Los misteriosos sabotajes a las bodegas: por qué se producen y qué consecuencias tienen
Esta semana, la bodega Cepa 21, según su propietario, perdió en un acto vandálico 60.000 litros de vino, pero ha habido otros casos de este tipo de asaltos en España
Ha borrado de su memoria un hecho dramático que, en su momento, calificó de escalofriante e impensable. Ocurrió la noche del 13 de junio de 2011, en la villa de Torroja del Priorat, en la bodega Terroir al Límit. Alguien forzó la cerradura, entró en la sala de depósitos, abrió el grifo y derramó 1.200 litros de vino por el suelo. La fechoría no quedó ahí: cinco barricas de 500 litros —en total 2.500 litros de vino blanco— fueron contaminadas con jabón industrial. Todavía hoy, uno de sus propietarios, Dominik Huber, se pregunta qué puede llevar a una persona a hacer un acto de odio o de vandalismo de este tipo. A día de hoy no tiene ni idea de quién pudo acabar con un tercio de la producción de vino conservada en barricas en la bodega creada en 2004 por Hubert, Eben Sadie y Jaume Sabaté. “Sinceramente, no sé a qué se debió este hecho. Jamás se encontró al culpable. Tuvimos que empezar de nuevo”, asegura Huber, con un hilo de tristeza que se desprende por teléfono. Reconoce que el trauma permanece: fue él quien descubrió la tragedia, por el fuerte olor a detergente. “Es hoy y no puedo con ese olor”. Sigue sin entender qué lleva a una persona a realizar un ataque de este tipo. “Sé que hay envidias, pero prefiero olvidar y recordarlo como una mala experiencia”.
Recuperándose del impacto está todavía el bodeguero José Moro. A la espera de que la Guardia Civil le ofrezca más información sobre quién realizó el sabotaje que sufrió el pasado domingo en la bodega Cepa 21, en Castrillo de Duero (Valladolid). Según la información que ofreció mediante un vídeo a los medios de comunicación, incluido a este, en el que se veía a una persona abriendo dos de los tres depósitos asaltados, donde descansaban 60.000 litros de vino de la última cosecha. “Es una mujer, se ve claramente. Sabe muy bien cómo funciona todo, pero no puedo adelantar nada porque se está investigando todo”, contaba Moro, en una jornada plagada de entrevistas a todo aquel que solicitaba su versión. Y apuntaba que quien había perpetrado el asalto “es alguien desequilibrado, con una maldad que no había visto en mi vida, porque el vino o lo robas o lo bebes, pero no lo tiras”. Confiesa que no tiene enemigos. “Puede ser alguien con envidia o un tema laboral, pero no puedo dar más información. Tengo que ser prudente”.
Siempre hay un motivo. Una conducta agresiva de este tipo es una manera de expresar un malestar, por venganza o por hacer daño a una persona, explica la psicóloga Elisa Sánchez, experta en salud laboral. “Estas conductas muchas veces son impulsivas, poco reflexivas, aunque otras veces se pueden planear, y obedecen a que la persona se siente atacada. También puede ser para obtener un beneficio, por envidia o para vengarse por algo”. Y aclara que estos sucesos, “cuando se hacen con un objetivo claro, no se suelen repetir en serie”.
Impactada por el incidente, la bodeguera Camino Pardo, directora de las bodegas Nexus & Frontaura —la primera en Pesquera de Duero (Valladolid) y la segunda en Toro (Zamora)—, explica que este tipo de actos vandálicos buscan sobre todo hacer daño. “Hay que diferenciarlo del robo, que tiene un fin económico”. Asegura que no hay sensación de inseguridad en la zona, o al menos en su bodega, dotada de un sistema de seguridad, “que me despertaría en caso de que tuviera un sabotaje”, y cree que es importante lanzar un mensaje de calma, dado que en la zona de Ribera del Duero muchas familias dependen del sector vinícola. “Hay viticultura, hay turismo, hay economía”.
