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Dónde comer bien en el Camino de Santiago: una peregrinación gastronómica

Cada año hay más peregrinos haciendo el camino por alguna de sus vías: recopilamos bares de tapas, menús del día o degustación, tabernas y hasta comida tailandesa para comer con santidad

Que no falte un cocido del Galicia de Baamonde
Que no falte un cocido del Galicia de BaamondeAnna Mayer Mayer

Año tras año cada vez más peregrinos recorren los caminos de Santiago; en julio de 2023 en Compostela se ha emitido la credencial número 200,000 del año: hablamos de un crecimiento interanual del 14% y de un récord histórico. Más allá de la parte espiritual -motivación originaria para emprender este peregrinaje-, se han ido añadiendo razones distintas que hacen que hacer el Camino sea algo apetecible: superación personal, ejercicio, aire libre, turismo, cultura -y gastronomía.

Igual que las razones, también se han ido diversificando las modalidades. Si hace 30 años el camino se hacía a pie y con la mochila al hombro, llevando contigo todo lo necesario, ahora por las rutas -que también han ido creciendo- puedes ver bicicletas, patinetes eléctricos, barcos, caballos, burros, cabras y carritos.

Los peregrinos se multiplican y crecen las tipologías, así que al lado del peregrino originario con la mochila esencial, que duerme en albergues públicos y come el menú del peregrino, se han ido añadiendo otras fórmulas: empresas que recogen tu equipaje y lo llevan a la siguiente etapa, servicios de taxi, grupos con guías personales, minibus y alojamientos de cuatro estrellas. Al fin y al cabo el camino es lo que tú quieres que sea, así que ¿por qué no hacer un camino de Santiago gastronómico?

En los menús del peregrino los espaguetis boloñesa suelen campar a sus anchas -con honrosas excepciones- pero hay vida más allá. Así que si vas a hacer el camino de forma canónica pero de vez en cuando quieres darte un homenaje, si decides ir a tope y comer lo mejor que encuentras, o sencillamente da la casualidad que estás en uno de los caminos, aquí te proponemos algunos sitios donde comer bien. No pretendemos que esta sea una guía exhaustiva -sería demasiado largo- pero son buenas pinceladas aquí y allá a lo largo de los principales caminos de Santiago: el Camino Francés, la Vía de La Plata y el Camino del Norte. Tapas, bocadillos, tabernas o restaurantes estrellados, ¡hay un poco de todo!

El Camino Francés

Logroño, Frómista, León, Ponferrada: casi 450 kilómetros en los que se cruza el norte de la meseta, saliendo de La Rioja y acabando en el valle del Sil. En Logroño es conocida la calle Laurel, aquí es donde se sale de vinos y la oferta es muy variopinta: desde orejas rebozadas hasta brochetas de langostinos y piña.

Una tapa sencilla y deliciosa que hay que probar sí o sí son los champis del Soriano (Tr.ª de Laurel, 2, Logroño. Tel. 941 228 807). Funciona así: te haces fuerte en la barra o en la pequeña ventanita y pides “una de champis”. Parece mentira que algo tan sencillo pueda procurar tanta felicidad, pero así es: una rebanadita de pan con dos o tres champiñones hechos a la parrilla, uno encima del otro. El interior de sus sombreros esconde una micro gamba y la salsita mágica que le echan al cocinarlos. La gracia está en conseguir comer los champiñones sin mancharte, pero no te preocupes porque todo el mundo estará igual que tú.

Los champis del Soriano
Los champis del SorianoAnna Mayer Mayer

Si buscas una comida más elaborada, en Juan Carlos Ferrando (C. María Teresa Gil de Gárate, 7, Logroño. Tel. 941 214 795) encuentras buen producto, mucha verdura y sobre todo preparaciones ligeras. Puedes escoger entre tres menús, a partir de 45 euros, y ya que no tienes que conducir, déjate aconsejar por Zuriñe Ortiz en cuanto a los vinos.

