Ni el “infame” criptoarte afecta a Ringo Starr: cómo el Beatle evita las controversias
El músico de Liverpool ha lanzado este año un nuevo trabajo, ‘EP3′, además de una colección de obras suyas en NFT que han sido subastadas por decenas de miles de dólares
A Ringo Starr (Liverpool, 82 años) se le ha denominado frecuentemente con el apelativo de “hombre más afortunado del mundo”. Batería de The Beatles tras el despido de Pete Best en 1962, su contribución al corpus compositivo del grupo consistió en un total de dos canciones y su implicación artística ha sido objeto de amplio debate; un cuestionamiento que resurgió el pasado año con motivo del estreno de la miniserie documental The Beatles: Get Back, de Peter Jackson, donde, a lo largo de las casi nueve horas que resumen las sesiones que darían como resultado el álbum Let it be (1970), apenas se le oye decir un par de frases entre las acaloradas discusiones de Lennon, McCartney y Harrison.
“Estuve observando a Ringo todo el tiempo [del documental]. Yo sé lo que es estar sentado en el taburete de la batería mirando a otras personas discutir. Lo único que quieres es tocar. Venga, a la mierda, ¡basta de cháchara!”, dijo en su defensa Dave Grohl, líder de Foo Fighters y, antes, batería de Nirvana.
Con una carrera posterior en solitario de bastante menos lustre que las emprendidas por sus colegas, trufada de nostalgia y referencias a canciones de los Beatles, además de una breve trayectoria como actor que tuvo como punto álgido la película con lenguaje a base de gruñidos y onomatopeyas Cavernícola (1981), Ringo Starr sigue siendo el batería más rico del mundo, con un patrimonio estimado en 350 millones de dólares. Lejos de jubilarse, este año ha publicado este mes de septiembre un EP de cuatro canciones originales, no compuestas por él, titulado EP3 (continuación de Zoom in y Change the world, ambos publicados el pasado año), sigue de gira con su All Starr Band y ha protagonizado su primera incursión en el mundo del criptoarte subastando por varias decenas de miles de dólares una pequeña colección de imágenes NFT creadas por él, bajo el título The creative mind of a Beatle (“La mente creativa de un Beatle”).
El vídeo anunciando la subasta, de calidad técnica no superior a un spot nocturno de una televisión local, provocó alguna que otra mofa en Twitter y que algunos seguidores le preguntasen si tenía problemas financieros, sin mayor repercusión. “¿Quién habría pensado que expandiría la paz y el amor por el metaverso?”, pregunta retóricamente Ringo Starr en el anuncio, donde también ofrece a sus clientes la posibilidad de conocer a su avatar virtual en un museo digital llamado RingoLand.
“Siempre habrá alguien dispuesto a comprarlas. Daría igual que el cuadro estuviese en blanco. Ringo vende su firma”, opina, en declaraciones a ICON, el autor César San Juan Guillén, que en 2017 publicó el libro Una historia de los Beatles: Las claves del porqué son el mejor grupo de la historia (Ed. Robinbook). Aunque sus dibujos realizados con el programa Microsoft Paint, una especie de choque de trenes entre el arte pop warholiano, por sus temas, y el art brut, por su aparente falta de conocimiento y técnica, son lo más conocido de su obra y han despertado hilaridad, cuesta encontrar a alguien que se tome en serio el trabajo de Starr hasta el punto de criticarlo.
En Los Simpson, lejos de humillar al exbeatle, su ejemplo y sus ánimos servían de inspiración a Marge Simpson para profundizar en su carrera de artista. Y los defensores del valor de estos dibujos, aunque en la mayoría de casos lo hagan desde una perspectiva irónica, parecen ganar en número a sus detractores.
“De vez en cuando, llega un Leonardo Da Vinci, que es simplemente increíble en todo lo que intenta. Y de vez en cuando aparece un Tommy Wiseau [director de The Room, la para muchos peor película de la historia, a la que James Franco homenajeó en The Disaster Artist], que... no lo es. La mayoría de nosotros nos encontramos en un punto intermedio”, reivindica Lizzy Chrome en la página de arte Deviant Art, en un ensayo titulado En defensa de los infames dibujos de Ringo Starr. “Parecen los dibujos de un niño pequeño. No digo que eso sea bueno per se, pero es un buen patrón”. Otros muchos de quienes le excusan recuerdan que sus beneficios van a The Lotus Foundation, la organización de caridad de Ringo Starr y su esposa, Barbara Bach.
