Maya Jane Coles, nueva reina del ‘house’
La dj y productora británica, de solo 24 años, es la última gran diva de las cabinas de los mejores clubes de Europa Estará en Sónar el próximo junio
Cuando parecía que la pista de baile del mundo se entregaba por completo a la hiperbolizada moda del dubstep, a sus ritmos rotos y sus texturas rugosas, va y todo vuelve a la casilla de salida. Hace 30 años Chicago alumbró la música house en un almacén convertido en garito de gays y negros. Hoy Europa le ha vuelto a dar una vuelta a lo que es ya un standard de la música de baile y Londres y Berlín, focos principales de la electrónica en este continente, vuelven a estar un poco más cerca. No es que sea lo mismo que aquello. En realidad no tiene nada que ver, ni siquiera con el fenómeno de los 90. Pero en los últimos tiempos hemos visto como brillaban John Talabot, Blawan, Azari & III, Jacques Green, Totally Enormous Extint Dinosaur… todos muy distintos, cada uno aportando su particular visión sobre el género, pero compartiendo un aroma, una velocidad y cierta luminosidad.
Toda revolución necesita un icono, y el de este último giro se llama Maya Jane Coles. Londinense con raíces japonesas, con solo 24 años es la nueva reina de las cabinas de Londres. No quiere que la encasillen en el house -es lista- pero con ese cartel colgado al cuello -el de deep house, para más señas- es como ha recorrido en los últimos meses medio mundo y como desembarca este año en Sónar (acompañada de los artistas arriba reseñados).
Pero, ¿de dónde sale el gusto por ese sonido en un mujer de 24 años? “Esta música ha ido creciendo en mí. Siempre pensé que la odiaba hasta que estuve expuesta a buenos temas. Cuando era más joven siempre oía esos himnos cursis del house y no entendía como a nadie podía gustarle. Cuando empecé a salir de fiesta por el este de Londres se me abrió esta puerta”, dice. Como explica el director de Sónar, Ricard Robles, el house siempre ha estado ahí, con más o menos intensidad. Coles opina lo mismo. “No diría que es un revival, la música funciona por ciclos y distintos patrones y las modas ocurren. En cualquier caso, este tipo de música es solo una parte de lo produzco. Y cuando salga mi álbum se verá”, anuncia.
A los 16 años me prometí que no tendría un trabajo de 9 a 5: dediqué cada segundo a conseguirlo
Hasta ahora se ha dedicado a la producción de EP’s, la mayoría de deep house, pero también ha flirteado con el dubstep. Niña precoz, a los 15 años ya trasteaba con una versión pirata del Cubase, loops de guitarra y voces. Todo hecho en casa con un talento extraño en alguien de su edad. A los 16, cuenta, ya tenía claro que iba a dedicarse a eso. Solamente a la música. “Me prometí a mi misma que no tendría un trabajo de 9 a 5 y dediqué cada segundo para conseguirlo. La primera vez que pinché en un club tenía 17 años. La verdad es que estaba cagada”, recuerda.
Pero todo el mundo en la noche londinense conocía a esa chica de ojos rasgados y pecho tatuado. Coles llevaba años pisando clubes de la capital británica. Quizá por eso, o por el salto generacional que significa su flamante condición de cabeza de cartel allá donde va, se la trae al pairo el tema de ser una mujer en un mundo tradicionalmente dominado por hombres. Un circuito en el que desde la casi desaparecida Miss Kittin o una Ellen Allien ya más de salida que otra cosa no ha vuelto a tener una diva con tirón para llenar salas. “Nunca he pensado en mi género en relación con lo que hago. Es un problema que te creas a ti mismo si realmente quieres convertirlo en un problema. Se acabaron los días de las batallas chicos/chicas. Hay un montón de mujeres metidas en esto. Solo pido que me respeten por mi música, nada más”.
La escena del dubstep se ha partido en dos, y el lado inteligente va de la mano del 'tecnho' y el 'house'
Y la plenitud de ese respeto llegó hace unos dos años, en mitad del boom del dubstep más comercial y macarra que hizo que muchos renegaran de su pertenencia al colectivo. “A la gente le da miedo usar esta palabra ahora porque la escena ha cambiado mucho, pero cuando todo empezó fue muy emocionante. Todavía hay bastantes cosas orientadas al 2step/bass, o como quieras llamarlo. La escena se ha partido en dos y la parte más inteligente va de la mano de la movida del techno y el house. Hoy hay menos barreras entre géneros”.
El álbum que tiene Coles en el horno pretende demostrarlo. No es de club, proclama. Parece que ni siquiera tiene un beat demasiado exagerado. Al contrario, es más bien un viaje pausado a través de paisajes completamente distintos entre sí. “Hay un montón de colaboraciones vocales. Es algo tranquilo, muy emocional. Es todo lo que podría decir con palabras, pero no se puede categorizar en ningún género. Ha sido un proyecto que ha ido y viniendo y muchas de las canciones son de hace unos años”.
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