Sopa de níscalos y patata con picada de avellanas
Una sopa sencilla y reconfortante con setas y patata que puedes adaptar al contenido de tu nevera: chascar el tubérculo es el único truco para que el caldo quede contundente y gustoso.
Las sopas de patata, a medio camino entre el estofado ligerito y el caldo contundente, tienen algo humilde y a la vez reconfortante que me hace pensar en la comida que prepararía si viviera en la montaña y tuviera que apañarme con lo que hubiera (y encima comer fabulosamente bien). Un caldo sabroso, unas especias, un poco de embutido seco cortado fino, algún fruto seco o unas legumbres cocidas pueden rematar la jugada que convierta una noche de nevera vacía en una placentera cena.
Esta versión utiliza los níscalos no solo como acompañamiento, sino también para darle más enjundia al líquido base cuando trituremos en él la mitad de las mismas. Lo único que tenemos que saber hacer para que este plato sea un éxito es dominar el arte de chascar las patatas: cortar cada trocito solo un poco y, con un giro rápido del cuchillo, desgarrar el resto para que el almidón campe a sus anchas y le aporte cuerpo al caldo.
He utilizado esta seta porque está de temporada y no está especialmente cara -además, como las vamos a picar se pueden usar las que se compran en trozos, que son todavía más económicas-, pero podríamos cambiarlas por champiñones, cebolla, puerro, zanahoria, chirivía, pimiento o casi cualquier otra hortaliza. He sido parca con las especias para respetar el sabor de las setas y porque la picada final ya les da ese característico sabor de seta con ajo y perejil, pero si usáis otros ingredientes podéis jugar con cualquier semilla o sabor añadido que creáis que le puede ir bien.
Dificultad: Para cabezas de níscalo.
Ingredientes
Para 4 personas
- 1,5 l de caldo de pollo o verduras
- 200 g de níscalos sanos (enteros o trozos)
- 2 o 3 patatas medianas (unos 350 g)
- Dos cucharadas de hojas de perejil picado
- ½ diente de ajo
- 20 avellanas
- Aceite de oliva
- Sal
- Pimienta
Instrucciones
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