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The Shaggs, el grupo sin experiencia que grabó su disco en un día y acabó comparado con los Beatles

Tres hermanas, animadas por su padre, grabaron un disco sin tener mucha experiencia con los instrumentos, las melodías ni las voces. El experimento, tildado de chorrada por unos y obra maestra por otros (como Kurt Cobain) no ha dejado de fascinar en 50 años

The Shaggs no cantaban exactamente bien, no tocaban exactamente bien y la estructura de sus canciones oscilaba entre lo sublime y lo ridículo, pero artistas como Kurt Cobain las han incluido entre sus grupos favoritos
The Shaggs no cantaban exactamente bien, no tocaban exactamente bien y la estructura de sus canciones oscilaba entre lo sublime y lo ridículo, pero artistas como Kurt Cobain las han incluido entre sus grupos favoritos

“No creo que estén aún listas”, fue el elegante comentario que el ingeniero de sonido del estudio de grabación le hizo a Austin Wiggins Jr. después de oír a sus tres hijas adolescentes cantar acompañándose ellas mismas a la guitarra, el bajo y la batería. El comentario no era una mera opinión, sino un consejo bienintencionado. A ese profesional no le cabía en la cabeza que alguien quisiera gastar su dinero en grabar eso, editarlo en disco y pretender que otros pagasen por ello. Sus esfuerzos fueron en vano.

“Quiero que graben mientras estén calientes”, respondió el padre que, convencido del talento de las niñas, no iba a dejar que un extraño le quitase la ilusión a él y su familia. De hecho, para poder sufragar la grabación, Austin había invertido todos sus ahorros e incluso había pedido un préstamo. Todo era poco si de lo que se trataba era de registrar para la posteridad temas como My Pal Foot Foot –en recuerdo de una mascota extraviada–, It’s Halloween –sobre la festividad más divertida del calendario–, una canción sobre dudas de amor juvenil, What Should I do?, o la que acabaría dando título al disco, Philosophy of the world.

"The Shaggs son de verdad, puras, al margen de influencias. Su música es diferente, es solo de ellas. Creen en ella, la viven. […] The Shaggs te quieren y les encanta tocar para ti. Tú puedes o no apreciar su música, pero sientas lo que sientas, sabes que son artistas de verdad"

Grabado en una sola jornada de estudio, Philosophy of the world es un inclasificable artefacto sonoro totalmente libre, original y personal que, desde su publicación en 1969, no ha dejado indiferente a nadie. Mientas que algunos lo han calificado como el peor disco de la historia de la música, Kurt Cobain lo seleccionó como uno de sus cinco discos favoritos de todos los tiempos, Carla Bley ha declarado sentirse conmocionada por The Shaggs y Frank Zappa dijo de ellas: “Son mejores que los Beatles”.

I put a spell on you

Los Wiggins eran una familia de clase media de Fremont, en el estado norteamericano de New Hampshire, compuesta por el Sr. y la Sra. Wiggins, dos hijos, cuatro hijas –Dorothy, a la que llamaban cariñosamente Dot, Helen, Betty y Rachel– y la abuela paterna.

La abuela Wiggins era echadora de cartas. En una de sus tiradas, le profetizó a su hijo cuatro cosas: que se casaría con una mujer rubia fresa, que tendría dos hijos a los que ella no llegaría a conocer porque fallecería antes y que también tendría varias hijas que formarían un exitoso grupo musical. Así fue: en 1965, Austin llevaba varios años casado con una rubia fresa, su madre falleció antes de que nacieran los dos hijos varones de la familia y el matrimonio había tenido varias chicas. De que se cumpliera la cuarta, se encargó él personalmente.

Portada de 'Philosophy of the world', el disco de culto de The Shaggs.
Portada de 'Philosophy of the world', el disco de culto de The Shaggs.

Empeñado en hacer realidad la profecía materna, Austin sacó a Dot, Helen, Betty y Rachel de la escuela, las apuntó a un programa de educativo desde casa, les compró instrumentos y les hizo ensayar todos los días, de la mañana a la noche, desde 1965 a 1975, año en el que el padre falleció y el grupo se disolvió. Además, les buscó conciertos en festivales locales, en asilos de ancianos y les hizo actuar todos los sábados en el auditorio del ayuntamiento de la ciudad.

