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Carmen Lomana, memorias de una ‘socialité’: “Ser pijo es fantástico”

La colaboradora de televisión y radio publica ‘Pasión por la vida’, un libro en el que narra su metamorfosis de rica burguesa en el anonimato a personaje mediático y símbolo de toda una clase social. “Yo soy frívola, pero no soy superficial”, aclara

Carmen Lomana memorias
Carmen Lomana, fotografiada el 21 de enero en el hotel Santo Mauro de Madrid.Claudio Álvarez
Martín Bianchi

Carmen Lomana (León, 76 años) vive en un piso de medio millar de metros cuadrados en la calle Fortuny, en el madrileño barrio de Chamberí. Pero prefiere que la entrevista se desarrolle en el hotel Santo Mauro, a pocas calles de su apartamento. “Esta es mi segunda casa”, dice, sentándose bien erguida en un mullido sofá. Lomana, definida por la prensa del corazón como socialité ―término que lo dice todo y no significa nada―, suele celebrar sus fiestas y reuniones en este hotel. También vivió aquí durante cuatro meses cuando una de sus vecinas, una millonaria coleccionista cubana de fama internacional, le inundó su casa. “Entré al hotel llorando, con mis chaneles flotando en el vestidor, y salí llorando porque no me quería ir”, reconoce, mientras se atusa su melena, rubia y perfecta. “La ropa nos desnuda”, asegura. Lleva un vestido blanco tipo Chanel con detalles de tweed ―“no es de marca, está hecho a medida para mí”―, un abrigo de piel ―“martas cibelinas, divinas”― y un bolso de Prada.

El próximo 29 de enero, Lomana publica sus memorias, Pasión por la vida (La esfera de los libros). El libro es un viaje desde su infancia acomodada entre León, Bilbao y Valencia ―hija de un ejecutivo del banco Santander, cuenta que cuando tenía cinco años tuvo su primer abrigo de piel de la casa Tapbioles y Pirretas― hasta su salto a la fama en 2008, en plena crisis económica, cuando dijo en televisión que sus amigos ricos no tenían “cash” ni para ir al supermercado. “El pobre de siempre, que ha estado pidiendo, está acostumbrado. Lo peor son las personas que viven bien y de repente se encuentran que les embargan la casa, que no tienen paro”, reflexionó en un capítulo de Comando Actualidad. Su intervención se hizo viral en las nacientes redes sociales. “No me supieron entender”, lamenta 17 años después.

Desde entonces, es un personaje omnipresente en los medios. En cada una de sus apariciones interpreta magistralmente el papel de pija. En eso es la number one, con perdón de Tamara Falcó. “A Tamara le faltan tres hervores, no uno”, sentencia con esa voz pausada tan suya, tan inconfundible como inimitable. “Ser pijo es fantástico. Aunque no sé qué es. Según el Diccionario de la Real Academia, pijo es una persona limpia, correcta, que se viste bien, que es educada… ¡Tú eres un pijo! O lo pareces”, exclama durante la conversación con EL PAÍS con esa rotundidad que unos aman y otros odian. “La gente me quiere porque digo lo que pienso. No hay otro personaje como yo”.

En realidad, según la RAE, pijo es una persona que en su vestuario, modales y lenguaje manifiesta afectadamente gustos propios de una clase social adinerada. La vida que narra Lomana en sus memorias es muy pija. Nació el 1 de agosto de 1948 y se crio entre algodones, entre casas indianas, tutores y viajes a Biarritz y San Juan de Luz. En el libro cuenta que de jovencita los chicos la llamaban “la promesa”. “Me pusieron ese mote porque pensaban que si con 13 años estaba así… ¿cómo iba a estar con 18?”. También cuenta que a su puesta de largo asistieron Orson Welles, Antonio Ordóñez, Lola Flores y Luis Aguilé; que perdió la virginidad en la parte trasera de un coche; y que, en 1972, sus padres la mandaron a Londres para perfeccionar su inglés. Allí, en un club de jazz, conoció a su marido, Guillermo Capdevila, un diseñador industrial chileno prometedor y adinerado, un discípulo de Gui Bonsiepe que había trabajado para el Gobierno de Salvador Allende.

La boda de Carmen Lomana y Guillermo Capdevila, celebrada el 13 de diciembre de 1974 en Llanes.
La boda de Carmen Lomana y Guillermo Capdevila, celebrada el 13 de diciembre de 1974 en Llanes.La esfera de los libros ('Pasión por la vida')

“Guillermo era de izquierdas y tuvo que escapar de Chile después del golpe de Pinochet. Éramos la antítesis. No teníamos nada que ver. Pero me enamoré. Cuando lo conocí, le conté una cantidad de tonterías, haciéndome la progre. Hasta que me preguntó por Franco y le respondí que Franco me parecía fenomenal. Claro, nosotros, mi familia, nunca habíamos tenido un problema con Franco”, recuerda.

