Carmen Lomana: «No haré huelga el 8 de marzo, ¡qué voy a hacer yo esas tonterías!»
A propósito de la exposición de su armario en el Museo del Traje, nos recibe en su casa de Madrid para charlar –sin pelos en la lengua– sobre moda, Trump, acoso sexual o la reina Letizia.
“Puede que tenga que cortarte porque estoy haciendo entrevistas para un chófer nuevo. El que tengo se va”, advierte Carmen Lomana (León, 1948) nada más recibirnos en su casa de la madrileña calle Fortuny. La televisiva empresaria y coleccionista de moda brota entre los muebles con solera y los cuadros de Miró que decoran su espacioso salón. Lleva jersey gris de Zara, pantalón de traje de Prada y zapatos de tacón. Pese a que su pelo y maquillaje se ven impolutos, asegura estar muy cansada tras el ajetreo de la inauguración de su exposición en el Museo del Traje. Pero se muestra cercana y con ganas de hablar, avisando de su incorrección política antes de lanzarse a responder sin tapujos. Según dice, llevaba tiempo resistiéndose a abrir su armario al público por pudor (“ya sabes cómo es la gente, luego dicen: ‘ay, mira cuánto compra esta’”), pero al final se ha decidido. “Cuando vi el montaje sentí emoción al ver expuesta la ropa que me pongo”, confiesa. La muestra, que puede visitarse hasta el 29 de abril, recoge piezas del Dior de John Galliano, de los desaparecidos Azzedine Alaïa, Alexander McQueen o Davidelfín… y por supuesto Chanel, su marca fetiche.
Eres una de las grandes coleccionistas de moda en España.
Nunca he tenido intención de coleccionar. De haber sido así no habría abandonado mi vestido de novia, varios Saint Laurent o Issey Miyake en mi casa de San Sebastián cuando la vendí. Había muerto mi marido y lo único que quería era irme ligera de equipaje. Metí un montón de piezas en un pabellón del jardín y cuando intenté recuperarlas, la nueva dueña me dijo que no sabía qué habían hecho con ellas, pero no me lo creo. No tengo afán coleccionista pero si te gusta la belleza y vas comprando lo mejor de cada firma, acabas teniendo un armario sin fondo.
Más que armarios tienes habitaciones. ¿Has llegado a contar los zapatos o bolsos que tienes?
No, nunca. Sé que de Hermès tengo como unos 32 bolsos porque los estuve ordenando por colores. Pero ahora, por ejemplo, no me apetece nada comprarme Hermès. Prefiero Gucci o Prada.
En tu armario hay verdaderas joyas de Alta Costura, ¿cuál es la pieza más cara?
En este momento la Alta Costura me parece muy old fashion y la idea de hacerme algo a medida me aburre que me mata. Me chifla poder llevarme a casa lo que me gusta en el momento. Además, marcas como Dolce & Gabbana hacen un prèt-â-porter que cuesta distinguir de la Alta Costura. Mejor que el de Chanel, incluso. Y eso que he sido muy fan y tengo chaneles para dar y tomar.
¿Crees que Karl Lagerfeld se tendría que jubilar?
Lo creo desde hace tres o cuatro años ya. Y también he dicho que me gustaría ver a Alber Elbaz en Chanel porque interpretó muy bien Lanvin. Lagerfeld es un genio pero se le está yendo un poco la olla.
Entonces, ¿no te atreves a decir cuál es la prenda más cara de tu armario?
Un Dior del que me encapriché en uno de los últimos desfiles de Galliano eran 280.000 euros. La Alta Costura no baja de los 100.000 euros y a día de hoy, después de la crisis, me parece un disparate. La reservo solo para eventos especiales.
Habrá gente que se escandalice al saber que te has gastado 280.000 euros en un vestido.
Si alguien paga cinco millones de euros por un cuadro, no me parece tanto disparate gastarse eso en un modelazo que puedes poner en mitad de este salón y genera tanta admiración como una escultura. Menospreciar la moda es de catetos e ignorantes.