Con sus constantes llamadas hippies a la paz y el amor o todo el humor (habitualmente carente de maldad) generado a su costa, nadie parece sentir una inquina particular por el músico, hasta el punto de hacerle prácticamente impermeable a las críticas, haga lo que haga. “Ringo fue el primero de los Beatles que tuvo un club de fans. No era el más guapo, no componía, apenas cantaba, pero arrasó en los primeros pasos del grupo. Toda su atracción pivotaba en un rostro de chico divertido, siempre sonriente y algo canalla, pero inofensivo”, reflexiona San Juan Guillén.
La simpatía del supuesto perdedor
Fuera de la lucha de poder entre John Lennon y Paul McCartney, facciones por las que, en uno u otro caso, muchos seguidores de los Beatles han ido tomando partido, y frente a la creciente relevancia que George Harrison y sus influencias místicas tuvieron en el devenir del grupo, Ringo Starr siempre ha sido la figura del fondo, el tipo con el que, en su sencillez, una persona de a pie podría tener más fácil identificarse. A ojos de la industria, era el desvalido: George Martin, el productor, puso en duda sus habilidades y desaprobó inicialmente su incorporación al grupo, mientras sus discos en solitario no gozaron de una difusión comercial muy entusiasta.
Al mismo tiempo, se mantuvo alejado de las peleas a posteriori entre sus excompañeros, que incluso trató de mitigar. Fue conocido, por ejemplo, su rechazo a la canción How do you sleep?, la directa invectiva de Lennon contra McCartney que contó con la colaboración de Harrison. “Con los egos mercuriales de Lennon, McCartney y Harrison, Ringo fue el pegamento emocional que mantuvo unidos a los Beatles”, escribió en 2012 John W. Whitehead en The Huffington Post, en un artículo conmemorativo de los 50 años de la banda.
Starr, además, no era en absoluto ajeno a las observaciones negativas sobre su estilo interpretativo. Antes de la salida de George Harrison tras una discusión con McCartney durante las sesiones de Let it be, como recoge el documental Get Back, la realidad es que Ringo ya había abandonado The Beatles por puro síndrome del impostor mientras grababan su disco anterior, el conocido como “álbum blanco”. “Lo dejé porque sentía dos cosas, que no estaba tocando bien y que los otros tres eran muy felices, mientras que yo era un intruso”, confesó el batería como parte de las entrevistas para el ambicioso proyecto multimedia The Beatles Anthology, desarrollado entre los 90 y los 2000.
En una entrevista en el programa del cómico Jimmy Kimmel en Estados Unidos este año, Ringo Starr mencionó una postal que Paul McCartney le había enviado con el mensaje “Eres el mejor batería del mundo, de verdad”, que, lacónicamente, lamentó que le hubiese llegado “demasiado tarde”.
“Ringo inventa una percusión diferente para cada una de las canciones de los Beatles, de tal forma que es fácil saber de qué tema se trata escuchando únicamente la pista de la batería”, observa el autor César San Juan Guillén, poniendo en duda que sus habilidades fueran tan limitadas como se ha dicho. “Tiende a marcar los acentos con el bombo, lo que, unido a que es zurdo pero usa una batería de diestro, hace su estilo sea muy reconocible. Era un metrónomo humano, marcaba muy bien la velocidad y su influencia ha sido decisiva en muchos percusionistas posteriores”.
¿Ha utilizado Ringo Starr esa imagen simpática, ingenua y humilde en su favor para hacer lo que quiera sin que le afecte ninguna polémica, como su explícito apoyo al Brexit o su aparición en los papeles de Panamá? “Creo que conscientemente no”, piensa San Juan Guillén, que considera que le ayuda más el hecho de que sus declaraciones no contengan “ningún tipo de análisis político de calado, solo paz y amor y mejor fuera de Europa”. “Con los papeles de Panamá le ha bastado con no hacer absolutamente nada, lo mismo que Bono, Elton John, Shakira, Julio Iglesias o Miguel Bosé, que también aparecen y no tienen precisamente esa imagen de ingenuidad que asociamos a Ringo”, opina.
Con la piel dura tras una vida de críticas, parece evidente que al octogenario Starr le importan poco las crisis de reputación que pueda tener a estas alturas, aunque realmente no haya experimentado repercusiones. Del mismo modo que sus obras pictóricas, como mínimo, sí puede que finalmente tengan interés en tanto que expresen algo profundo de su autor: que las inseguridades sobre su talento que algún día sintió, sin duda, han desaparecido.
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