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Jessica Julmy: “Vega Sicilia lo beben sobre todo hombres de cierta edad”

Es la primera mujer al frente de la mítica bodega vallisoletana, se enfrenta al reto de modernizar la compañía en un sector vinícola en plena transforma, sin perder su esencia familiar

Paz Álvarez

Alta, de paso decidido y porte elegante. Así se presenta Jessica Julmy (Chicago, 40 años), que acaba llegar a Valbuena de Duero (Valladolid) para asumir la dirección general de Tempos Vega Sicilia. Desde hace cinco semanas lidera el grupo bodeguero, un mapa vinícola que abarca Vega Sicilia y Alión (Ribera del Duero), Pintia (Toro), Oremus (Tokaj, Hungría), Benjamin de Rothschild & Vega Sicilia Macán (Rioja) y Deiva, su proyecto más reciente en Rías Baixas.

Su trayectoria es cosmopolita. Creció en Estados Unidos, hija de padres suizos, entre el francés y el inglés. A los diez años sumó el español y lo estudió hasta la universidad, donde se graduó en Negocios en Georgetown. Allí decidió lanzarse a por un reto mayor: el chino mandarín. Vivió un año en China y, tras una etapa en Suiza, regresó a Shanghái para trabajar tres años en una inmobiliaria. La inquietud por seguir aprendiendo español la llevó a Buenos Aires durante dos años, y después a Londres, donde cursó un MBA en la London Business School. Su carrera ha estado ligada a Moët Hennessy (LVMH), con cargos en casas como Krug, Château Galoupet y Moët Hennessy UK.

Domina cinco idiomas —inglés, francés, alemán, chino mandarín y español—, aunque confiesa que todavía se le resiste algo tan cotidiano como los horarios de las comidas en España.

Pregunta. ¿Le ha costado cambiar Londres por Valladolid?

Respuesta. Me he dado cuenta de que la ciudad más pequeña en la que había vivido era Múnich, con más de un millón de habitantes. Por tanto, la diferencia es grande. Pero lo que más me sorprende no es tanto el cambio de ciudad como el laboral. He pasado a un entorno más reducido, muy local, donde la antigüedad media en el equipo de Tempos Vega Sicilia supera los 15 años, y eso me impresiona mucho. Es muy distinto del mundo que yo conocía: aquí la mayoría son personas de la zona, de toda la vida. Yo soy la extranjera que llega desde un entorno internacional. Incluso hay alguien que nació en la propia bodega. Eso da un carácter distinto a cada decisión que se toma.

P. ¿Se nota el peso de lo que significa ser una empresa familiar?

R. Sí, y familiar a este nivel significa tener raíces muy profundas, como las que tiene esta empresa en todos los sentidos. Se da mucha importancia a la viña y a la gente. Parte de las personas que tienen cupos de vino son de esta zona, lo que refleja una influencia muy local. El nombre de Vega Sicilia es global e internacional, pero mantiene un marcado carácter local. Todo esto es nuevo para mí.

P. ¿En qué momento llega al mundo del vino?

R. Fue durante mi MBA, cuando hice unas prácticas. Primero estuve en Google, donde descubrí que no era mi mundo, así que decidí probar en otra empresa. A través de una amiga, cuyo marido quería abrir una distribuidora de vino en Hong Kong, surgió la oportunidad, ya que yo hablaba chino. Fue la primera vez que probé vino de gran calidad, y me enamoré del sector: del acto de compartir, de la humildad de los elaboradores. Podemos ser los más inteligentes o los más ricos, pero si cae granizo en la viña, no se puede hacer nada; la naturaleza sigue mandando. También me gusta porque el vino requiere tiempo. La mayoría de las industrias quieren avanzar muy rápido, pero lo que me encanta del vino es que el tiempo es el tiempo: se necesita paciencia. Y eso fue lo que me hizo enamorarme de Tempos Vega Sicilia.

P. Pablo Álvarez, el consejero delegado, cuando este periódico adelantó su fichaje, comentó que, por su parte, había habido un flechazo y que solo había necesitado tres horas, nada más conocerla, para saber que era la persona idónea para dirigir el grupo bodeguero. ¿Fue mutuo?