Jose, el actual chófer de Lomana, nos interrumpe para anunciar la llegada de uno de sus posibles sustitutos. Ella se disculpa haciendo gala de sus exquisitos modales y se pone en pie solicitando su agenda. Antes de dirigirse al vestíbulo, me mira y pregunta: “¿Has visto qué bonitas mis orquídeas? Las adoro”. Detrás del sillón en el que llevamos conversando un buen rato descansan varias flores que, asegura, cuida ella misma. “Cuando llego de viaje lo primero que hago es dejar las maletas y venir a verlas”.
Tarda poco en hacer la entrevista y vuelve contenta. “Este me ha gustado mucho”, confiesa entre susurros. “Esta mañana entrevisté a otro pero no era lo suficientemente alto para limpiar una casa con estos techos”, añade Lomana que, intuimos, busca un perfil mitad chófer, mitad mayordomo. Aparte de altura, mantener sin polvo los 450 metros cuadrados de casa y la colosal cantidad de objetos que habitan en ella también requiere de paciencia y buen hacer. Sobre la mesa del salón descansa un libro de Elizabeth Taylor y otro del fotógrafo Jeanloup Sieff. Otros tantos coffe table books de moda apilados en el suelo comparten espacio vital con un puff rosa grabado con sus iniciales. Las tapicerías de Gastón y Daniela conviven con obras de arte de Broto.
Estábamos hablando de tu prenda más cara. ¿Cuál es la más barata?
Un abrigo de Mango que me compré el otro día.
¿También compras en marcas low cost?
Claro, claro, claro. Lo que pasa es que la ropa low cost es mejor dejarla en el armario dos o tres años porque sales de casa y ves a todo el mundo vestido igual. Lo maravilloso es que han llevado la moda a la calle. A mí me hubiera encantado con 14 años tener piezas de 30 euros.
Segunda parada. Esta vez nos interrumpe su teléfono. Un mensajero la llama al móvil para asegurar la entrega de un ramo de flores. Continuamos la conversación. Un rato después, Jose se lo acercará al salón.
Has declarado que “Trump va a dar días de gloria a la economía de Estados Unidos”, ¿no te sientes ofendida como mujer porque alguien con ese historial de acoso e insultos llegue a ser presidente?
Y no me equivoqué. Conociendo la idiosincrasia americana y sabiendo cómo es el capitalismo americano… sabía que con él Estados Unidos iba a ir hacia arriba económicamente. Otra cosa es que a mí me parezca un tipo impresentable, que lo es. Él a mí no me gusta nada. No me gusta ni a mí ni a su mujer.
¿Qué te parece Melania Trump?
Creo que es muy guapa, pero me resulta muy fría. Yo creo que está hasta el gorro y por eso ni se ríe. Desde luego intelectualmente da la sensación de que no tiene mucha cabeza porque a mí no se me ocurriría leer un discurso sin asegurarme de que lo que voy a decir no es una copia. Pero bueno, tonta no será porque ha logrado venir de un país del este sin nada y situar bien a toda su familia.
Si no hubieras tenido la suerte de nacer en una situación privilegiada, ¿podrías estar con un hombre como Trump?
No, porque conozco mi temperamento y mi carácter. Pero hay muchas mujeres que lo hacen. Y mujeres monísimas que están con hombres mayores que las tratan a tortas.
¿Te gusta más el estilo de Melania que el de Doña Letizia?
Creo que la Reina ha mejorado mucho. Dicho esto, de vez en cuando pega patinazos, pero no porque vaya mal sino porque viste como una it girl, no como una reina. Si fuera presentadora me parecería fenomenal.
¿Qué te pareció el vídeo familiar de la Casa Real que tanto se comentó hace unos días?
No me gusta criticarlos pero reconozco que el vídeo era infumable porque estaba mal hecho. La luz era mala, la mesa era para llorar y la comida, lo mismo. Yo no sé a qué estaban jugando. Todos tenemos los vasos de Ikea para beber en la cocina pero no para sacarlos ahí.
