Ayuso, el PP y el teatro educativo: cuando el objetivo no es educar sino ganar votos
Ciertos análisis omiten elementos clave como las desigualdades entre centros públicos y privados y entre unas comunidades autónomas y otras
La educación es un terreno especialmente abonado para los debates acalorados y, muchas veces, para los datos ambiguos. La política educativa del Partido Popular y de Isabel Díaz Ayuso se caracteriza por dos cuestiones: va en sentido contrario a las recomendaciones de organismos internacionales como la OCDE o la Unión Europea y sus resultados e indicadores son peores que los de otros territorios con niveles económicos similares. En este contexto, “expertos” con experiencia en gobiernos conservadores nos han ofrecido un nuevo ejemplo de todo ello al exponer lo que se consideran fallos estructurales del sistema educativo español, pero presentando la política educativa del Partido Popular como un éxito rotundo, incluso al precio de distorsionar la realidad.
La paradoja del estancamiento: un análisis que falsea la realidad
Así, afirman categóricamente que “la tasa de alumnos que termina la ESO lleva casi seis años estancada en torno al 80%”. Pero esto no es cierto. Los datos oficiales muestran que desde el curso 2017-2018 la tasa de promocionados en España en cuarto de la ESO ha mostrado un leve pero constante aumento, pasando del 85,8% en ese año al 87,9% en 2022-2023. Esto supone un incremento del 2,1%, lejos de la idea de estancamiento que se intenta proyectar.
Y sobre todo no mencionan que el 95% de los estudiantes obtienen finalmente el título de la ESO: la mayoría de los que no promocionan repiten y obtienen el título al año siguiente en institutos o en Centros de Educación de Personas Adultas, como puede comprobarse también en la Encuesta de Población Activa (EPA).
Además, se omiten deliberadamente dos aspectos clave: las desigualdades entre centros públicos y privados y entre unas comunidades autónomas y otras. Las diferencias en la tasa de promoción en la ESO se han reducido en este periodo, pero no de la misma manera en todas las autonomías. La Comunidad de Madrid es un ejemplo de una situación muy mejorable: a pesar de su nivel de renta y socioeconómico, sigue por debajo de la media estatal y es la segunda comunidad con mayor diferencia (10,3 puntos porcentuales) entre centros privados (93,3%) y públicos (83%). En el País Vasco, por ejemplo, esa diferencia es de 1,5 puntos porcentuales, con tasas muy por encima de la media. Este desequilibrio, lejos de ser señalado como un problema estructural y como el resultado de una ideología que entiende la educación como un negocio y no como un derecho, se oculta en estos análisis. Y es que admitir esta brecha pondría en evidencia las carencias del modelo educativo del PP: los recursos para apoyos, refuerzos y otras medidas educativas no se asignan con equidad, es decir, donde se necesitan.
El mito de la falta de motivación: culpar a los estudiantes para ocultar la falta de recursos
Esta brecha refleja desigualdades que no se explican sólo por la “motivación” de los alumnos, sino por diferencias en recursos y apoyo institucional. No obstante, estos “expertos” insisten también en que la baja titulación en la ESO se debe a una “falta de motivación” de los estudiantes, algo que repiten una y otra vez sin aportar ninguna evidencia que lo justifique y que se ha convertido en una especia de dogma para ocultar la falta de recursos. Pero los datos evidencian que programas como PROA+, las Unidades de Acompañamiento y la Diversificación Curricular han sido cruciales para reducir las tasas de repetición y mejorar los resultados académicos. Gracias a estas iniciativas, financiadas por el Gobierno central, la tasa de repetición en la ESO cayó del 10,2% en 2015-2016 al 7% en 2022-2023.
Además, programas educativos como Diversificación Curricular han demostrado ser efectivos: el porcentaje de alumnos en tercero de Diversificación es ya, en el curso 2022/23, el doble del que hay en los antiguos PMAR en segundo de ESO, programas que no conducían a la obtención del título. ¿Por qué no se menciona este dato clave en los análisis? La respuesta parece ser simple: no encaja con su narrativa.
Resulta llamativo que se pasen por alto estas mejoras, a pesar de que los datos están ampliamente disponibles. ¿Desconocimiento? Difícil de creer. Más bien parece un intento deliberado de atribuir los problemas del sistema a factores individuales como la “falta de esfuerzo” en lugar de reconocer el impacto positivo de políticas implementadas fuera del marco de las comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular, de las que son paradigma las de la Comunidad de Madrid.
Flexibilizar no es bajar el nivel, es abrir oportunidades
Durante la pandemia, se adoptaron medidas excepcionales para facilitar la promoción de curso, lo que permitió a muchos estudiantes titular en la ESO y continuar sus estudios en la Formación Profesional (FP) de grado medio. Se critica estas medidas, afirmando que con ellas se reduce el nivel de exigencia y disminuyeron los esfuerzos. Esta afirmación, además de ser profundamente despectiva, no es cierta.
Los datos muestran que la tasa bruta de graduación en ciclos formativos de grado medio alcanzó un histórico 27,7% en 2022-2023, un logro que se debe, en gran medida, a la ampliación de plazas de FP financiadas por el Gobierno central. Presentar este avance como un descenso en la “exigencia” no solo es injusto, sino también falaz: otro de los dogmas de la derecha sobre el que tampoco se aporta ninguna evidencia salvo algo tan científico como que a mayor número de aprobados, menor nivel de exigencia, lo que implicaría que a mayor número de suspensos, mayor calidad de enseñanza. ¿Esfuerzo o apoyo? La respuesta es clara: los estudiantes responden cuando se les brindan las herramientas necesarias para triunfar.
Conclusión: desvelando el teatro educativo del Partido Popular.
Las afirmaciones de estos “analistas” sobre el sistema educativo español y el madrileño en particular están llenas de simplificaciones que no resisten un análisis más profundo. El objetivo parece ser reforzar la narrativa de éxito de las políticas educativas del Partido Popular y del gobierno de Isabel Díaz Ayuso, incluso a costa de ignorar datos clave y factores estructurales que contradicen su mensaje y perpetúan una narrativa que culpa a los estudiantes y sus “carencias” en lugar de analizar las verdaderas causas de las desigualdades educativas, adoptar medidas concretas y dedicar los recursos necesarios para corregirlas. ¿Ignorancia o estrategia?
Es fundamental que el debate sobre la educación se base en datos objetivos y en una visión integral que incluya a todos los actores implicados. Solo así podremos avanzar hacia un sistema más equitativo y eficaz, lejos de los prejuicios y las visiones sesgadas. El camino es largo, pero comenzar a destapar los espejismos que alimentan algunos discursos es un primer paso imprescindible.
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