Cuatro tartas en bandeja para endulzar comidas y meriendas con mucha gente
Una tarta no tiene por qué ser complicada y tener más pisos que un rascacielos. Las ‘sheet cakes’ son sencillas y muy resultonas: un bizcocho con una cobertura encima. Punto y final
El otro día fui a un cumpleaños de estos con muchos invitados y mucha comida en el que cada uno traía lo suyo: como siempre en este tipo de eventos, hubo luces y sombras, auténticos y éxitos y verdaderos desastres, ante los cuales tu única opción es sonreír y elogiar, efusivamente, al culpable. Nos gustará cocinar y la comida buena, pero lo que no somos bajo ningún concepto es desagradecidos.
Uno de esos malos tragos a los que toda la fiesta tuvo que enfrentarse fue la tarta. Nadie vomitó, ni fue tampoco para tirarse de los pelos, pero las dos tartas de queso que el mejor amigo del cumpleañero había preparado no eran las mejores que he probado en mi vida (aunque seguro que estaban hechas con cariño). Pero esto me dio que pensar sobre el reto de preparar tarta para 20 personas, y la verdad es que, dadas las dimensiones de la fiesta, podría haber sido mucho peor.
El resultado podría haber sido mucho mejor si, en vez de complicarse con una tarta de queso, hubiera ido a por algo más sencillo. Cuando pensamos en una tarta, se nos vienen a la cabeza las tremendamente complicadas, con tres pisos y perfectamente decoradas, pero lo cierto es que, llevadas a lo más básico, son un bizcocho con una cobertura encima. Os presento las sheet cakes, un término estadounidense que quiere decir “tartas de bandeja”.
Como indica su nombre, solo hay que preparar un bizcocho en una bandeja grande de horno, y ponerle un frosting encima: simple, pero tremendamente resultón. Hoy os traemos cuatro recetas, pero puedes poner este concepto en práctica con cualquier tarta que veas por internet: en lugar de hacerla de tres pisos, con capas de relleno, decoraciones complicadas y el estrés por las nubes, échalo todo en una bandeja y listo. Si es que a veces nos complicamos mucho.
Tarta de mascarpone, mermelada de fresas y frutas del bosque
Un bizcocho de mantequilla sabroso y esponjoso con un topping de mascarpone mezclado con mermelada y fruta fresca: puedes usar esta receta como lienzo en blanco para ponerle la mermelada y la fruta que a ti te parezca, porque con todas va a quedar bien. Mermelada de melocotón y albaricoques, mermelada de higos y arándanos, mermelada de naranja y frambuesas… el límite lo pone tu imaginación.
Para preparar el bizcocho, mezcla en un bol 225 gramos de mantequilla con textura de pomada y 250 gramos de azúcar, y con unas varillas eléctricas bátelos durante tres minutos. Si usas varillas manuales, durante cinco, deben incorporarse muy bien para que después el bizcocho quede esponjoso (explicamos el porqué en este artículo sobre cookies). Una vez estén bien cremosos, añade cuatro huevos tamaño L, de uno en uno, incorporándolos completamente antes de poner el siguiente. Una vez combinados, añade un chorrito de extracto de vainilla, y mézclalo.
En otro bol mezcla 400 gramos de harina de trigo, ocho de levadura química (tipo Royal) y tres de sal. Mezcla bien, y después mide 250 mililitros de leche entera. Ahora, a mezclar todo: añade un tercio de los secos al bol de la mantequilla y los huevos e intégralo con unas varillas. Después, un tercio de la leche. Otro tercio de los secos, otro de la leche, otro de los secos, y otro de la leche. Incorporarlo de esta forma hace que se creen menos grumos y que la masa se forme antes, ralentizando la creación de gluten y por lo tanto dándonos un bizcocho más tierno. Una vez esté todo mezclado, pásalo a la bandeja de horno y llévala al horno precalentado a 180 grados, de 35 a 40 minutos dependiendo del tamaño de tu bandeja, hasta que un palillo insertado en el centro salga con solo un par de grumos (cuanto más gordo sea el bizcocho, más tiempo le llevará).