Para terminar, da igual donde hayas comido, un helado en Della Sera (C. Portales, 24, Logroño. Tel. 941 222 111). Hay muchos sabores donde elegir, clásicos y originales, pero puesto que estamos hablando de Camino de Santiago hay que mencionar Paseo de Verano, un homenaje al Camino que une el obrador y la heladería. Sabe a almendra con piel, a brote de hinojo y a heno: los ingredientes naturales que se encuentran en esos tres kilómetros escasos de campo.

Llegados a Frómista, una buena opción es parar en el Mesón Villa de Frómista (Av. del Ejército Español, 22, Frómista. Tel. 637 410 771). Jorge Guitián lo visitó en marzo, y me cuenta: “Es un asador de toda la vida al que ahora Andoni Sánchez Dublín está dando una pequeña vuelta, añadiendo platos que encajan con la tradición pero con cierta actualización. Por ejemplo, su ensalada de palomino (pichón) escabechado. Pero si quieres producto y tradición 100% puedes pedir el cordero asado en horno de leña, y sales feliz”.

Dos opciones muy distintas también en León: para los amantes de la casquería, La Rinconada (C. Conde Rebolledo, 1, León) es vuestro templo. Al lado del mercado de Conde Luna, en el margen de la zona de bares y vinos, podrás tomar unos callos de los de dejarte pegados los labios, además de mollejas, riñones y tapas más tradicionales como la carrillera guisada. Si la casquería no es lo tuyo, o si quieres algo más especial, puedes seguir el camino de Santiago hasta Cocinandos (Plaza San Marcos, 5, León. Tel. 987 071 378). En su edificio, anexo al Parador de San Marcos, puedes probar un menú con estrella Michelin o, en el patio ajardinado, irte a unas opciones más tradicionales en su oferta de Parrilla.

Los callos de La Rinconada
Los callos de La RinconadaAnna Mayer Mayer

La Vía de La Plata

El núcleo del Camino de la Vía de la Plata sigue la calzada que los romanos construyeron entre Mérida y Astorga, alarga el recorrido empezando en Sevilla y dispersándose después de Astorga, según se decida ir por el Camino Francés o por Sanabria.

Para comer (o cenar) en Zafra, Acebuche (C. Sta. Marina, 3, Zafra. Tel. 924 553 320) es el local más recomendado de la ciudad: puedes escoger de su carta extremeño-italo-argentina o encomendarte al menú Confianza (49 euros). Isa Sánchez Flores, mi guía dichosa de todo lo extremeño, me recomienda también la nueva aventura de Carmen Peláez y Javo Gassibe, los cocineros de Acebuche: Che Pizza (C. Sta. Marina, 3, Zafra. Tel.: 633 039 482) que, efectivamente, está justo al lado. Rollo argentino con algunos clásicos porteños, pero asequibles, las pizzas son muy buenas y está en una zona agradable junto al parador de Zafra.”

En Mérida, justo frente al albergue de peregrinos, está Sawadi (C. Toledo, 85, Mérida. Tel. 696 573 665) un improbable tailandés en medio de Extremadura. Me dice Isa Sánchez Flores: “Él es de Mérida, se ha casado con una chef tailandesa y ha hecho nuestra vida un poco mejor. Han cogido un bar de siempre, en el barrio, lo han dejado tal cual y cocinan thai que te mueres, sin tonterías.”

En tierra salmantina vamos a lo que vamos, es decir: cerdo y casquería. Un sitio de toda la vida, y al que vuelvo siempre que tengo ocasión, es La Viga (C. Consuelo, 14, Salamanca). Su jeta -careta de cerdo frita- debería ser nombrada patrimonio material de la humanidad carnívora. Riquísimos también los callos y la lengua estofada. En Consentido (Pl. del Mercado, 8, Salamanca. Tel. 923 708 261) no se cambia de tercio, el protagonismo sigue siendo para la cocina castellana —cerdo ibérico, ternera, caza, trucha— pero actualizada. Jorge Guitián aún recuerda el salpicón de oreja de cochinillo que probó allí: ese plato ya no está en carta, porque cambia a menudo, pero seguro que encuentras algo igual de rico.

