Selina Scott, la periodista que hace 30 años enseñó la otra cara del rey Juan Carlos: “Debe estar lamentando cómo ha destrozado a su familia”
En el verano de 1992, la presentadora británica consiguió la exclusiva más buscada en España: una entrevista a solas con el monarca y acceso total a la intimidad de palacio. El resultado fue uno de los documentales más vistos en la historia de la televisión española
En el verano de 1992, el mundo entero miraba con admiración y un poco de envidia a España. El país vivía en un ambiente de constante fiesta y euforia. Barcelona acogía los Juegos Olímpicos, Sevilla era el escenario de la Exposición Universal, Madrid era Ciudad Europea de la Cultura y organizaba la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, y en todas partes se conmemoraba el 500º aniversario del descubrimiento de América. La periodista británica Selina Scott (Yorkshire, 71 años), que entonces era una estrella de la televisión en el Reino Unido, se propuso realizar un documental que reflejara la energía de esa España renacida y vibrante, pero quería hacerlo a través de los ojos del joven y dinámico monarca al que muchos señalaban como artífice del “milagro ibérico”: el rey Juan Carlos.
Scott, cara visible del informativo World News Tonight en el canal de televisión por satélite Sky News, acababa de presentar y producir un exitoso documental sobre Carlos de Inglaterra titulado Un príncipe entre islas, un reportaje que le sirvió como carta de presentación en el palacio de La Zarzuela. Antes de que don Juan Carlos diera el visto bueno al proyecto de la cadena británica independiente ITV, titulado A year in Spain (Un año en España), la periodista tuvo que reunirse durante meses con la Casa Real para negociar las condiciones del jefe del Estado. “Él no quería hablar en español, porque el documental era para la audiencia británica. Y tampoco quería hablar de Franco”, recuerda Scott en conversación con EL PAÍS desde su granja en Yorkshire, en el norte de Inglaterra, donde vive rodeada de cabras de Angora que producen lana de mohair.
A sus 71 años, es una leyenda viva de la televisión británica. En 1997 fue una de las primeras periodistas en firmar un contrato millonario para presentar un talkshow en Sky. Ahora está alejada del medio televisivo, al que califica como un ecosistema machista y sexista, “dirigido por hombres que discriminan a las profesionales mujeres por su edad”. “Por supuesto que Gran Bretaña es una sociedad que discrimina a los mayores. La cifra catastrófica de muertes por covid-19 en hogares de ancianos es solo un síntoma más de la falta de consideración que hay por las personas de avanzada edad. La televisión es un poderoso espejo de todo esto, reflejando actitudes y reforzando prejuicios”, denuncia. Actualmente, está dedicada a reforestar las 121 hectáreas de su finca, plantando árboles, setos y humedales para proteger la vida silvestre de Yorkshire. “¡Y también me sigo manteniendo en forma!”, aclara la veterana informadora, a la que en los años ochenta y noventa se comparaba en estilo y belleza con la princesa Diana de Gales.
Aunque han pasado 30 años, recuerda con nitidez los detalles de las semanas que pasó viajando por España junto al ahora rey emérito. Hasta 1992, los españoles estaban acostumbrados a ver al monarca en televisión una vez al año, dando su discurso de Navidad en un tono serio y portentoso. Ella se propuso despojar a Juan Carlos de Borbón de su traje de emperador, enseñando cada centímetro del hombre real: montando en su moto Harley Davidson por las calles de Madrid, pilotando su helicóptero sobre los campos de Extremadura y sobrevolando El Escorial, o capitaneando su yate, el Fortuna, en Mallorca. “Inmediatamente, nos vimos envueltos en este torbellino de bravuconería machista”, apunta la periodista, que reconoce que todo aquello le pareció “sorprendente y atractivo”. “Lo que más recuerdo de él es su energía de alto octanaje. Su carisma y calidez”, dice.
La presentadora entró con libertad en la vida del monarca, acompañándole por tierra, mar y aire, con acceso total a su día a día en el palacio de la Zarzuela y en el palacio de Marivent, en Palma de Mallorca. Dondequiera que iban, eran recibidos con vítores. “Tuve la impresión de que cuando se despertaba cada mañana se pellizcaba a sí mismo para comprobar que era el rey”, admite. Mientras recorrían España, él recordaba acontecimientos como el intento golpista del 23 de febrero de 1981, y analizaba la situación del país en el mundo. Scott también pudo entrevistar al entonces príncipe Felipe, al presidente del Gobierno, Felipe González, y a la reina Sofía.
“La relación en público de Juan Carlos con Sofía siempre era cortés. La Reina entró en el espíritu del rodaje con inmensa gracia. Inmediatamente, se encargó del equipo, asegurándose de que tuvieran bebidas frías y estuvieran cómodos. Parecía apoyar a su esposo y comprender su impulso y ambición. Era una parte muy importante del proyecto”, recuerda. “Don Juan Carlos debe estar lamentando cómo su comportamiento ha destrozado tan trágicamente a su familia”.
