Nuestros vinos favoritos para un verano caluroso
Frescos, afrutados, florales, económicos y con un grado bajo de alcohol. Así son los vinos que nos gusta beber en verano.
El binomio ‘verano = cerveza helada’ es más simple que un palo. Pero tú no lo eres: tú, persona que lee, no puedes ser un pedazo de madera lignificada. Tienes una personalidad compleja, ávida de novedades y disfrutona con los matices. O por lo menos eso es lo que queremos pensar aquí, en El Comidista, y por eso te vamos a lanzar una buena lista de recomendaciones vinícolas veraniegas para que salgas de la simpleza.
Los que siguen a continuación son vinos de casi toda condición –faltan dulces y fortificados, que te interesen es ciencia ficción– pero todos tienen algo en común: son fáciles de beber y tienen un grado medio o bajo de alcohol. Ambas características los convierte en grandes vinos de fresqueo, esto es, para disfrutar en verano.
Tienen además la virtud de ser más o menos económicos: la mayoría ronda los 10 euros y ninguno está muy por encima de los 15. Eso sí lo tienen, la copa te sale ligeramente más cara que un tercio. O quizá no, que parte de la hostelería está soltando unos sablazos posconfinamiento que dejan tieso. Empiezo por los tintos.
Tintos
Estamos en Navarra, tierra de vinos frescos, y quizá este sea el más fresco de una bodega que cuida tanto el líquido como el diseño de la etiqueta –se agradece–. Nat Cool es un sello creado por el vinatero portugués Dirk van der Niepoort y con él quiere distinguir a vinos “fáciles y divertidos de beber”. Bueno, pues esto es este graciano que se marcan en Viña Zorzal. El trago pasa con una suavidad inusitada, es floral, frutal y retiene una acidez muy agradable. Con la botella enfriada en cubitera te pueden dar los 43 ºC y tan a gusto. Por cierto, el precio es ligeramente más alto de lo que decía en la introducción –16,90€– pero es que viene en botella de litro –sí, litrona–, así que el formato más convencional, de 75 centilitros, saldría a 12,70 euros.
Precio: 16,95€
Esta creación de Bodegas Roda está diseñada para el fresqueo. En su página web cuentan que es un tinto mezcla de tempranillo, graciano y garnacha que admite la temperatura de servicio de un blanco y que en esas condiciones se hacen aún más evidentes las notas florales y de fruta. Lo he probado frío y a temperatura ambiente y me convenció las dos veces. Ideal para tomar de aperitivo, con una comida ligera o un arrocito frente al mar. Un vino sin complicaciones.
Precio: 14,90€
Aquí va una recomendación de Mikel López Iturriaga, director de todo esto: “En mi ignorancia vinatera supina, soy el primero que se lanza a los blancos y los rosados fríos en cuanto llega el verano como si los tintos hubieran dejado de existir. Un comportamiento bastante estúpido, puesto que existen vinos tintos ideales para esta época (siempre que no los bebas a temperatura de micción, claro). La última propuesta de Bodegas Altún es el Villacardiel, cuya uva tempranillo procede de una parcela de altura en Laguardia (Rioja Alavesa). Entra en esta categoría: es afrutado, golosón y muy frescales, como un paseo por la playa en tanga pero más elegante y en Baños de Ebro. Recomiendo éste y todos los vinos de los hermanos Iker y Alberto Martínez Pangua, dos jóvenes vinateros que merecerían tener club de fans por los riojas renovados que elaboran”.
Precio: 16€
Esta garnacha tinta es uno de mis favoritos de la selección de tintos. Lo elabora la enóloga Julia Casado en la DO Bullas, esto es, en el interior de Murcia. Ahí no hay mucha garnacha, por no decir que la suya es la única: una ninja escondida entre uva monastrell. Se trata de un vino joven y afrutado, con dejes característicos de viticultura naturi –cierto aroma a pasto fermentado– y una acidez que, sin ser alta, da ganas de seguir bebiendo. Además, la etiqueta es bien chula y el proyecto de Julia, –su bodega La del Terreno–, le supuso la distinción como Emprenedora del Año en 2017. Pero eso ya es harina de otro costal.