R. Sí. En lo que coincido con Pablo [no le llama don Pablo como el resto de la plantilla] es en los valores. Para él, lo importante es la honestidad y la visión a largo plazo. Si está convencido de que algo es bueno para la bodega, tomará una decisión humana: pensando en la gente, pero también en la calidad. Hablo mucho con él para conocer su visión, y es tan sencilla que resulta difícil de explicar. Pablo siempre habla de calidad; es lo prioritario.

P. ¿Qué retos tiene por delante?

R. Hay que tener cuidado, porque con tanto reconocimiento y en un momento tan saludable como el que vive la bodega, es fácil cosechar fracasos, suelen ser más frecuentes que los éxitos. Llevo poco tiempo y me frustra mucho mi castellano, porque no puedo ir a mi ritmo habitual; tengo que pensar las cosas con más calma y no siempre puedo expresarme de la mejor manera. La ventaja es que esto me obliga a emplear más tiempo, aunque la rapidez es uno de mis rasgos personales. Es pronto, pero debemos presentar bien el proyecto de Deiva, la nueva bodega en Galicia. Tenemos que encontrar un equilibrio justo y sano para mantener la visión de Pablo y de la familia, pero también adaptándonos a los cambios que están ocurriendo. Sería un riesgo quedarse solo con la visión de antes. Por tanto, hay que equilibrar sus ideas con nuestra adaptación para seguir garantizando la calidad en un mundo cambiante. Es importante cómo hablamos con la gente y cómo elaboramos vinos hoy para ajustarnos a los nuevos gustos. Elaborar vinos ahora es muy diferente a lo que era hace 20 años. No se trata de cambiar por cambiar, sino de entender que lo que nos rodea también está transformándose.

P. Ahora se prefieren vinos más ligeros, frescos, con poca madera. ¿Pueden ir en esa línea los cambios?

R. Vega Sicilia tiene su propio estilo, y porque la gente diga que hay que ir en una dirección no significa que nosotros debamos hacerlo cuando la nuestra es otra. No vamos a crear un vino del mes con sabor a limón solo porque la moda lo dicte, pero siempre hay que escuchar. Pablo escucha constantemente y tiene la humildad para seguir explorando, observando y estando abierto a lo que sucede alrededor. El equipo técnico, por su parte, ensaya y experimenta de manera continua, buscando mejorar la calidad. Hoy la gente quiere más frescura, menos alcohol, pero eso en cinco años puede cambiar.

P. ¿Cómo pueden atraer a una clientela más joven?

R. Soy optimista con los jóvenes. Son ciclos: yo no empecé bebiendo un gran vino, pero es un trabajo de toda la industria cómo presentamos el vino a las nuevas generaciones. Es un mundo complejo, donde hay que respetar el trabajo detrás de cada botella, pero también simplificarlo y hacerlo comprensible. Por ejemplo, una pareja que va a un restaurante a celebrar su primer aniversario no necesita que el sumiller le hable de la maloláctica o de las cepas; solo quiere disfrutar de una buena copa de vino. Hay que encontrar un discurso más sencillo y sexi para vender el vino, respetando siempre el trabajo que hay detrás. Es importante mantener el ritual para que los jóvenes no prefieran tomar un cóctel. Tenemos que hacer que el vino sea atractivo, sin ser demasiado complejo o arrogante, como a veces lo presentamos.

P. Su fichaje coincide con un relevo generacional dentro de la compañía. La familia tiene que decidir quién sustituye a Pablo Álvarez al frente de Tempos Vega Sicilia.

R. No sé cuándo se producirá ese cambio, pero requiere tiempo, confianza y entendimiento. Todos me han recibido muy bien.

Si queremos seguir vendiendo a nivel internacional, debemos contar con equipos más internacionales. Hay gente con mucha antigüedad que se jubilará pronto, pero es fundamental preservar esa experiencia, ese sentimiento de pertenencia y el savoir-faire.
Jessica Julmy

P. ¿Qué cree que aportará al grupo?

R. El equilibrio es clave. Aporto una visión internacional. Aquí tenemos raíces muy locales, pero también es fundamental entender lo que ocurre en el mundo: cómo se hacen las cosas en otros lugares y cómo se perciben nuestros vinos. Creo que traigo un punto más de diversidad.