Quizá lo hicieron para parecer más naturales.
La gente quiere unos Reyes que tengan una casa bonita, que hagan soñar. No tienen que ir de pobres porque todos sabemos que no lo son. Todo era de mal gusto y el menú incoherente. Si a mí de niña me ponen esa sopa con esas hojas verdes para comer, la monto. No había ni pan. Debe ser que no lo comen, pero al menos que lo pongan. Además, las niñas tienen que comer pan.
Volvamos a la moda. Tienes 145.000 seguidores en Instagram. ¿Te consideras influencer?
Puedo ser influyente pero me da pudor poner las firmas de las que visto en cada foto. Es verdad que la gente me pregunta y les acabo contestando, pero no tengo espíritu de mujer-anuncio. Desde luego que podría aprovecharme de lo tremendamente popular que soy, porque lo reconozco sin ninguna vanidad. Lo malo de esto es que pierdes el anonimato y no puedes salir hecha un pingo –aunque yo nunca lo hago– porque te vienen a pedir fotos.
¿Te consideras un icono de moda en España?
Yo no me considero nada. Te prometo que soy una persona muy humilde, pero sé vestirme y creo que tengo un fondo de armario que dudo mucho que haya alguien en España que lo puede igualar.
¿Qué prenda o tendencia no te pondrías jamás?
Los zapatos con grandes plataformas, los odio y me resultan muy vulgares. En eso coincido con Blahnik (ríe). Tampoco me gusta el chándal, me parece un horror y no favorece nada. La ropa muy ceñida y los grandes escotes con el pecho en bandeja, también me espantan.
Algunas celebrities como Cristina Pedroche o la modelo Emily Ratajkowski utilizan ropa provocativa para, según defienden, empoderarse y reivindicar que una mujer puede vestirse como quiera sin ser juzgada. ¿Te parece una declaración feminista?
A mí como si quieren ir en pelota picada por la calle, ¿comprendes? Adoro las transparencias, pero con un punto de elegancia. Lo que me parece una tomadura de pelo es que digan que es feminista. Las feministas están todo el día diciendo que no hay que utilizar el cuerpo femenino como reclamo publicitario o sexual, pero todas estas niñas que posan en Instagram con el trasero en pompa lo están haciendo. Me parece muy bien que lo hagan, pero que no digan que es feminista.
¿Te consideras feminista?
Mucho. Feminista en el sentido de que soy femenina y feminista. Para mí el feminismo es la mujer libre, independiente, que tiene su propia economía, que hace su trabajo bien y que con su ejemplo se reafirma como mujer. Soy la única de mi familia que ha querido trabajar para tener mi libertad y he luchado por mis derechos, pero tampoco he tenido que luchar mucho porque nunca me han menospreciado. He trabajado en la City de Londres en un mundo de hombres y ni me han pagado menos que a mis compañeros ni me he sentido infravalorada. Si eres una mujer inteligente y mona y sabes moverte en sociedad, creo que nunca te van a despreciar.
En España las mujeres cobran un 85% del sueldo diario de sus colegas masculinos.
Yo creo que en el mismo trabajo y en el mismo nivel te pagan exactamente igual. Ahora, si hay hombres que tienen un nivel superior al tuyo porque están mejor preparados, porque han tenido esa suerte, porque son hombres o porque valen más que tú… pues lógicamente ganarán más.
Muchas actrices están denunciando que cobran menos que sus homólogos masculinos incluso siendo protagonistas.
Pues que no acepten el papel, que no lo acepten. Es la única manera de luchar. Y si tienes un señor que te está acosando para dártelo pues le dices: “Mire, métase el papel por donde le quepa, pero a mí no me interesa». Las que están ahora acusando de acoso, se volvían locas porque se les diera un papel.
Entonces, ¿la culpa es de las mujeres?