Mientras el bizcocho se enfría, prepara la crema de mascarpone: bate 100 gramos de mascarpone en un bol, hasta que esté cremoso, y añade 300 mililitros de nata para montar. Bate hasta que empiece a espesarse, unos dos minutos. Entonces añade 20 gramos de azúcar glas -la mermelada, que ya lleva azúcar-, un chorrito de extracto de vainilla y una pizca de sal. Continúa batiendo hasta que la nata forme picos que mantengan la forma, y refrigérala al menos 30 minutos.
Una vez el bizcocho y el mascarpone estén fríos, es hora de montar: empieza extendiendo una capa fina de mermelada de fresa por toda la superficie del bizcocho. Después, vierte toda la crema de mascarpone y extiéndela en una capa uniforme. Reparte aleatoriamente cucharadas de mermelada de fresa por encima del mascarpone (en total necesitarás unos 200 gramos de mermelada). Con una espátula o una cuchara, mezcla ambas cosas, creando un dibujo bonito. Decora con moras y frambuesas y refrigera la tarta al menos una hora antes de cortarla.
Tarta de zanahoria con frosting de mantequilla tostada y vainilla
Un clásico que no decepciona: una tarta de zanahoria con un bizcocho jugoso pero firme, con un frosting un poquito más adulto, con mantequilla tostada y vainilla (de la de verdad). Empieza tostando 100 gramos de nueces pecanas: puedes hacerlo en una sartén o en el horno mientras lo precalientas para hornear el bizcocho. Ten cuidado porque se queman fácilmente: estarán listas cuando sean muy aromáticas y adquieran un color dorado bonito. Una vez listas, resérvalas, déjalas enfriar y machácalas en trozos pequeños, pero que no se hagan polvo. Pásalas a un bol y añade 225 gramos de harina de trigo, cuatro de sal, cuatro de bicarbonato, seis de levadura química, media cucharadita de jengibre molido, una puntita de clavo molido, y dos cucharaditas de canela también molida. Mezcla y resérvalo.
Pela 350 gramos de zanahorias, rállalas con la parte gruesa de un rallador y añádelas a un bol junto a 175 mililitros de leche entera y un chorrito de extracto de vainilla. Por último, en un tercer bol, casca dos huevos tamaño L y añade 100 gramos de azúcar blanco y 100 moreno. Bate con las varillas hasta que doble su volumen y adquiera un color más pálido. A continuación, añade poco a poco -a hilo- 150 mililitros de aceite de girasol mientras sigues batiendo para que emulsione. Añade a este bol la mitad de los ingredientes húmedos, intégralos, y después la mitad de los secos. Repite con las otras dos mitades. Cuando tengas una masa homogénea y sin grumos, transfiérela a una bandeja de horno engrasada con mantequilla y métela a un horno a 180 grados durante 20-25 minutos, hasta que un palillo insertado en el centro salga limpio.
Mientras el bizcocho se enfría, prepara el buttercream poniendo en un cazo 125 gramos de mantequilla. Derrítela y cocínala sobre fuego medio, hasta que empiece a espumar y adquiera un color marrón tostado (ten cuidado porque se quema fácil). Retírala del fuego y déjala enfriar hasta que tenga textura de pomada. Bate la mantequilla con unas varillas hasta que esté bien cremosa. Añade 200 gramos de queso crema, intégralo también con las varillas, y después 150 gramos de azúcar glas. Vuelve a integrarlo y remata con las semillas de una vaina de vainilla y una pizca de sal (puedes sustituir las semillas por un chorrito de extracto de vainilla, pero los puntitos negros quedan preciosos y el sabor es menos artificial). Una vez el bizcocho esté frío, extiende el buttercream por encima y refrigera la tarta al menos una hora antes de consumirla.
Devil’s Food Cake
Chocolate, chocolate y chocolate: esa es la filosofía de la Devil’s Food Cake americana. Esta versión tiene un bizcocho con base de aceite jugoso y tierno, mezclado con yogur para intensificar aún más esa jugosidad, que puede recordar a un brownie pero con miga. Por encima, un buttercream americano sin pasarse de dulce y unos fideos de colores para alegrar a tu niño interior (puedes no ponérselos si eres un aburrido).