Precio: 12,90€
Blancos
El primer blanco es un verdejo: la uva blanca más mainstream del panorama nacional. Pero ojo, que la recomendación es del winestar Santi Rivas, así que está fuera de sospecha: “Esa manera de pedir la uva verdeja -que es como ancestralmente se llama a esta variedad- como un 'verdejito fresquito' ha hecho mucho daño a la imagen de los vinos monovarietales de esta uva. Afortunadamente la bodega Barco del Corneta, desde su génesis, acudió al rescate de la reputación de esta variedad y, como son gente de sólidos principios, esta referencia de entrada de gama ya da nivel suficiente para revisar nuestros prejuicios por muy razonablemente fundados que estuvieran”.
Precio: 8,90€
Belondrade Quinta Apolonia 2018
Mònica Escudero propone la siguiente botella, también de verdejo –o verdeja–: “Descubrí Quinta Apolonia en una cena en Cruix y desde entonces se ha convertido en uno de mis vinos de referencia, de esos que te acompañan en las celebraciones y momentos bonitos (punto extra, no es carísimo y es fresco y perfecto para el verano ). Es una mezcla -ensamblaje, le llaman los que saben- de dos verdejos, uno elaborado con la uva de los viñedos más jóvenes de la bodega y un 40% de las primeras selecciones de sus barricas. A mí me sabe fresco y frutal, como a melocotón y cítricos, y me gusta tomarlo desde solo hasta con quesos cremosos, platos de pollo o cerdo y pescado o marisco. Está buenísimo de todas las maneras”.
Precio: 13,50€
Decir txakolí evoca acidez de estómago, y aunque es una fama ganada durante dácadas a fuerza de infames botellas servidas en bares de pintxos, esta uva –como todas– puede dar grandes vinos si la tratan con cariño. La muestra es este Txakolí Uno de Bodegas Bat Gara: floral y fresco a más no poder. Un ligero aporte de riesling le aporta una acidez –de la buena– muy marcada. Luego además tiene algo de crianza con lías –cadáveres de levadura, es así de escabroso– lo que genera una sensación untosa en la boca.
Precio: 10,20€
Esta recomendación también la firma mi gurú del vino, Santi Rivas, y no puedo estar más de acuerdo con él: “Un básico de una de las mejores bodegas mediterráneas españolas, afincada en el Penedés. El catálogo de Celler Pardas es, de bueno, casi ofensivo para con otros elaboradores de estas latitudes, y más si tenemos en cuenta que este es su vino más barato, pero es que el más caro no llega a los 35 euros. En cualquier caso, en este blanco de culto encontramos un ensamblaje de variedades que van desde las winelovers malvasía de Sitges o la 'gris' xarel·lo vermell, a las ya más 'normales' xarel·lo y macabeu –viura–. Se puede tener fresqueo sin perder complejidad, comidisters”.
Precio: 8,95€
No podía faltar la uva blanca española más trendy del mundo mundial: la albariño. Y este no es un albariño cualquiera, es una cosa riquísima, elaborada por la Adega Entre Os Ríos en Coruña. Es un monovarietal y tiene un toque de crianza en barrica y de envejecimiento en botella. Mantiene toda la acidez y las flores de esta variedad, pero con cierta domesticación muy agradable. Quizá, junto con el Pardas, mi vino blanco preferido de la lista.
Precio: 14,90€
Maestrante Blanco Semidulce 2019
Carlos Doncel tira para su gaditana tierra con dos recomendaciones. Para empezar, un semidulce del que dice lo siguiente: “Maestrante, el semidulce de la conocida bodega de Barbadillo, es un blanco muy ligero y fresco. Ese que tomas a mediodía en una terraza cuando te apetece algo refrescante y fácil de tomar”.
Precio: 5,50€
La segunda recomendación de Carlos es un chardonnay sureño, suena a aromas tropicales, pero esto es lo que dice Carlos: “El Entrechuelos, de Miguel Domecq, es algo más complejo (¡mira, mamá, he dicho "complejo"!). Aunque creo que, al igual que el Maestrante, es otro vino muy fresco, ideal para tomar en estas fechas. Cuando bajo a Cádiz es uno de los fijos en las reuniones de amigos”.