Puede parecer de derechas y hablar como alguien de derechas, pero sostiene que no lo es. “¿Cómo voy a ser de derechas? Yo voté a Felipe González la primera vez que ganó. Soy una persona liberal, que voto lo que creo que le conviene a mi país en cada momento. Soy abierta, tolerante, nada sectaria. Antes, la izquierda era así, aunque creo que ahora son los más intolerantes del mundo. En esa izquierda progresista, culta, que todos soñábamos, se ha metido la izquierda podemita, rabiosa, que solo quiere enfrentar a todo el mundo. Esa izquierda no me gusta”, dice indignada. Sin embargo, es amiga de Juan Carlos Monedero, fundador de Podemos, al que ha invitado en alguna ocasión a su tradicional roscón de Reyes. “Soy amiga de la gente que me cae bien y que pienso que es buena. No soy intolerante”, insiste.

"Le dije a Isabel Díaz Ayuso que no me gusta su novio. Le sentó fatal”, dice Lomana, que publica sus memorias.
"Le dije a Isabel Díaz Ayuso que no me gusta su novio. Le sentó fatal”, dice Lomana, que publica sus memorias. Claudio Álvarez

La Lomana real, la de carne y hueso, se casó con Guillermo Capdevila y disfrutó durante varias décadas del discreto encanto de la burguesía en San Sebastián. Vivía en una casa señorial llamada Tellagorri, viajaba por el mundo con su rico esposo y regenteaba una exitosa tienda de ropa llamada Lomana Moda. La boutique surtía de prendas de Christian Lacroix, Armani, Jesús del Pozo, Manuel Piña y otras firmas de lujo a las señoras finas de la ciudad. “Siempre me gustó el lujo. Desde los cinco años, cuando se me metió en la cabeza que quería ese abrigo de piel de Tapbioles y Pirretas. Hoy, para mí el lujo es el silencio, el espacio, hacer lo que me da gana… Y no tener miedo a hablar”.

La Lomana irreal, la divina, el personaje mediático y lenguaraz, empezó a gestarse en enero de 1999, después de que su marido perdiera la vida en un fatal accidente de tráfico. “Ahí empecé, sin saberlo, el viaje a esta Carmen actual”, reconoce en sus memorias. En 2005 vendió Tellagorri con todo dentro y se instaló en el piso de la calle Fortuny, centro neurálgico del pijerío madrileño. “Madrid no me gustaba nada, me parecía una ciudad antigua, con gente muy rancia y carca… Estaba rodeada de esa derecha de La escopeta nacional. Pero aquí no pensaba en Guillermo”, recuerda.

Una foto de archivo de Carmen Lomana incluida en su libro de memorias, 'Pasión por la vida'.
Una foto de archivo de Carmen Lomana incluida en su libro de memorias, 'Pasión por la vida'.La esfera de los libros ('Pasión por la vida')

Tras la muerte de su marido, sufrió depresión. Necesitó ayuda profesional para salir del agujero. Un día logró reunir fuerzas y salió de fiesta. Nunca más paró. “Por eso cogí esta fama de fiestera. Me importaba todo un comino. Yo solo quería salir y divertirme”. Su presencia no pasó inadvertida en esa Madrid “rancia y carca”. Muchos señores le hablaban. “Especialmente los guapos”. Con las mujeres, fue otra historia. “Si yo hubiera sido un hombre, me habrían recibido muy bien. Pero como era mujer, viuda y con dinero, me recibieron a matar. Me calumniaron, inventaron cosas… No quiero dar nombres, pero ellas ya saben quiénes son”, dice enigmáticamente. “España es un país de envidiosos. En España se alegran si te has caído y te has roto un tobillo o si te has arruinado. Pero tengo maravillosas amigas que me han acogido muy bien”. La marquesa de San Eduardo, una de las mejor anfitrionas de la capital, fue una de sus valedoras.

No es oro todo lo que reluce, menos en barrios acomodados como Salamanca y Chamberí. “Hay mucha gente estupenda que no tiene dónde caerse muerta. Y hay mucho nuevo rico sin educación”, señala. “Hay una nueva generación de millonarios que me da grima y me espanta. El dinero debería estar en manos de personas con sensibilidad, en manos de personas que ayuden a los demás, que se preocupen por la cultura y la educación y no tanto por los logotipos y los Ferrari”.