Para el bizcocho, comienza preparando 225 mililitros de café con el método que quieras (es opcional, pero no va a hacer que la tarta sepa a café, solo va a intensificar el sabor a chocolate: si no quieres ponerlo, sustitúyelo por leche). Mientras se hace, mezcla los ingredientes secos en un bol: 75 gramos de cacao en polvo, 200 de harina de trigo, ocho de bicarbonato, ocho de levadura química y ocho de sal. En otro bol, vamos con los ingredientes húmedos: bate dos huevos, y después añade 150 gramos de azúcar blanco y 100 de azúcar moreno. Bate con las varillas hasta que todo se haya homogeneizado y haya doblado su volumen y adquirido un color más pálido.
Continúa añadiendo las fuentes de grasa: 150 mililitros de aceite de girasol y 150 gramos de yogur griego. Una vez todo esté incorporado, añade un tercio de los ingredientes secos, incorpóralos con las varillas, y repite con los otros dos. Ya casi estamos: añade la mitad del café, incorpóralo, y repite con el resto. Una vez tengas una mezcla sin grumos y brillante, pásala a una bandeja de horno engrasada con mantequilla y métela a un horno a 180 grados, de 20 a 25 minutos, hasta que un palillo insertado en el centro salga limpio.
Mientras el bizcocho se enfría, vamos a preparar el buttercream: pon en un bol 200 gramos de mantequilla sin sal a temperatura ambiente, con textura de pomada. Bátela con unas varillas hasta que esté muy cremosa, unos tres minutos, y entonces añade el resto de ingredientes: 200 gramos de azúcar glas, 40 de cacao en polvo, 100 mililitros de nata para montar, una pizca de sal y un chorrito de extracto de vainilla. Incorpóralo con las varillas con cuidado (será un poco complicado al principio pero poco a poco se irá emulsionando). Cuando empiece a tener textura homogénea añade 50 mililitros de nata para montar poco a poco, hasta que tenga textura de pomada. Cuando el bizcocho esté frío, extiende el buttercream por su superficie en una capa de grosor homogéneo. Finaliza la tarta con fideos de colores -si quieres- y refrigera al menos una hora antes de consumirla.
Hummingbird Cake con bizcocho de piña y plátano
La “tarta colibrí” es menos famosa que la de zanahoria, pero a mi me parece igual de rica o mejor: con un bizcocho de piña y plátano jugoso y con mucho carácter. Su origen es jamaicano, aunque es una tarta muy popular en el sur de Estados Unidos, donde probablemente se le sumó el frosting de mantequilla. Para empezar, necesitamos dos plátanos; unos 350 gramos, muy maduros, que se hayan puesto ya oscuros (también puedes hornear unos normales a 180 grados durante 20 minutos, hasta que se pongan negros). Pélalos y aplástalos en un bol con un tenedor hasta que formen una pasta. Seguimos con la piña; enlatada porque después también usaremos el zumo: pica 200 gramos de su carne en cubos pequeños y reserva el jugo.
Pon en un bol grande dos huevos, 100 gramos de azúcar blanco y 125 de azúcar moreno. Bate con unas varillas hasta que doblen su volumen y adquieran un color más pálido, y después emulsiona 150 mililitros de aceite de girasol, hasta que esté perfectamente incorporado. Vamos con la fruta: la pasta de plátano, la piña en cubos y 125 mililitros de su zumo. Mezcla bien hasta que sea homogéneo.
En otro bol, combina 350 gramos de harina de trigo, cuatro gramos de canela, una cucharadita de bicarbonato y otra de sal. Añade la mitad de los ingredientes secos a los húmedos, mézclalos hasta que se integren completamente, y repite con la otra mitad. Por último, añade a la masa 25 gramos de pasas y otros 25 de nueces pecanas tostadas y picadas. Mezcla, pásalo a una bandeja de horno engrasada con mantequilla, y hornea a 180 grados, de 20 a 25 minutos, o hasta que un palillo insertado en el centro salga limpio.
Mientras el bizcocho se enfría, bate 200 gramos de mantequilla en un bol hasta que esté cremosa. Añade 200 gramos de queso crema y repite el proceso. Continúa con 200 gramos de azúcar glas, intégralo completamente, añade un chorrito de extracto de vainilla y una pizca de sal, vuelve a mezclar, y listo. Cuando el bizcocho esté frío, extiende el buttercream por encima, decora con 25 gramos de nueces pecanas tostadas picadas y, si quieres, con unas cuantas flores comestibles. El triunfo está asegurado.
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