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Nacionalismo doméstico: cuando la patria empieza en la propia casa

El artista español Mateo Maté aborda con ironía las contradicciones del pensamiento nacionalista en la exposición que acaba de inaugurar en la Galleria Nazionale d’Arte Moderna e Contemporanea de Roma

La cocina de gas 'Nacionalismo doméstico' (2004) es una de las piezas más tempranas de esta serie, y también una de las más conocidas de Mateo Maté.
La cocina de gas 'Nacionalismo doméstico' (2004) es una de las piezas más tempranas de esta serie, y también una de las más conocidas de Mateo Maté.Mateo Maté
Ianko López

Según una cita bastante difundida del dramaturgo irlandés George Bernard Shaw, el patriotismo es la convicción de que un país es el mejor del mundo por el sencillo motivo de haber nacido en él. Algo de esta ironía que cuestiona y pone de manifesto las contradicciones del pensamiento nacionalista aparece en Nazionalismo Domestico, la exposición que el artista español Mateo Maté (Madrid, 1964) acaba de inaugurar en la Galleria Nazionale d’Arte Moderna e Contemporanea de Roma.

Un saloncito burgués con los sillones tapizados de tela de camuflaje. Banderas de distintas naciones confeccionadas con manteles. Mesas de comedor con la silueta del mapa de España. La misma forma que adoptan los quemadores de gas de una cocina en perfecto estado de uso. Estas son algunas de las piezas que se incluyen en la muestra, y que forman parte de un proyecto en el que Maté lleva trabajando desde hace dos décadas. “Las primeras que hice se vieron en la galería Oliva Arauna en 2003”, recuerda. “Después las he expuesto en otros lugares, pero esta es la primera vez que se reúnen tantas”. El efecto que producen en el espectador puede compararse con la experiencia de introducirse en la mente de un nacionalista que hubiera llevado su credo hasta las últimas consecuencias. Ya sabíamos que una casa siempre refleja, entre otras cosas, las aspiraciones, creencias y deseos de quien la habita. Pero aquí este principio individual también se lleva al terreno colectivo.

“Si nos fijamos bien, en un entorno doméstico se reproducen los mismos esquemas que a nivel político o social”, explica el artista. “En una casa hay acuerdos, zonas de influencia y de conflicto. Y se producen los mismos abusos, como los que tienen que ver con el trato a la mujer, por ejemplo. Luego, personalmente, si alguien me pregunta qué me ha hecho más infeliz en mi vida, si lo que ha pasado en mi país o en mi casa, pues digo que lo segundo, porque lo que me preocupa es mi divorcio, la bronca con mis hijos y cómo va mi economía doméstica, antes que la mundial”.

El artista Mateo Maté posa en una nueva instalación de su obra 'Thanksgiving Turkey' (2007) incluida en 'Nazionalismo Domestico' en la Galleria Nazionale d'Arte Moderna e Contemporanea de Roma.
El artista Mateo Maté posa en una nueva instalación de su obra 'Thanksgiving Turkey' (2007) incluida en 'Nazionalismo Domestico' en la Galleria Nazionale d'Arte Moderna e Contemporanea de Roma.Mateo Maté

Desde las banderas americanas pintadas a la encáustica de Jasper Johns hasta las que elabora la también española Elena del Rivero con trapos de cocina, la simbología patriótica se ha empleado con cierta recurrencia en el arte desde una perspectiva crítica. Aunque el sarcasmo es manifiesto en el tono de la exposición de Maté –procede aquí una mención especial para los escudos de armas realizados con cazos o fregonas-, él mismo aclara que su intención no es ridiculizar los símbolos nacionales. Más bien se trata de cuestionar ciertas ideas preconcebidas: “Necesitamos entender que la nación es un invento y que la parafernalia que la rodea forma parte de ese mismo invento. Por ejemplo, la heráldica o el modo de narrar los hechos del pasado”.

Este razonamiento no se aleja de las propuestas del sociólogo Anthony D. Smith, uno de los pensadores que han estudiado el nacionalismo con mayor rigor y exhaustividad. Smith desarrollaba en su libro Nacionalismo y modernidad (1998) la tesis de que el pensamiento nacionalista es un fenómeno moderno, aunque el concepto de nación pueda presentar raíces más antiguas relacionadas con los grupos étnicos. De hecho, según este autor, los nacionalistas contemplan su nación como algo eterno que forma parte del orden natural de las cosas, y la Historia como una cantera de la que extraer hechos que apoyen esta idea, aunque para ello sea necesario magnificarlos o distorsionarlos.

