Por qué mejora tu vida con los productos de cercanía
¿No te fijas en el origen de los alimentos que consumes? Haces mal: comprando comida de proximidad obtienes más calidad, mejores precios y menor impacto ecológico, y encima ayudas a la economía de tu zona.
Cuando voy los sábados por la mañana al puesto del frutero parloteo sin parar. Pruebo de esto y de lo otro e inspecciono con aire circunspecto los tomates para decidir si ya están listos para ensalada o aún sirven únicamente para guisar. Para mi sorpresa, soy la única clienta (descontando a las señoras de 60 para arriba que se me intentan colar) que sabe cuándo empiezan las ciruelas o si es demasiado pronto para las alcachofas. No tengo mérito. Ese conocimiento se incluyó en mi cerebro sin esfuerzo por mi parte debido a mis veranos agrarios y a un padre que tenía huerta urbana cuando eso era de pobres y no de hipsters con posibles.
Nos rasgamos las vestiduras cuando vemos vídeos de niños diciendo que la leche viene del tetrabrik y los huevos del súper, pero conozco gente adulta que no sabe que las naranjas son de invierno y los calabacines de verano. No es culpa suya. La distancia que separa nuestra sociedad actual del antiguo calendario agrícola es enorme, y ¿acaso no hay naranjas durante todo el año en las tiendas?
Lo extraño es que este desconocimiento general convive con una preocupación cada vez más perceptible por lo que comemos: transgénicos, pesticidas, súper alimentos, huella de carbono… Hay una importante clientela interesada en los productos ecológicos que en ocasiones, se ciega con el sello de certificación y llega a comprar a precio de oro alimentos, cuando tiene a su alcance otros parecidos que se producen cerca de casa. Igual no tienen sello (cuestión peliaguda por todas las condiciones burocráticas que hay que cumplir) pero están en su mejor sazón y ayudan a sostener el tejido económico y social de nuestra región. Son los alimentos de proximidad, indisolublemente ligados a los de temporada. Tanto monta, monta tanto, porque es casi imposible que de una zona próxima te traigan frutas y verduras maduras si no es su época de recolección.
¿Pero qué porras son las frutas y verduras de proximidad o temporada? ¿Cómo puedes distinguirlas y no hacer el canelo llevándote a casa fresas que saben a corchopán?
Veamos: los alimentos de proximidad, valga la redundancia, son aquellos que se producen en un radio de distancia relativamente cercano. Aunque algunos establecen esa distancia en un máximo de 100 kilómetros, pero no es necesario ser taxativos. En ciertas ocasiones puede ser menos (mejor una lechuga de tu propio pueblo que traer una de 80 kilómetros más allá) o más (igual en tu provincia por ejemplo no se cultivan los kiwis, así que seguramente siempre provendrán de algún lugar más allá del límite de 100 km).
Lo bueno de los productos de proximidad es que es muy probable que los metas en tu despensa en su mejor momento de maduración, porque no pasa mucho tiempo entre su recogida y su consumo. El menor coste de transporte hace que el precio final pueda ser más barato y el proceso más sostenible en términos medioambientales. Ayudamos a la economía de nuestra comarca y además tenemos la posibilidad real de descubrir la trazabilidad de nuestros alimentos, aumentando nuestra confianza e incluso pudiendo establecer una relación directa con el productor. Aunque las frutas y verduras de proximidad no excluyen las grandes producciones, también juegan un importante papel los pequeños agricultores.
Por si todo esto fuera poco, nuestra actitud como consumidores de cercanía puede fomentar la protección del patrimonio agroalimentario y favorecer el cultivo de variedades autóctonas que han estado en peligro debido a la uniformización alimentaria.
Los productos de temporada son, por su parte, aquellos que siguiendo su ciclo natural de cultivo están en el mejor momento para ser consumidos en ciertos meses del año. La temporalidad implica no sólo un despiporre gustativo sino una importante rebaja en el precio: no es lo mismo comer naranjas recién cogidas de un árbol que pagar su transporte desde otro continente. El coste de distribución baja radicalmente y encima hay mayor disponibilidad, por lo que nuestro bolsillo sufrirá mucho menos si compramos fresas en mayo que en febrero. Por no hablar de sus cualidades organolépticas, que no se verán disminuidas por recogerlas antes de su maduración.
Como hemos visto antes, en la idea de proximidad está implícita la de temporalidad e igualmente al revés. La sazón de las frutas y verduras depende totalmente de la zona en la que se cultiven, y hay un mes o más de diferencia en la fecha de maduración de los tomates entre el Sur y el Norte de España. El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente promociona recurrentemente la idea de “fruta y verdura, de aquí y ahora”, y tiene un calendario aproximado para que veamos la disponibilidad de estos alimentos (frutas y verduras) a lo largo del año.
Vale, y ahora ¿dónde compro? Felizmente, hay opciones para todos los gustos. Cada vez hay más grandes superficies en las que los alimentos de proximidad y temporada están destacados. Además de en los mercados de abastos, muchas ciudades y pueblos españoles tienen la suerte de contar con ferias semanales a las que acuden productores cercanos con muy buen género. Por ejemplo, en León los miércoles y sábados por la mañana en la Plaza Mayor, en Cangas de Onís cada domingo, los sábados de cada semana en Allariz (Ourense), los martes de Plasencia, los lunes de Gernika… También existe la posibilidad de hacerse miembro de un club de consumo o pedir cestas de verduras a un productor próximo. Ya no hay excusa para sacarle todo el jugo a nuestra cesta de la compra a la vez que ahorramos y llevamos una alimentación variada y saludable.
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