Si sigues por Verín tienes cita con la cocina de Begoña Vázquez. Regueiro da Cova (Rúa da Alameda, 21, Verín. Tel. 988 683 599) está en el centro de la ciudad y propone a diario un menú sencillo, de producto local y con bastantes platos ligeros y vegetales. Mucha de su clientela son peregrinos: “Suelen ser gente que pernocta en el parador. No es un turismo de albergue” me cuenta Bego. “Este año notamos más gente, normalmente teníamos muchos franceses, pero este año vienen sobre todo ingleses. Son clientes muy buenos, quedan encantados con nuestra gastronomía. Les gusta probar todo, ahora mismo lo que más vendemos es un milhojas de cachucha (cabeza). Lo que para nosotros es tradicional, para ellos es algo exótico”.

El Camino del Norte

El Camino del Norte sale de Hendaya y recorre toda la cornisa cantábrica hasta Ribadeo, donde se mete en el interior rumbo a Santiago. En Donostia, Jorge Guitián me recomienda encarecidamente Gerald’s Bar (Iparragirre K., 13, Donostia. Tel. 943 083 001). Este restaurante con ambiente de bar es casi un espejismo: en el barrio de Gros, en pleno centro, al lado de la playa, una cocina que no te esperas con mucha propuesta vegetal y precios contenidos. La carta cambia cada día y ofrece también vinos interesantes por copas y jarras.

Al llegar a Santander tenemos muchas opciones: mi propuesta, porque Italia es poderosa en mí, es Garbo (C. Bonifaz, 19, Izquierda, Santander. Tel. 641 785 260), la trattoria contemporánea de Berta y Giorgio, donde puedes tomar una pasta burro e acciughe -que viene siendo mantequilla y anchoas, el plato que une perfectamente Italia y Cantabria- o un vitello tonnato puesto al día.

La pasta italogallega de Garbo
La pasta italogallega de GarboAnna Mayer Mayer

Le pregunté a Alberto García Moyano, mi abogado tabernero de cabecera, que va mucho ahí y me ha propuesto tres sitios entre los que no he podido elegir. Para pescado asado, la Taberna La Radio (P.º del Gral. Dávila, 103, Santander. Tel. 942 232 628) o el Asador El Tronky (Bo. el Muelle, Pedreña. Tel. 942 500 018), donde se llega “cogiendo un barquito y, por un módico precio, te lleva a la orilla de enfrente, a Pedreña.”. En ambos locales encuentras buen producto y una relación calidad-precio fantástica, aun así, no bajarás de los 45-50 euros “pero ¡sin que te falte de nada!, subraya Alberto. Quedándonos en un ticket más contenido, García Moyano recomienda El Chumarru (C. la Montañesa, 7, Santander. Tel. 942 222 614). “Hace un menú todos los días con un cocido u otro: montañés o lebaniego, según el día de la semana. Y de segundo un plato de chumarru -que es cerdo en cántabro-, por ejemplo un lomo de cerdo con patatas fritas, o unas albóndigas con papas. Comida potente, muy bien hecha. El sitio es una preciosidad, y el menú, con vino, chupito y sí a todo sale a 13 euros”.

En Gijón nuestras recomendaciones están en los extremos de la playa de San Lorenzo. Puedes elegir una pizza de estilo napolitano en Curuxera (Marqués de Urquijo, 24, Gijón. Tel. 984 081 099) acompañándola quizás con una de las cervezas artesanales que elaboran en Langreo. O uno de los cuatro menús gastronómicos de Farragua (C. Contracay, 3, Gijón. Tel. 984 197 904), a partir de 42 euros. Aquí encontrarás platos ágiles de fusión cántabro-extremeña, igual que su cocinero Ricardo Señorán. Siguiendo la costa podemos parar a por una hamburguesa en la playa de Salinas en Ewan (C. Pablo Laloux, 1, Salinas. Tel. 664 646 767) o, a pocos pasos, sentarnos y darnos el homenaje que es el menú de Eleonore (C. Pablo Laloux, 13, Bajo Norte, Salinas. Tel. 672 427 070), un desfile de platos tan preciosos como deliciosos.