La exposición incluye una nueva versión de 'Campos de batalla', una instalación de obras textiles que evocan el aspecto de distintas banderas.
La exposición incluye una nueva versión de 'Campos de batalla', una instalación de obras textiles que evocan el aspecto de distintas banderas.Mateo Maté

En este contexto, los símbolos nacionales son instrumentos que cumplen la función de unir a un determinado grupo humano (los habitantes de un estado o nación) a través de la identificación, y con ese propósito se crearon: la rojigualda española, por ejemplo, no se diseñó hasta finales del siglo XVIII, bajo el reinado de Carlos III. Poco después, en las primeras etapas de la Revolución Francesa, apareció actual bandera gala azul, blanca y roja, que el rey Luis XVI exhibió ante su pueblo para congraciarse con él (sin demasiado éxito, como sabemos). Por su parte, Il Tricolore italiano también surgió por esa misma época inspirada en la revolución del país vecino, y en el siglo XIX, con el Risorgimento, se convirtió en estandarte de las revueltas patrióticas que terminaron en la reunificación del país. Así que, contrariamente a lo que suele pensarse, banderas y escudos no nos han llegado desde tiempos remotos, sino que suelen presentar orígenes bien delimitados y su adopción con el sentido que hoy poseen se vincula a la modernidad.

Sobre la cuestión de si algunos nacionalismos son mejores que otros, o si en el caso español los nacionalismos llamados periféricos como el catalán o el vasco están más legitimados que el castellano centrípeto, Maté no establece grandes distinciones: “No hay nacionalismo bueno. Ninguno respeta las culturas ni los derechos humanos. Así que mantener un territorio libre de todas esas fuerzas sería maravilloso. Lo que pasa es que vivir en libertad requiere una inmensa tolerancia”. Del mismo modo, frente al acaparamiento de los símbolos nacionales por parte de los partidos de derecha –la kilométrica bandera española luminosa que estos días recorre el eje Prado-Recoletos de Madrid es un ejemplo representativo de ello- se han manifestado desde la izquierda dos reacciones opuestas: la que llama a un desapego respecto a esos mismos símbolos, y la que en cambio promulga su reapropiación, bajo el principio de que se trata de unos elementos comunes que nadie tiene derecho a reclamar en exclusiva.

La exposición incluye varias esculturas en forma de mesa con la silueta de distintos países y territorios europeos.
La exposición incluye varias esculturas en forma de mesa con la silueta de distintos países y territorios europeos.Mateo Maté

“Un ayuntamiento de izquierdas no se atrevería a instalar esa bandera, porque parte de la izquierda piensa que no le representa”, valora Maté. “Y creo que ese ha sido un error histórico, aunque también tengo mis dudas al respecto. Es cierto que esos símbolos deberían ser de todos, pero también sabemos que las naciones se han forjado a base de la sangre y el sufrimiento de mucha gente. Lo que no impide que como ciudadanos de la sociedad española podamos estar orgullosos de algunas cosas. Por ejemplo, yo no me autoinculpo del llamado descubrimiento de América, como tampoco recrimino a los árabes o a los romanos que nos invadieran. ¿Que hubo guerras y muerte? Pues sí, pero eso nos ha hecho lo que somos. Debemos ser racionales al analizar el pasado, ver en qué momento estamos y ser positivos de cara al futuro. Por eso mi sueño era Europa, un sueño que respeta las culturas y lenguas locales. Aunque después hemos visto que ese sueño no era tan real: económicamente, ahora mismo nos hemos convertido en una provincia de Alemania”.

Mateo Maté, 'Acto heroico I' (2004).
Mateo Maté, 'Acto heroico I' (2004).Mateo Maté

Como curiosidad, Maté y su familia conviven en su casa con algunas de las obras de la serie Nacionalismo Doméstico. Por ejemplo, la mesa de centro de su salón está cortada con la forma de la península ibérica, aunque una inspección más atenta nos descubre que le falta una porción en el extremo superior derecho. “Hace tiempo que mi hija, jugando, rompió Cataluña. Y de momento no tengo previsto repararla, o sea que así se quedará mientras no se aclare el asunto del Procés”, ironiza. En su cocina no ha instalado los quemadores-España, aunque en alguna ocasión a estas piezas sí se les haya dado un uso práctico: “Con ellos hemos hecho tortillas de patata. Y parece que hasta saben mejor”.

La exposición en la Galleria Nazionale romana se ha llevado a cabo gracias al apoyo de AC/E (Acción Cultural Española), entidad pública que se dedica a promocionar la cultura y patrimonio españoles dentro y fuera de nuestras fronteras. Su actividad nos recuerda que hay distintas formas de hacer patria, y algunas tienen que ver con el arte y la cultura antes que con un despliegue de banderas.

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Sobre la firma

Ianko López
Es gestor, redactor y crítico especializado en cultura y artes visuales, y también ha trabajado en el ámbito de la consultoría. Colabora habitualmente en diversos medios de comunicación escribiendo sobre arte, diseño, arquitectura y cultura.

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