No, yo no creo que sea culpa de nadie. Lo que digo es que no entiendo por qué no lo han dicho antes. De repente una ha señalado a un hombre como acosador, que seguramente sea cierto, y han salido infinitos casos. Es lo que decía Catherine Deneuve y el grupo de francesas: ¿Nos estamos volviendo locos? ¿Van a tener que salir los hombres con bozal a la calle para no hablar? ¿Es que los vamos a castrar o cómo es el tema?
O sea, que te sumas al manifiesto de las francesas.
Totalmente. Además, no olvidemos que es una ridiculez decir que los hombres y las mujeres somos iguales porque fisiológicamente no lo somos para nada. Los hombres tienen testosterona y nosotras tenemos estrógenos y es muy diferente la manera de reaccionar. Y gracias a Dios que hay hombres con testosterona porque si no no habría ni niños. Ya se está perdiendo bastante la hombría como para que encima estén asustados.
¿Nunca te has sentido acosada?
He tenido muchos hombres en mi vida aparte de mi marido y jamás me han tratado mal. Y cuando alguno se ha querido pasar sin que yo quisiera, le he pegado un corte que lo he dejado en su sitio. Yo no soy ninguna mema para limitarme a decir: “Ay, que me acosa”. Otra cosa es que sea un maltratador. Yo eso no lo he vivido. Pero a mí me pega la primera bofetada, pero no la segunda. Aunque tuviera que fregar y limpiar si le dejo. Ese es el feminismo.
¿Vas a sumarte a la huelga feminista el próximo 8 de marzo?
No, qué voy a hacer yo esas tonterías. Ni siquiera tengo un horario de oficina que pueda interrumpir.
¿Crees que no es necesaria?
Yo soy de “prohibido prohibir”. Las que crean que yendo van a conseguir algo, pues que vayan. Pero yo no soy de ir ni a huelgas, ni a manifestaciones. He ido solamente a dos o tres en mi vida por temas de muertes por terrorismo o por amigos míos de San Sebastián que estaban raptados por ETA. Y cuando han venido los de Herri Batasuna a decirme: “Vamos a por ti, sabemos quién eres y dónde vives”; yo también les he dicho: “Pues yo también voy a ir a por ti y a por tu puta madre”.
¿Qué opinas de vestir de negro en las alfombras rojas para protestar contra el acoso sexual?
Me parece una tontería, pero si les gusta y se ponen de acuerdo, será que tienen sus razones. Yo estoy mucho más en la línea de todas las francesas. Pero bueno, son símbolos que están bien.
Es una forma de utilizar la moda como protesta.
Más que la moda, el color. Porque luego van con escotes, con transparencias, etc. El negro para algunos significa luto y tristeza, yo lo considero elegantísimo. Para mí el problema sería si me pidieran ir de rojo porque le tengo fobia.
¿Por qué crees que las mujeres de la derecha española no sienten el feminismo como algo propio? (Lomana fue número 3 del partido ultraconservador Vox).
En general son muy poco comprometidas. Cristina Cifuentes, por ejemplo, sí me parece comprometida. De todas formas, no sé qué es eso de derechas o de izquierdas. ¿Cómo me definirías a mí? Si ser de derechas es defender tu país, sus símbolos y su unidad; entonces soy de derechas. Si ser de derechas es que no te importen nada todos los temas sociales; entonces no lo soy. Me gusta ayudar y creo que las personas con una vida acomodada tenemos mucho que dar a la sociedad. Ayudo mucho a mantener una ONG en Tánger de 15 niños pero me da apuro hacerme fotos con ellos y colgarlo en Instagram.
Llega el segundo candidato, recomendación de Isabel Preysler. Al levantarse para entrevistarlo tira con el tacón una copa de agua con limón que había dejado sobre la alfombra a falta de “una mesa supletoria”. Este también le ha gustado. Me pide que apague la grabadora para comentar un par de anécdotas que habían quedado por el camino pero que no quiere hacer públicas. No tiene prisa por acabar la entrevista. Al final reconoce que está cansada. “Me operaron hace poco aunque no lo parezca porque no paro”, se justifica. Después de dos horas haciendo gala de un verbo imparable, planea ponerlo a remojo en un baño de espuma.
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