Uno de los momentos más interesantes del documental es cuando ella le pregunta al Rey si, “como el resto de españoles”, intenta no pagar impuestos. “No puedo decirlo, pero probablemente…”, responde el jefe del Estado entre risas nerviosas. “¿Es importante que un rey pague impuestos?”, repregunta ella. “Creo que sí…”, responde él, dubitativo, no se sabe si es porque la entrevista es en inglés o por no estar seguro. “Pero podría haberse librado fácilmente, decir que no”, insiste ella. “Sí. Pero después habría sufrido las consecuencias”, sentencia el monarca. Esos minutos de Un año en España se han hecho virales en estos últimos tiempos.
“Me pareció una pregunta obvia. Se lo pregunté porque yo estaba viendo en Mallorca cómo era la forma española de hacer negocios. En esos momentos, España estaba inundada de dinero en efectivo. Estaba a punto de haber un bum de la construcción”, explica la periodista. “Aeropuertos, carreteras, ferrocarriles, proyectos masivos de infraestructuras pronto revolucionarían la economía española. Y en el epicentro estaba un rey joven a punto de asumir el manto de supervendedor para el país”.
Un año en España fue un éxito de audiencia en el Reino Unido. Don Juan Carlos no se arrepintió de participar en el documental, pero sabía que si se emitía en España crearía un cisma en la Casa Real y revuelo entre la vieja guardia. “Los funcionarios de palacio entraron en pánico. Hicieron todo lo posible para que no se mostrara en la televisión española. Pero había tal demanda pública, alimentada por las revistas y los periódicos, que finalmente se emitió de madrugada en el canal estatal (La 1 de Televisión Española), cuando pensaban que nadie la vería”, revela Scott. “Su intento no funcionó. Millones de personas se quedaron despiertos para verlo. Obtuvo las cifras de audiencia más altas que ha tenido un documental en la historia de la televisión en España”.
La noche del 17 de enero de 1993, tras la emisión de la película Loca academia de policía 2, más de cinco millones de españoles vieron el documental en TVE, lo que supuso casi el 40% de los que en ese momento estaban frente al televisor. Según los datos de Ecotel, fue el programa más visto en su tramo horario y uno de los de mayor audiencia de ese mes. Pocos días antes de su retransmisión en España, Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa del Rey y el hombre de más confianza del monarca desde 1977, fue relevado de su cargo. Una vez cesado, el general Fernández Campo calificó el trabajo de la periodista británica de “frívolo”, declarando que don Juan Carlos resultaba demasiado humano en pantalla. “Recuerdo haber sido criticada rotundamente en la prensa española por tener la desfachatez de decirle a su apuesto Rey cómo debía arrancar su Harley Davidson. ¡Cómo se atreve una mujer a hacerle eso a su soberano! Me pareció gracioso”, dice Scott.
La periodista tiene su teoría sobre la caída del rey. “Sería fácil decir que fue demasiada tentación para un hombre guapo y de sangre caliente, pero su infancia peripatética e insegura probablemente haya tenido algo que ver en todo esto”, reflexiona. “Juan Carlos me contó que cuando Franco depuso a su padre, su familia quedó a merced de los parientes. Me narró cómo les echaron a la calle en Italia cuando un familiar decidió no acogerlos. Para alguien como él, la ignominia de tener que mendigar, de no tener la seguridad de un hogar y dinero, debe haber sido difícil de aceptar”, desvela. Incluso va más allá y sugiere que el monarca ya intuía cómo serían sus últimos años de vida.
“En nuestro primer viaje en helicóptero, él insistió en que visitáramos el monasterio de Yuste, un sitio remoto, en ruinas y cubierto de maleza. Antes de filmar el brillo y el glamur de su día a día, quería enseñarme el lugar donde muchos siglos antes un antepasado suyo (el emperador Carlos V) vivió el resto de su vida espartana tras abdicar en favor de su hijo”, recuerda la reportera. “Entonces me pareció extraño que fuera tan importante para él querer comenzar el documental en ese lugar. Ahora que está en el exilio, me pregunto si de alguna manera siempre supo que así sería cómo terminaría”.
Treinta años después, Selina Scott volvería a entrevistar al rey emérito. “Así podría hacerle la pregunta que no pude formular entonces… Franco”, dice. “Sus recuerdos de él. La influencia que tuvo Franco sobre él y lo que pasó por su cabeza cuando decidió rebelarse contra todo lo que este representaba. Y, por supuesto, sus pensamientos sobre el sufrimiento de todas esas familias españolas que durante tanto tiempo no pudieron hacer preguntas sobre dónde estaban enterrados sus familiares… Todo en aras de la armonía social y política”.
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