Los peregrinos más gourmet paran con placer también en Ribadeo, en la Mariña. En El Oviedo (Rúa Amando Pérez, 5, Ribadeo. Tel. 982 128 100) reciben muchos “caminantes” porque les pasan literalmente por la puerta. Lo importante, aquí: además de buenos vinos, las tapas y los platos que hacen hincapié en el producto local, del que se surten directamente de productores cercanos. La última vez probé un gazpacho de tomate verde fresquísimo, un pinto —un pescado gallego que ojalá se encontrara más en las cartas— con escabeche aparte y una tapa de sepia salteada y lentejas caviar infusionadas en mantequilla y café deliciosas.

Lentejas con sepia en El Oviedo
Lentejas con sepia en El OviedoAnna Mayer Mayer

Algunos de esos caminantes, probablemente los pro del segundo tipo, paran a cenar y dormir también en Javier Montero (As Barreiras 18, Estrada Villaselán, Ribadeo. Tel. 982 639 600). Aquí el acento está en los detalles y la comodidad: después de probar los platos de cocina gallega puesta al día -no te pierdas sus fabas de Lourenzá, cultivadas por ellos mismo- tienes tu habitación, acogedora y moderna, en la planta de arriba; y también a la mañana siguiente, un desayuno a la mesa sencillo pero completo.

En Baamonde el Galicia (Rúa Teniente Coronel Teijeiro, 16, Baamonde. Tel. 982 398 085) pertenece al selecto club de los restaurantes centenarios. Entrar en su comedor es como entrar en casa de una abuela gallega: caldo, ternera en salsa, merluza a la romana. El café de pota da para anécdota: pídelo.

Algo parecido ocurre en Arzúa en Casa Chelo (Rúa Fraga do Rei, 14, Arzúa. Tel. 981 508 248) donde para llegar al comedor tienes que pasar al lado de la cocina. Aquí lo propio es pedir la especialidad de la casa, la carne a la media hora: un filete de ternera rebozado que después se guisa -30 minutos, ya lo imaginabas- en una salsa de cebolla. Hay más caminos por recorrer, y aún más sitios donde parar a comer: esta ha sido una pincelada para abrir el apetito, encender la curiosidad y ojalá hacerte descubrir al menos un nuevo destino para tu próximo viaje.

Peregrinos retratados

Vicente Martín, uno de los tres socios del Oviedo, describe los peregrinos que pasan por allí de una forma tan simpática que merece ser compartida: “Nosotros vemos tres perfiles: el que ha empezado en Tapia, hace 10 kilómetros, se siente morir, necesita una transfusión o le sube la bilirrubina y para a comer con los pies como morcillas. Quiere comer lo que sea. Los pro, que mandan mochila y bártulos por correos y hacen fin etapa aquí en algún hotelito con encanto. Suelen ser de cenar, comen y beben y beben como licántropos, celebran estar vivos un día más y nosotros nos quedamos pensando en cómo se van a levantar a las seis de la mañana para llegar hasta Lourenzá o Mondoñedo. El tercer tipo son el Ferrari de los peregrinos: los que vienen haciendo el camino en un precioso velero, mono o multicasco, siempre por encima de los 30 pies de eslora. Pueden ser de comida o cena -la prisa no va con ellos-, normalmente grupitos de hombres solos, rudos hombres de mar, pieles bronceadas y blancos cabellos. Gurmés y bien bebedores, pero de poquita cantidad de comida y mucha charla. No tienen prisa en zapar y retrasan la vuelta al barco con cualquier excusa mientras discuten el parte meteorológico”.  

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