Seis vinos prodigiosos blancos de godello por menos de 20 euros
La uva gallega, recuperada del abandono, ha ganado cuota gracias al trabajo de bodegueros como Rafael Palacios, Telmo Rodríguez o Ana Martín y Pepe Hidalgo
Una tendencia irresistible hacia la calidad se extiende por todas las zonas vitivinícolas de Galicia, tierra de mar y luz matizada por la bruma que se refleja, dorada y frutal, en sus magníficos blancos basados en variedades autóctonas de singular perfil ampelográfico y versatilidad enológica. Deslumbró primero la blanca albariño, seguida años después por la godello, recuperada del abandono y la paulatina desaparición gracias el proyecto Revival, implementado en 1974 por Horacio Fernández Presa, cofundador de la bodega Godeval y jefe comarcal de la oficina de Extensión Agraria de la comarca de O Barco de Valdeorras, en el valle del Sil. Gracias a su impulso han ido replantándose viñedos en sus laderas de pizarras, cuarcitas y esquistos. Con los años la zona ha ido cobrando impulso gracias a la calidad de sus blancos y la labor promocional del pionero bodeguero José Guitián, que ocupó la presidencia del consejo regulador.
El espaldarazo definitivo vendría de la mano de enólogos y viticultores tan prestigiosos como Rafael Palacios, Telmo Rodríguez o el tándem Ana Martín y Pepe Hidalgo, que alumbraron vinos prodigiosos hasta convertir Valdeorras en una Denominación de Origen emergente. Bajo su impulso y la amplia aceptación de los consumidores, otras zonas donde se cultiva la minoritaria godello se han incomparado a la elaboración, fundamentalmente en el Bierzo, ampliamente conocida por sus magistrales tintos de mencía.
Rafael Palacios, benjamín de una saga portentosa que encabeza su hermano Álvaro, ha elegido la subzona Val do Bibei de la DO Valdeorras para desarrollar su personal proyecto vitivinícola. Louro do Bolo, procedente de pequeñas parcelas, es la oferta más económica, pero de grandísima calidad. El vino ha fermentado en fudres de roble francés de 35 hectólitros, y permanecido cuatro meses con sus lías finas. Oferta aromática plena de fruta carnosa, con elegantes notas de flor de árbol, hierbas de campo, frescas notas cítricas y recuerdos de pastelería especiada. En boca tiene concentración, resulta sabroso y equilibrado, con un largo final de complejas resonancias del terruño.
Los Guitian, Mari Carmen y Senén, tan dinámicos como clarividentes a la hora de sacar partido a sus 10 hectáreas de soberbio viñedo, han renovado su notable oferta de la mano de la enóloga Ana Martín y el magisterio de Pepe Hidalgo. Su mejor ejemplo es este blanco fermentado en barricas nuevas de roble americano y francés, con posterior crianza de seis meses con sus lías. El resultado es un vino de complejo perfil aromático a fruta carnosa y exótica, enriquecido por las elegantes notas de flor blanca y hierbas aromáticas, con la sugerente aportación de la madera y sus notas tostadas y especiadas. Sabroso, mórbido, estructurado, fresco y vivo, con un exquisito amargor final.
Grégory Pérez, un bordelés de raíces hispanas formado en el prestigioso Château Cos d'Estournel, ha encontrado su hábitat vitivinícola (y vital) en el Bierzo, donde aún pueden encontrarse viejos viñedos donde las variedades blancas conviven armoniosamente. Con cepas viejas de godello de pequeñas parcelas elabora este blanco que fermenta en un fudre oval de 4000 litros, con posterior crianza de 10 meses. Aroma tan sugestivo como expresivo, donde la fruta de hueso y exótica, las flores blancas, hierbas silvestres balsámicas y las frescas notas cítricas, se abren sobre un leve fondo de finas especias. Sabroso, su textura sedosa encierra un sabor equilibrado, largo y persistente.
La genialidad del vinicultor Raúl Pérez en el Bierzo, mostrada con sus tintos de mencía, tiene continuidad con los blancos de godello, como este Utreia elaborado con uvas procedentes de viñedos plantados en las poblaciones de Valtuille de Abajo y Cacabelos. Tras la fermentación en fudres tiene una crianza en barrica de roble de un año. Aroma complejo, con la abundante frutosidad enriquecida por las sutiles notas florales, la piel de cítricos, las hierbas silvestres, y la consistente, pero liviana presencia de tostados y especias, con la sugerente impronta del terruño. Sabroso y amplio en boca, de paladar suave, casi graso, buena acidez y cuerpo, con un fresco final afrutado.
Telmo Rodríguez, paradigma del enólogo explorador, sin más límites geográficos que el potencial de calidad que le permita elaborar vinos elegantes, frescos, personales y a precio económico, ha creado este vino de viñedo con la versátil godello de Valdeorras. En concreto con uvas de la finca O Barreiro, ubicada en la zona de Larouco. Se trata de un blanco joven, pero que ha madurado varios meses sobre sus lías. No necesita más para mostrar el carácter atlántico expresado en un aroma muy varietal, donde la fruta de hueso madura dialoga con la sutil presencia floral, y la refrescante presencia cítrica. Sabroso, de gusto suave y envolvente, discurre vivaz, con final largo y evocador.
Pionera en la recuperación de la variedad godello en riesgo de extinción, la bodega ha pasado de las dos hectáreas de viñedo que poseía en 1988, cuando lanzó el popular Viña Godeval, a las actuales 25 hectáreas, lo que permite una oferta de vinos diversificada con el denominador común de la calidad. Una buena muestra es este moderno Godeval Cepas Vellas, un vino joven, pero con cinco meses de maduración con sus lías. Aroma intenso y fresco, con la fruta madura marcando la impronta olfativa donde es factible percibir notas de flor seca, plantas silvestres y miga de pan. Sabroso, graso, suavemente meloso, con elegante amargor final envuelto en resonancias de terruño.
Periodista, escritor, y crítico enogastronómico. Premio Nacional de Gastronomía 2002. Es crítico enológico de EL PAÍS desde finales de los ochenta. En 1989 participó en la fundación de Slow Food, donde ha sido vicepresidente internacional y presidente nacional. Es autor de libros como 'El Libro del Vino' y 'El Libro de los Aguardientes y Licores'.