Precio: 5,25€
Si eres de vinos florales –mucha gente suele llamarles dulces, aunque sean secos–, este es tu vino definitivo. Lo elabora Raventós i Blanc con macabeu y moscatel y resulta muy delicado. La mayoría de los vinos de Can Sumoi podrían estar en esta lista: son vinos naturales y biodinámicos –no se nota, ¡albricias!–, cultivados en altura, lo que se traduce en frescura. Este Perfum es la máxima expresión del carácter fresquero de la bodega.
Precio: 9,50€
Yolanda Ortiz de Arri, periodista gastronómica especializada en vinos y colaboradora en Spanish Wine Lover o 7 Caníbales, recomienda encarecidamente este vino gaditano –que haría las delicias de Carlos Doncel, claro–. Yolanda dice así: “A Primi Collantes nunca le han aplaudido desde los balcones de Chiclana pero no estaría de más que lo hicieran porque él y su familia han conseguido resistir la presión del ladrillo y seguir cultivando una parte considerable de los pocos viñedos que quedan en este pueblo de la costa de Cádiz. Matalián es el nombre de su finca principal, con vistas al océano Atlántico, y de allí sale este vino blanco seco y ligero, con buena carga frutal y perfecto para vuestros encuentros en la tercera fase y durante el resto del verano. Se elabora con palomino, pero Viña Matalián no tiene el sabor punzante de la manzanilla y los finos del Marco de Jerez. Es joven y directo, aunque sí que tiene ese recuerdo salino de los tradicionales suelos de albariza de la zona”.
Precio: 8€
Rosados
¿Se pueden elaborar vinos frescos en Jumilla partiendo de uvas monastrell? Ni el terreno ni la variedad parecen acompañar pero este rosado certifica que sí, es posible. Este básico de Bodegas Luzón es uno de mis favoritos de este productor, por lo menos para la canícula –nada que ver con sus tintos de gama alta, que son como cañonazos–, y es que beberlo es pegar lametazos a una piruleta de cereza. Un vino sencillo, sin complejidad, para disfrutar como un enano a la fresca de una terraza.
Precio: 6,90€
La prieto picudo es una variedad endémica de León con la que se elaboran rosados industriales que se venden a volumen. Calandria Rosado de Bodegas Belote se elabora con esa uva, pero con mimo. Fermenta espontáneamente en acero inoxidable, para respetar las características afrutadas de la uva, y luego se cría en cuevas, que es el hacer tradicional de la zona. Es otro vino delicado, floral, con marcados aromas de cerezas y de otras frutas rojas. Más agradable no se puede ser, oiga.
Precio: 9,70€
Espumosos
¿Es un vino? ¿Es una cerveza? Pues es un vino, un vino que se elabora con los hollejos y se refermenta en botella con mosto, lo que genera aguja. Lo produce Rafa Camps, distribuidor de vinos naturales, con uvas monastrell y garnacha. Rafa, que es lo contrario a un purista del vino, recomienda beberlo con hielo y piel de naranja o de limón, como si fuera un aperitivo. Yo le he hecho caso y el invento está bien rico, es un aperitivo listo para beber, una oda veraniega, alegría pura.
Precio: 8€
La últimas recomendación vuelve a ser de la periodista y experta en vino Yolanda Ortiz de Arri. De estas burbujas, afirma lo siguiente: “Traducido literalmente como rojo loco, este vino espumoso del color de la carne de sandía y cerrado con chapa es el perfecto acompañante para aperitivos, tardes de terraza con amigos y noches de verano pandémico. Es tan refrescante y fácil de beber que te puedes pimplar la botella casi de una sentada y sin darte cuenta. Se hace con el método ancestral, que es la forma más artesana de embotellar burbujas, siempre menos persistentes que en otros espumosos como el cava o el champagne, pero no por ello menos disfrutables”.
Precio: 11,15€
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