"Philosophy of the World es el disco más enfermizo y más asombrosamente horrible que he oído en años: el purgante mental perfecto para las depresiones de cualquier tipo. Como si hubieran lobotomizado a los cantantes de la Familia Trapp"

Si bien las cuatro hermanas eran aficionadas a la música y disfrutaban escuchando a grupos como Herman’s Hermits y Dino, Desi & Billy –grupo formado también por tres adolescentes como ellas–, las Wiggins no tenían especial vocación de artistas ni deseaban la fama. Su objetivo en la vida era estudiar, encontrar un trabajo, casarse y tener hijos. No obstante, tampoco querían llevar la contraria a un padre severo y chapado a la antigua que, paradójicamente, apenas les dejaba escuchar música para que no se contaminasen, nunca les permitió ir a un concierto y jamás les habría dejado llevar el pelo largo o vestir ropa llamativa si no fuera por el grupo.

Ese opresivo ambiente en el que crecieron las hermanas provocó que, a pesar del respeto y temor hacia la figura paterna, Helen se escapase de casa con su novio y se casase en secreto a espaldas de su padre. Fuera de sí, Austin la echó de casa, también del grupo pero, poco después, volvió a aceptarla en la familia para que The Shaggs pudieran continuar tocando. La profecía pesaba más que cualquier desafío de una hija rebelde.

Diferentes y de verdad

"The Shaggs son de verdad, puras, al margen de influencias. Su música es diferente, es solo de ellas. Creen en ella, la viven. […] The Shaggs te quieren y les encanta tocar para ti. Tú puedes o no apreciar su música, pero sientas lo que sientas, sabes que son artistas de verdad", afirmaba el texto de la contraportada de Philosophy of the world. La verdad es que no podía estar más acertado. The Shaggs, que vendría a ser "Las Pelusas" en castellano, no se parecían a nada ni a nadie de los artistas de su época. Su guitarra distorsionada recordaba a The Sonics o a The Chocolate Watch Band, pero no eran un grupo de garage; su ritmo de batería era ajeno a patrones convencionales, pero no estaba inspirado por Denardo Coleman o Tony Wilson; sus armonías eran de tal complejidad que es difícil determinar si eran fruto de la torpeza, el azar o la genialidad; su desfachatez era puro punk cuando todavía no había punks y la inocencia de sus canciones se adelantó una década al Daniel Johnston más tierno.

En 2003 se hizo en Los Ángeles un musical sobre la historia de The Shaggs. En la foto, sus tres protagonistas: Jamey Hood, Sarah Hays y Hedy Burress.
En 2003 se hizo en Los Ángeles un musical sobre la historia de The Shaggs. En la foto, sus tres protagonistas: Jamey Hood, Sarah Hays y Hedy Burress. Getty Images

A pesar de todo eso –o tal vez por todo ello–, el disco fue un completo fracaso. De las mil copias prensadas, 900 nunca salieron del almacén de la compañía que, tras quebrar, los liquidó por mercadillos y comercios de segunda mano sin dar un céntimo a los Wiggins. Fue en una de esas tiendas de la ciudad de Nueva York donde Terry Adams, pianista de la banda NRBQ (New Rhythm and Blues Quintet/Quartet), descubrió el disco y, maravillado, se empeñó en que fuera reeditado a toda costa.

Lo consiguió en 1980, cuando el sello Red Rooster Records / Rounder Records lanzó y distribuyó comercialmente Philosophy of the World. Sin embargo y a pesar de las ganas que le había puesto Adams, el LP fue acogido mayoritariamente con rechazo. Debra Rae Cohen, crítico de Rolling Stone, escribió que “Philosophy of the World es el disco más enfermizo y más asombrosamente horrible que he oído en años: el purgante mental perfecto para las depresiones de cualquier tipo. Como si hubieran lobotomizado a los cantantes de la Familia Trapp, The Shaggs gorjean quasi al unísono letras propias de tarjetas de felicitación con unas desafortunadas líneas melódicas, mientras rasguean sus guitarras de hojalata como el que sube y baja una cremallera. La baterista golpea con ímpetu, convocando a una musa diferente cada vez como si tuviera que adivinar qué canción están tocando en cada momento, solo que perdiéndose continuamente”.