También han pasado página en la bodega Ferrer-Bobet, fundada por Raül Bobet y Sergi Ferrer Salat, en una de las viñas ubicada en el municipio de Falset, en el Priorat. En 2005, unos desconocidos entraron en el viñedo y fumigaron con herbicida el terreno: mataron 8.000 cepas. A la llamada de este periódico, la propiedad declinó hacer ningún comentario para este reportaje.
Hace tres años, la familia Sanromà, propietarios de la bodega Celler Sanromà, se encontró con un destrozo en una viña, en la finca de una hectárea situada en Vila-rodona (Alt Camp), en la DO Tarragona: unos desconocidos habían talado una veintena de cepas de uva parellada, con la que elaboran sus reconocidos vinos espumosos y blancos. El propietario y enólogo Eduard Sanromá recuerda bien la mañana del 4 de enero de 2021. “Estaba podando y de repente vi que había una cepa cortada. No le di importancia hasta que empiezo a ver que hay una hilera, al lado de un camino, destrozada”. En ese momento sintió la misma indignación que ahora al recordarlo. “El corte que se le hizo a la planta estaba pensado para que no volviera a brotar. De hecho, la mitad de las cepas han muerto y a la otra mitad le está costando volver a brotar. Sientes impotencia y te das cuenta de lo desprotegidos que estamos desde hace años, las bodegas y los agricultores. Es un problema social”. De quién lo hizo, a día de hoy, nadie sabe nada. Un misterio. Solo que el corte se realizó con una sierra eléctrica. “Seguro que es alguien cercano, del ambiente agricultor. Ha podido ser por envidia, por presión, pero no hemos conseguido saber nada. Tampoco se ha vuelto a repetir”. Y el daño, explica, es el mismo que si le hubieran arrancado todo el viñedo. “Es el hecho de que son mis cepas y nadie tiene que entrar en mi finca a hacer daño. Te sientes indefenso porque nadie nos protege”.
El món està ple de valents de nit.
— Celler Sanromà (@CellerSanroma) January 4, 2021
Quina impotència i ràbia.
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.@PagesosGPS@DOTarragona pic.twitter.com/FgeQ7NFrTd
El delito de sabotaje no se contempla como tal, pero sí dentro del delito por daños agravado por la cuantía económica, explican desde el despacho de abogados Cuatrecasas. Lo recoge el artículo 263.2 del Código Penal, con penas de prisión de uno a tres años al que cause daños, arruine o coloque a alguien en grave situación económica. En el caso, por ejemplo, de la bodega Cepa 21, José Moro ha cuantificado las pérdidas en más de 2,5 millones de euros, 15% de la facturación [en 2022, según las últimas cuentas registradas, la bodega facturó 5,7 millones de euros y tuvo un beneficio de 219.000 euros]. También, cuando el daño lo cause una persona ajena a la empresa se contempla el delito de allanamiento de morada. Según el artículo 203 del Código penal: el particular que, sin habitar en ella, entrara en morada ajena o se mantuviera en la misma contra la voluntad de su morador, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años. Y si el hecho se ejecutara con violencia o intimidación, la pena será de prisión de uno a cuatro años y multa de seis a 12 meses. Aquí, por tanto, habría dos delitos, apuntan desde el citado bufete, que aclaran que en caso de que la persona que causara el daño perteneciera a la empresa afectada, no se produciría allanamiento de morada. Habría que también evaluar los daños producidos, en este caso, por el vino desparramado.
Hay ocasiones en las que, aclaran las citadas fuentes, el sabotaje puede estar producido por la propia empresa para hacer publicidad de la misma o para generar una empatía o solidaridad y conseguir incrementar las ventas de un producto. Denunciar un delito inexistente ante una autoridad judicial o administrativa, provocando actuaciones procesales, es un delito de simulación de delito con multa de seis a 12 meses, tal y como recoge el artículo 457 del Código Penal.
Lo cierto es que este tipo de agresiones o venganzas conduce a poco, aclara la psicóloga consultada. “No calma porque no va a reparar el malestar que se tenía, y a lo único que conduce es a tener nuevos problemas, legales y económicos”, detalla Sánchez.
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