P. Es la primera mujer al frente de la bodega.

R. Y extranjera, y además joven. La diversidad es importante porque aporta distintos puntos de vista y permite avanzar. Yo no tengo raíces aquí. Me siento suiza, aunque solo viví cinco meses allí, y siempre digo que voy a instalarme, pero por una razón u otra nunca lo hago.

P. ¿Ha elaborado una lista de deseos que le gustaría cumplir?

R. Para mí es importante mantener el equilibrio: preservar lo logrado hasta ahora, pero dándole el impulso necesario para seguir en este nivel de éxito. Hay incertidumbre con el clima, con el contexto sociopolítico, con la manera de consumir y de trabajar. Invertimos mucho en calidad y debemos comunicarlo y compartirlo. Podemos ser discretos, como lo son nuestras bodegas, pero también hay que contar qué hacemos en el viñedo, en el laboratorio, con las botellas o los clones… siempre con discreción y elegancia.

P. Lleva cinco semanas en Valbuena de Duero, ¿qué asignaturas pendientes ha observado en las bodegas del grupo?

R. Es pronto; necesito más tiempo. Pero si queremos seguir vendiendo a nivel internacional, debemos contar con equipos más globales. Hay gente con mucha antigüedad que se jubilará pronto, pero es fundamental preservar esa experiencia, ese sentimiento de pertenencia y el savoir-faire. Creo en la transmisión del conocimiento y en documentarlo. De Pablo quiero aprenderlo todo. El relevo generacional es crucial: en este sector, diez años pasan volando. Atraer a jóvenes es un desafío, aunque la marca ayuda.

P. ¿Le preocupa el impacto en la viña del cambio climático?

R. No sería joven si no dijera que me preocupa. Mi hermana trabajaba en Naciones Unidas y ahora está en Cruz Roja, preparando a los países del tercer mundo para afrontar el cambio climático. Ese es un extremo, pero en Europa tenemos el lujo de no enfrentarnos a situaciones tan graves como las de algunos países del sudeste asiático. Me preocupa y hay cierta responsabilidad; lo veo reflejado en los valores de Pablo, que actúa tomando decisiones correctas. Hace años que trabajamos en orgánico y usamos solo la cantidad de agua que necesitamos. Son medidas que forman parte de la bodega, aunque siempre hay margen de mejora.

P. ¿Cómo les afectará la política arancelaria de Estados Unidos?

R. Hay incertidumbre; todavía no sabemos el alcance ni el impacto exacto. Viajaré pronto a Estados Unidos para hablar con consumidores y evaluar su percepción. Para Tempos Vega Sicilia, el mercado americano es relativamente pequeño, por lo que el efecto será limitado. De momento, hay mucho ruido, lo hemos analizado y el impacto es manejable.

P. ¿Quién bebe Vega Sicilia?

R. Entre el 30 y el 40% del vino se vende en España, un mercado importante. Varía según la bodega, pero, Vega Sicilia lo beben sobre todo hombres de cierta edad.

P. El año pasado, el grupo ingresó un 31% más que el ejercicio anterior, llegando a 52,5 millones. ¿Se superará este récord en 2025?

R. Nuestros resultados dependen de la cantidad de vino disponible. Priorizando la calidad, como sostiene Pablo, puede haber fluctuaciones entre cosechas. Este año tendremos menos ingresos que en 2024, porque la producción es menor. No quiero que haya especulación, que haya botellas que se almacenen y no lleguen al destinatario final, sino que se abran y se disfruten. Pueden estar en una bodega privada, pero que no se especule con ellos. Por desgracia, los grandes vinos se colocan en un pedestal y nunca se encuentra el momento para beberlos. La celebración tiene que ser la botella en sí misma.

P. ¿Con qué vino celebró su fichaje por Vega Sicilia?

R. Mis años en Krug me marcaron mucho, así que lo celebré con una añada antigua de ese champán.

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Sobre la firma

Paz Álvarez
Periodista especializada en gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, tiene un programa de desarrollo directivo por el IESE. En 1993 comenzó a escribir en la sección de Madrid y, en 1997, se incorporó al diario CincoDías, donde creó la sección de Directivos y ha sido jefa de la sección de Fortuna hasta 2022.
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