Serpentine Pavilion 2021, o cómo meter en un edificio todos los barrios de Londres
Sumayya Vally, la fundadora del estudio sudafricano Counterspace, ha reunido en esta estructura efímera réplicas de elementos procedentes de los centros sociales, mezquitas, discotecas, bibliotecas y restaurantes que articulan la vida comunitaria de la capital británica
La edición de 2021 del Serpentine Pavilion, el pabellón efímero que cada verano se construye junto al edificio que alberga la Serpentine Gallery es, en realidad, una síntesis de muchos otros edificios de la capital británica. Así se deduce de las palabras con que Sumayya Vally, la fundadora del estudio sudafricano de arquitectura Counterspace, explica su proyecto. “El diseño del Serpentine Pavilion 2021 se basa en el presente y el pasado de los espacios de encuentro, organización y pertenencia en Londres”, afirma en declaraciones difundidas por la oficina de prensa del proyecto. “Las formas y siluetas del Pavilion son el resultado de abstraer, añadir, superponer y mezclar elementos arquitectónicos de procedencias muy diversas y con distintos grados de intimidad”.
El Serpentine Pavilion es un proyecto no exento de peculiaridades. Sus orígenes se remontan a 2000, cuando Zaha Hadid fue la elegida para dar el pistoletazo de salida a este singular uso de los terrenos adyacentes a esta galería ubicada en medio de Kensington Gardens. Desde entonces, el enunciado del reto que se plantea a arquitectos de todo el mundo apenas ha variado: hay que ocupar una superficie de 300 metros cuadrados con una construcción efímera destinada a albergar, durante los meses de verano, el café y la programación de actividades paralelas de esta sala de exposiciones. El objetivo es dar visibilidad a nombres internacionales, porque los estudios seleccionados no pueden haber completado ninguna estructura en Reino Unido antes de ser elegidos. Por ello, en los últimos años este proyecto se ha convertido en una plataforma para difundir el trabajo de estudios emergentes –en 2015, los españoles Selgascano– que desarrollan su labor al margen del furor constructivo que domina Londres desde la celebración de los Juegos Olímpicos.
Counterspace, establecido en Johannesburgo en 2015, es un buen ejemplo. Además, Sumayya Vally, su creadora, es la arquitecta más joven en asumir este encargo hasta la fecha. Su metodología reúne esa síntesis de investigación, lenguaje artístico y ambición social que caracteriza a la nueva generación de arquitectos. “Mi trabajo se basa en amplificar y colaborar con múltiples voces diversas de entornos muy diferentes, con especial interés por las cuestiones de la identidad, la comunidad, la pertenencia y la reunión”, explica Vally. Desde luego, su procedencia y su formación no son factores menores. La arquitecta se crió en la tienda de su abuelo, en el centro de Johannesburgo, en la era del apartheid, fascinada por la vida social y los intercambios que se producían en una metrópolis que, asegura, no puede presumir de arquitectura propia porque ha vivido de espaldas a los hallazgos estéticos y sociales de los pueblos indígenas. De ahí que su labor se centre en estudiar las posibilidades de la arquitectura para rescatar la interacción y favorecer el sentimiento comunitario. Es decir, construir pensando no en la foto final, sino en los encuentros e intercambios que se producen en cada edificio.
Su propuesta ha encontrado un asiento natural en una ciudad, Londres, que a su vez es muchas ciudades a la vez. Los turistas que acuden a la Serpentine rara vez se aventuran más allá de los barrios del centro o de las zonas gentrificadas que lo rodean, pero por una vez, al visitar este monumento temporal, se adentrarán de manera inconsciente en una geografía humana marcada por la inmigración, la diversidad de culturas, las diferencias sociales y las estrategias de resistencia. En las aristocráticas praderas de Hyde Park, Vally ha decidido hablar de barrios tan diversos Brixton, Hoxton, Hackney, Tower Hamlets, Edgware Road, Barking and Dagenham, Peckham o Notting Hill. Y su método consiste, literalmente, en empastar trocitos de todas estas zonas en un pabellón que, con microcemento, materiales reciclables y corcho, plantea un homenaje al Londres que comienza tras las verjas del parque.
En el listado y el mapa que acompañan la intervención hay un índice de espacios presentes y desaparecidos que, a lo largo de las décadas, han funcionado como lugares de encuentro comunitario. La lista es larga: está el espacio autogestionado Centerprise (1971-2012), el Theatre of Black Women de los ochenta, la organización benéfica Centre 151, que aporta cohesión a la población del sudeste asiático de Hackney, o la mezquita de East London, inaugurada en 1940. También el Rio Cinema, un cine cooperativo inaugurado en 1976, la sede del periódico West Indian Gazette –el primero en prestar atención a la problemática de la población negra de Londres–, el restaurante caribeño de comida para llevar Chaconia, el teatro experimental The Young Vic, el mercado de Brixton, la peluquería afro Esu Hair Salon o el Club Eleven de Carnaby Street. Es decir, lugares de culto, salones de belleza, discotecas, asociaciones cívicas, mercados, escuelas, galerías de arte y bibliotecas. Una oda a la capacidad de las ciudades para generar espacios de resistencia y de identidad. Y, en la era del Brexit, un canto de amor a la diversidad, la heterodoxia y las aristas que han convertido a Londres en una de las ciudades más cosmopolitas del mundo.
Aunque desde principios de 2020 se sabía que Vally sería la siguiente encargada de diseñar el pabellón bajo la supervisión del director artístico del proyecto, el comisario Hans Ulrich Obrist, asegura la sudafricana que la pandemia le ha permitido reafirmarse en la importancia de la arquitectura como generadora de nexos. “El último año ha puesto el foco intensamente sobre estas cuestiones, y me ha permitido reflexionar sobre la increíble generosidad de las comunidades que son fundamentales en este pabellón”, explica. “Esta reflexión sobre los espacios comunitarios existentes y borrados reconoce el papel de la arquitectura a la hora de preservar y hacer evolucionar la cultura de un lugar y las conexiones que la gente tiene con él”.
El proyecto, previsto inicialmente para el año pasado y patrocinado por Goldman Sachs, ha visto retrasada su inauguración hasta junio de 2021, y permanecerá abierto hasta el 17 de octubre. Dado que el pabellón está construido a partir de réplicas de elementos arquitectónicos de Londres, también sus horizontes se extienden más allá de la parcela exterior de la galería. Por primera vez, el Serpentine Pavilion cuenta con pequeñas sucursales en forma de instalaciones en cuatro barrios de Londres. La primera es un expositor de libros, asiento y estrado en la librería New Beacon Books, uno de los primeros establecimientos fundados por negros en el Reino Unido. También hay piezas polivalentes en la sala The Tabernacle en Nottinh Hill, el centro cultural The Albany en Deptford y el nuevo espacio Becontree Forever de la biblioteca Valence en Barking and Dagenham, que conmemora el centenario del edificio de vivienda pública municipal más antiguo de Reino Unido. A su vez, el proyecto sonoro Listening to the City, de Ain Bailey y Jay Bernard, recupera los sonidos de espacios desaparecidos de Londres. Sin embargo, si algo han enseñado los acontecimientos de los últimos tiempos es que el activismo social no puede quedarse en un gesto. Para celebrar las primeras dos décadas de vida del Serpentine Pavilion, el proyecto incluye un programa de ayudas y becas a artistas por valor de 100.000 libras. Se llama Support Structures for Support Structures y sus ganadores, al menos diez, serán anunciados a lo largo de julio, en una constatación de que los discursos que están transformando la arquitectura son los que saben que construir es mucho más que erigir edificios.
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