Madrid ha cambiado mucho en los últimos años. Ahora la capital está invadida de ricos latinoamericanos, como esa vecina de Lomana que, en plena reforma de su apartamento, rompió una tubería e inundó la casa de la socialité. “Esa era una rica sin sensibilidad. Un claro ejemplo de persona con dinero, pero sin clase ni educación. Se cargó un piso maravilloso y ni se disculpó”. ¿Sigue siendo vecina suya? “No, se tuvo que ir porque le hicimos bullying. Ni la saludábamos en el ascensor”, responde. “Pero vendió el piso divinamente, creo que por 12 millones de euros. Ahora, arriba viven unos mexicanos”, continúa, bajando un poco la voz.

Carmen Lomana en un mercadillo de Perú.
Carmen Lomana en un mercadillo de Perú.La esfera de los libros ('Pasión por la vida')

Carmen Lomana duerme tranquila sobre un mullido colchón. Le han ofrecido muchas veces comprarle su piso de Fortuny, pero dice que no lo vende “ni loca”. En sus salones recibe a sus amigos de la farándula y en la cocina merienda, por ejemplo, con Isabel Díaz Ayuso. “Somos amigas. La quiero mucho a Isabel”. Dice que hablan de cosas de chicas y que le hizo un plan de alimentación y vitaminas que, según ella, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha llevado a cabo con “notables resultados”. “No viene a casa a hablar de política, aunque a veces yo le digo lo que me gusta y lo que no. Ya le dije que no me gusta su novio. Eso le sentó fatal”.

A Lomana le sienta fatal cuando le preguntan si se ha hecho un lifting. “Nunca me he hecho uno. No tengo tiempo para eso”, responde. Los lunes y los miércoles los dedica a su faceta de influencer, generando contenidos remunerados. Los martes va a Las mañanas de Kiss FM y a Buenos días Madrid en Telemadrid. Los jueves, a Espejo Público. Los viernes escribe su columna semanal para La razón. Los sábados le toca ir a la COPE y TVE. Le encantaría que la invitaran a La revuelta, el programa de Broncano. “Pero no me quieren. Deben pensar que soy una pija tonta”.

―Broncano le preguntaría por el dinero y el sexo.

―Tengo dinero suficiente para vivir bien. Y he hecho el amor más veces que él en toda su vida.

―¿La última vez?

―Estas Navidades.

Hace 25 años que enviudó. Ha tenido varias parejas, pero no ha querido volver a casarse. “No me gusta el compromiso. En eso soy como un hombre”, aclara. “Soy muy independiente, el dinero lo genero yo. Aunque si un hombre me gustara mucho, me lo pensaría. Me gustan mucho los jóvenes, de entre 47 y 50 años. Los de mi edad son muy pesados, no los soporto ni cinco minutos. Están muy mayores de mentalidad. Yo necesito a alguien joven, que piense como yo”.

Carmen Lomana (a la derecha) con su madre y su hermana en la plaza del Espolón de Logroño.
Carmen Lomana (a la derecha) con su madre y su hermana en la plaza del Espolón de Logroño.La esfera de los libros ('Pasión por la vida')

En 2023, el príncipe Hubertus de Hohenlohe sacó una canción dedicada a ella. La tituló Quiero ser famoso como la Lomana. Carmen está casada con la fama. Es un matrimonio sólido, feliz y fructífero. “Siempre pienso que me queda poco tiempo de fama, que pasaré de moda. Pero, de repente, me llaman para un nuevo programa, ya sea de radio o televisión, o para hacer de DJ, o para dar una charla. La cuestión es que no he vuelto al anonimato”, reflexiona en sus memorias.

Uno de los adjetivos que más se usan para definirla es “frívola”. Le tiene sin cuidado. “Si no fuese por la frivolidad, no estaría viva”, admite. “La frivolidad, bien usada, es un arma de inteligencia y nos ayuda a vivir. Yo soy frívola, pero no soy superficial. Soy muy controlada. Nunca me he emborrachado, nunca me he drogado… Bueno, alguna vez he fumado porros. Y probé el opio. Me gustó tanto que no quise volver a tomarlo”. A ella le basta con la fama.

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Sobre la firma

Martín Bianchi
Martín Bianchi Tasso es coordinador de Estilo de Vida en El País Semanal y además colabora con la sección de Gente de EL PAÍS. Fue redactor jefe de la revista ¡Hola!, jefe de Sociedad en Vanity Fair y jefe de Gente y Estilo en Abc.
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