérica el último gran paso tuvo lugar en el verano de 2022, cuando once colectivos de mujeres DJs de toda América Latina firmaron una declaración donde denunciaban el sexismo estructural en la escena musical, utilizando como detonante la historia de una DJ a la que su expareja agredió tras destrozar su equipo para pinchar.
A la vez que se visibiliza más la escena femenina y sus particulares problemáticas, también lo hacen los comentarios de algunos sectores, potencialmente anecdóticos, en los que hay personas que opinan que las mujeres DJs no despiertan la misma credibilidad ni generan tantos beneficios como, digamos, Theo Parrish, Juan Atkins o Carl Cox, por mencionar a tres superestrellas masculinas que también son respetadas por la crítica.
Hace solo unas semanas en Faith Fanzine, comunidad londinense en torno a la música house, se comentaba el meme “Another female DJ doing nothing lol” (Otra mujer DJ haciendo nada, jaja), para promocionar un artículo escrito por la periodista británica Sophia Stanford bajo el título Infravaloradas, mal pagadas y menospreciadas. En el artículo, Stanford habla con mujeres de la escena y defiende la tesis de que, aunque los orígenes de la música house hunden sus raíces en la alegría, libertad de expresión y la oportunidad de ser tú mismo, fuerzas estructurales han transformado la esencia del género hasta ser un reflejo más de las estructuras patriarcales en las que vivimos. “Ser DJ es una profesión de chicos”, se afirma en el texto en cuestión, que acumuló cientos de comentarios en apenas unos minutos.
“Elegí ese título porque me pareció que resumía mejor la experiencia de las mujeres DJs y, al mismo tiempo, captaba la atención de los lectores”, confirma Stanford a ICON. “No empecé el artículo con una idea preconcebida o una agenda, pero ya había oído historias en las que mis amigas DJs habían sido muy maltratadas, así que tenía una idea de lo que podría surgir en estas entrevistas y de las preguntas que quería hacer. Dicho esto, aunque la mayoría de las experiencias que escuché eran terribles, también había historias realmente esperanzadoras. Por ejemplo, la DJ más joven con la que hablé dijo que no se había enfrentado personalmente a problemas por su género, a pesar de que, en general, había violencia de género o discriminación en la propia pista de baile. En su opinión, el problema de clase es el verdadero origen de muchos de los problemas de la industria de los DJs y no el género”, revela la periodista, cuyo texto describe una industria construida en torno a los éxitos de los hombres y con pocas concesiones para dar espacio a las mujeres o escucharlas, ya sea pinchando su música o hablando de sus experiencias. “Creo que hay que hacer más para proteger a las mujeres y ayudarlas, pero el cambio viene tanto del sistema como a nivel personal. Parece que este cambio ya se está produciendo y es de esperar que las mujeres que se incorporan hoy no se enfrenten a los mismos retos que sus predecesoras, que allanaron el camino”, reflexiona.
Para Nono Rodríguez ese cambio que ya se está produciendo hunde sus raíces en la escena underground, cuyos patrones la industria comercial siempre acaba replicando o fagocitando. “En las escenas más comerciales el hombre todavía tiene la posición más fuerte, pero en los festivales más innovadores creo que la recepción es incluso más positiva cuando la persona que hay en el escenario se sale un poco de las normas convencionales. Hay DJs mujeres muy reconocidas en el mainstream pero me atrevo a decir que les ha costado más llegar hasta ahí que a los hombres y que sigue siendo un número de ellas casi anecdótico. Cuando bajamos de las grandes escenas y nos vamos a los clubes menos comerciales la cosa cambia mucho, porque hay un ambiente queer y creo que el reconocimiento se basa únicamente en la propuesta artística. Todo esto lo digo desde el punto de vista de mujer y en la escena electrónica en la que yo me muevo, es evidente que hay escenas que siguen siendo muy dominadas por patrones masculinos convencionales”, comparte la curadora musical.
CORIN es una productora, compositora e intérprete filipino-australiana que se mueve, precisamente, en el mundo de la escena electrónica más vanguardista y menos comercial. Hizo su primera Boiler Room como DJ en 2018. Su último trabajo, Lux Aeterna, que está presentando por todo el mundo, reflexiona sobre el futurismo en la música… y también sobre su condición de mujer. “Con mi disco no quiero transmitir ningún mensaje en particular; se trata más bien de crear un cierto tipo de sensación en el oyente, entre la vulnerabilidad y la alienación. He llegado a sentirme inferior o marginada como mujer asiática, sobre todo, durante mis primeras actuaciones en Australia. Supongo que el reconocimiento y el éxito nunca están garantizados, es un proceso continuo. Creo que actuar en el extranjero me ha permitido llegar a una base de fans más amplia y diversa, lo que a su vez ha contribuido al desarrollo de mi carrera. Espero poder utilizar los conocimientos que he adquirido para apoyar y orientar a artistas más jóvenes de entornos marginales que quieran entrar en la industria. Se ha avanzado mucho, pero aún queda mucho camino por recorrer en términos de inclusión, como la creación de programas de conciertos diversos y el apoyo a la comunidad LGBTQIA+ y BIPOC [acrónimo para personas negras, indígenas y de color]”.
Para Beatrix Weapon, una de las artistas de la electrónica nacional más singulares y que compartió cartel con CORIN hace unas semanas durante la última edición del festival LEV 2023, en Madrid, la inspiración para sus sesiones sonoras viene del estado emocional, “porque las injusticias están ahí y son solo ruido. Con 12 o 13 años, mientras que nosotras estábamos en el parque sentadas en el banco hablando, los chavales estaban en casa con el micro rapeando. Y cuando ya era adolescente y quedábamos con ellos en mi barrio, eran los que llevaban el cajón y cantaban, nosotras bailábamos y dábamos las palmas”, recuerda. Para EME DJ, que empezó a pinchar a los 18 y ya lleva 24 en esto, la música electrónica siempre ha sido inclusiva, “aunque todavía existe una falta de representación en los carteles de festivales”.
Una escena musical engloba diferentes sensibilidades –promotores, artistas, público físico y virtual–, y, afortunadamente, cada vez está más normalizada la presencia de mujeres en la escena electrónica, ya sea en las sesiones de DJs como en los conciertos de géneros como el ambient o el techno. Como dice Nono Rodríguez, “espero que estemos ya muy cerca de que el género de verdad dé lo mismo y sea solo la música lo que importe”.
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