Cinco sorprendentes vinos blancos de crianza biológica bajo velo de flor
El velo de flor provoca cambios significativos en los vinos: consume glicerina, sustancia responsable de la suavidad, untuosidad, y sensación de dulzor, así como azúcares, por lo que el vino se vuelve muy seco
La aparición en la superficie del vino durante su elaboración de una capa blanquecina, o velo de flor (por las formas que adopta al irse formando), suele ser un mal síntoma y el anuncio de una catástrofe. Pero no siempre. Cuando se dan las condiciones adecuadas de microclima, grado alcohólico de 15% (los vinos se suelen encabezar), levaduras, y varietales, es el inicio de la llamada crianza biológica, la base de la grandeza y singularidad de finos, manzanillas y amontillados del Marco de Jerez, Montilla-Moriles y Condado de Huelva. Pero también el valor añadido de vinos muy dispares donde resuena, como un eco de mágica grandeza, el eco de nuestros grandes generosos. Es el caso de Rueda, Denominación de Origen que, felizmente, reconoce desde 2019 esta tradicional forma de elaboración con la categoría Rueda Pálido, aunque en algunos casos también ocurre en algunos Rueda Dorado como el extraordinario Carrasviñas Dorado, de Félix Lorenzo Cachazo. Un fenómeno que se extiende a otras zonas como pero Galicia, La Mancha, Valencia, etc. Y que da origen en la región francesa de Jura al personalísimo vin jaune (vino amarillo), en Hungría a los szamorodni secos (száraz) de Tokaji, o en Cerdeña la Vernaccia di Oristano.
El velo de flor que permite la crianza biológica provoca cambios significativos en los vinos: consume glicerina, sustancia responsable de la suavidad, untuosidad, y sensación de dulzor, así como azúcares, por lo que el vino se vuelve muy seco; reduce notablemente la acidez volátil; se forman acetaldehídos, acentuado el carácter punzante de la expresión aromática; genera algunos vectores aromáticos característicos, como frutos secos y curry y sensaciones salinas. Es la magia de su crianza biológica, capaz de aportar a los vinos una nueva dimensión sensorial que les convierte en una opción atractiva por su singularidad. Estos cinco vinos criados bajo velo de flor evidencian con autoridad las posibilidades enológicas de la crianza biológica.
Quinta da Muradella Treixadura Bajo Velo 2016
· Bodega: Quinta da Muradella. Verin (Ourense)
· Teléfono: 988 411 724.
· Web: no tiene.
· DO: no tiene.
· Tipo: crianza biológica, 13 %.
· Cepas: treixadura.
· Precio: 35 euros.
· Puntuación: 9,4/10.
De Alberto Pálido 2020
· Bodega: De Alberto. Serrada (Valladolid)
·Teléfono: 983 559 107.
·Web: dealberto.com
·DO: Rueda.
·Tipo: crianza biológica, 16 %.
·Cepas: verdejo.
·Precio: 37 euros.
·Puntuación: 9,3/10.
Tío Raimundo 2017
· Bodega: Gutiérrez de la Vega. Parcent (Alicante).
· Teléfono: 966 403 871.
· Web: bodegasgutierrezdelavega.es
· DO: no tiene.
· Tipo: crianza biológica, 15,5 %.
· Cepas: moscatel de alejandría.
· Precio: 26 euros.
· Puntuación: 9,4/10.
Las envidias 2018
· Bodega: Barco del Corneta. La Seca (Valladolid)
·Teléfono: 648 454 958.
·Web: barcodelcorneta.com
·DO: No tiene.
·Tipo: crianza biológica, 12,5 %.
·Cepas: palomino.
·Precio: 28 euros.
·Puntuación: 9,3/10.
Michiko 2020
· Bodega: Esmeralda García. Santiuste de San Juan Bautista (Segovia)
· Teléfono: 606 074 258.
· Web: esmeraldagarcia.es
· DO: No tiene.
· Tipo: crianza biológica, 13,5 %.
· Cepas: verdejo.
· Precio: 30,25 euros.
· Puntuación: 9,3/10