Lester Bangs, el mítico crítico de The Village Voice, fue más entusiasta. En uno de sus artículos de 1981 daba cuenta de la reedición del disco y, además de criticar una industria musical incapaz de detectar productos como el de The Shaggs, destacaba la actitud de las chicas –“No saber tocar nunca puede ser una limitación”, decía–, los fraseos de la batería, los rasgueos de la guitarra y la portada, de la que afirmaba que era una de las mejores de la historia. Bangs concluía el texto diciendo “Dios bendiga a The Shaggs. Si ahora abandonasen su (¿semi?) retiro, nadie volverá a tener motivos para decir que el ‘Rock'n'Roll está muerto, tío’”.

Del anonimato al museo de arte

The Shaggs durante una actuación en 1968.
The Shaggs durante una actuación en 1968.

Si bien la reedición de Philosophy of the World sirvió para que más gente conociera el trabajo de las hermanas Wiggins, su repercusión no fue suficiente para que decidieran regresar al mundo de la música. Su alcance no dejaba de ser minoritario y se limitaba a coleccionistas, amantes de las rarezas y músicos asombrados por un disco que consideraban fuera de lo normal. No obstante, todo eso cambiaría cuando Dr. Demento –pseudónimo del locutor radiofónico Barrt Hansen especializado en música novelty como la de Spike Jones, Al Weird Yankovich o Tiny Tim–, comenzó a pinchar en su programa algunas de las canciones del grupo, especialmente It’s Halloween, que se convirtió en un tema recurrente de sus programas durante esa época del año.

La fama de The Shaggs siguió creciendo durante los años noventa y, a punto de comenzar el año 2000, las hermanas –al menos Dot y Betty, pues Helen, aquejada de una grave depresión, no estaba en condiciones de salir de casa– aceptaron volver a subirse a un escenario de la mano de aquellos que las habían descubierto, los músicos de NRBQ. “Cuando celebraron su 30 aniversario en Nueva York nos invitaron a tocar algunas canciones. Tuvimos que alquilar guitarras y amplificadores y ensayar. Yo le dije a Betty: ‘Me da igual lo que tú hagas, pero yo voy’. Me imagino que no quería que fuera yo sola y se vino conmigo”, declaró en 2016 Dot Wiggins al periodista de Rolling Stone Kory Grow.

A partir de entonces, Philosophy of the World ha seguido reeditándose por sellos multinacionales como RCA e independientes como Light in the Attic, que también ha publicado Shaggs’ Own Thing, un LP con temas inéditos de The Shaggs, cuyos miembros han continuado actuando de manera muy esporádica, participando en encuentros con fans y asistiendo a firmas de discos. Dott, la más implicada en el tema de la música, llegó a formar su propio grupo Dot Wiggin Band, que actuó de banda de apoyo cuando ella y su hermana Betty se presentaron en la edición de 2017 del Solid Sound Festival, evento comisariado por el grupo Wilko que tuvo lugar en el Museo de Arte Contemporáneo de Massachusetts.

Hasta el momento, esa ha sido última actuación de The Shaggs y posiblemente no haya ninguna más, habida cuenta de que las dos hermanas no pasan por buenos momentos personales y de salud. Todo indica que la aventura de The Shaggs ha llegado a su fin, si es que no había finalizado ya con la muerte de Helen en 2006. En opinión del historiador de la música Irwin Chusid, “Sin Helen, The Shaggs nunca podrán repetirse. Si Dot y Betty están en el escenario sin duda los lazos genéticos de la banda original están ahí, del mismo modo que, si Paul y Ringo se suben y tocan las canciones de The Beatles, puedes decir ‘sí, son ellos’, pero The Shaggs no podrán volver nunca más”. Un razonamiento que, más allá de lo acertado o no, contiene un matiz mucho más importante: The Shaggs y The Beatles, al mismo nivel.

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