Estudios entregados a la salud
Aunque Medicina y Enfermería se sitúan como las titulaciones más deseadas de la rama sanitaria después de Psicología, grados como los de Fisioterapia, Nutrición, Terapia Ocupacional o Análisis Clínicos incrementan su oferta en el sistema educativo en paralelo al progresivo aumento de la esperanza y la calidad de vida
A finales de la primera década de los dos mil, con el proceso de Bolonia y la entrada del Espacio Europeo de Educación Superior, la Escuela Universitaria de Ciencias de la Salud de la Universidad de Vic-Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC) se transformó en Facultad. Aprovechando ese tránsito, decidió apostar por un concepto más amplio que incluyera calidad de vida y bienestar, y englobara también aspectos más sociales. Así que la llamaron Facultad de Ciencias de la Salud y el Bienestar. “Queríamos atender necesidades que ya estábamos detectando, con una mirada más holística y global”, recuerda su actual decana, Miriam Torres. Oferta los títulos de Enfermería, Fisioterapia, Nutrición Humana y Terapia Ocupacional; los dos primeros son los más demandados, y de mayor empleabilidad, informa la decana.
Medicina y Enfermería se posicionan como las titulaciones más deseadas de la rama sanitaria, después de Psicología, que es el perfil sanitario al alza entre las empresas, según detalla Jorge García, healthcare manager de LHH Recruitment Solutions (consultora de perfiles de selección de Adecco). En global, las actividades sanitarias y de servicios sociales ocuparon a un 6% más de menores de 29 años en el cuarto trimestre del año pasado respecto al mismo periodo de 2022 —de 277.900 a 294.600—, según el último informe de 2023 de Jóvenes y mercado de trabajo. Es la cuarta rama de actividad que más jóvenes emplea, por detrás del comercio y reparación de vehículos de motor y motocicletas, hostelería e industria manufacturera.
El progresivo envejecimiento de la población espolea el interés por las carreras de las que salen los profesionales que velan por la calidad de vida de los demás. Es, de hecho, el argumento utilizado por Torres para augurarle unas buenas perspectivas de futuro a la terapia ocupacional. “Se trata de un profesional sanitario reconocido, pero con un componente social muy potente”, describe. “La esperanza de vida aumenta; cada vez vivimos más años, y queremos vivirlos mejor”, remacha Sergio Calvo, director de Comunicación y Asuntos Públicos de la Universidad Europea (UE). Él relaciona directamente la Nutrición Humana y Dietética y la Actividad Física y el Deporte (ambos títulos de la universidad privada) con la prevención de la salud.
Interés creciente
“Nutrición es un sector profesional quizás menos desarrollado en España respecto a otros países, pero que despierta cada vez más interés”, apunta Calvo. Especialmente como segundo grado para farmacéuticos, bioquímicos, biólogos o químicos. Torres destaca las puertas que se abren con la incorporación de nutricionistas en la atención primaria (aún tímidamente) y en la industria alimentaria. La empleabilidad de Fisioterapia también es alta, aunque sus graduados, como los de cualquier otra titulación de corte sanitario sin demasiada presencia en el sistema público, han de emplearse mayoritariamente en el sector privado, enfrentarse a una competencia considerable y exponerse a la precariedad. El doble grado de Fisioterapia y Ciencias de la Actividad Física y del Deporte ofrecido por la Universidad de Sevilla ha sido la tercera nota de corte más alta de España este año: un 13,6 sobre 14; la primera relacionada con ciencias de la salud y el bienestar.
“La pandemia actuó como acelerante para carreras que venían in crescendo desde antes”, dice Isabel Vázquez, vicerrectora de Estudios de la Universidad de Valencia. “Lo detectamos en las notas de corte y, sobre todo, en las listas de espera”, acota. La crisis de la covid-19, y la anómala nueva normalidad instaurada después, fue “un caos” para el sector sanitario, en palabras de Jorge García. La demanda de perfiles de enfermería y medicina creció de una manera “brutal”, debido, entre otras cosas, a una rotación nunca vista, señala. Cuando las aguas se calmaron y regresó la normalidad de verdad, hace alrededor de un año, estos profesionales siguieron estando muy solicitados. Medicina, joya de la corona de la Universidad de Valencia, tiene una nota de corte de 13,543, la cuarta más exigente de este año en España, y una lista de espera de unos 5.700 estudiantes. La de Enfermería es aún mayor: 5.852 aspirantes; su nota de corte ha ido escalando hasta estabilizarse en más del 12.
La rama de Ciencias de la Salud integra 12 grados, de los que Medicina se lleva la palma de la demanda. Y eso que, en los últimos 15 años, las facultades en las que puede cursarse han pasado de 28 a 50, “un 94% más de plazas”, recuerda Pablo Lara, decano de la Facultad de Medicina de Málaga y presidente de la Conferencia Nacional de Decanas y Decanos de Facultades de Medicina. Y eso sin contar con la decena más de proyectos de universidades y empresas sanitarias para abrir nuevos títulos. Lara pide no seguir aumentando la oferta ya que, a su juicio, el nudo gordiano de la escasez de especialistas —que no de médicos— en el sistema público no radica en la falta de egresados, sino en las dificultades que encuentran las comunidades autónomas a la hora de contratar. La empleabilidad actual es buena; las condiciones laborales del sistema público, no tanto, lo que lleva a un éxodo importante de profesionales a la privada (y al extranjero, en menor medida).
Necesidades imperiosas
Medicina Familiar y Comunitaria es la especialidad que más déficit presenta, según el quinto informe sobre la oferta y necesidad de médicos especialistas en España encargado por el Ministerio de Sanidad y publicado en enero de 2022. “Tiene peor salario y condiciones laborales, es donde más se da el síndrome del quemado, y más puestos de difícil cobertura existen; también donde mayor éxodo a la privada hay”, enumera Lara. Le siguen Anestesiología y Reanimación, Geriatría, Psiquiatría y Radiodiagnóstico. Las que más superávit tienen (o menos profesionales necesitan) son Análisis Químico y Bioquímica, Cirugía Cardiovascular, Medicina Interna, Cirugía Torácica y Obstetricia y Ginecología. Según el informe, el sistema público arrastrará un déficit de especialidades —de unos 9.000 profesionales— hasta 2027; a partir de esa fecha irá equilibrándose progresivamente hasta 2035.
Lara reclama que el número de facultades se guíe por criterios académicos y sanitarios, basándose en estudios no a corto sino a medio y largo plazo. Si se mantienen las que existen hoy, en seis años habrá en España un 40% más de los médicos menores de 65 actualmente colegiados, revela. Es verdad que en ese tiempo se producirán jubilaciones, concede, pero también homologaciones de facultativos extracomunitarios —en 2023, el Ministerio de Universidades homologó 9.000 títulos, lo que no quiere decir que todos quieran venir—, y retorno de españoles ejerciendo en el extranjero —unos 4.000 en una década— y con ganas de volver. El panorama de los jóvenes que se matriculen en primero este curso puede haber variado cuando terminen dentro de 10 años (seis de carrera y cuatro de MIR), avisa.
¿Y el de las enfermeras? “En pandemia hubo prácticamente pleno empleo, pero la empleabilidad ha bajado un poco; sigue siendo muy buena aunque detectamos pequeños índices de paro”, responde Inmaculada García, decana de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Granada y presidenta de la Conferencia Nacional de Decanos de Enfermería. La oferta para cursar Enfermería ha ido aumentando tanto en las universidades públicas como en las privadas: en el curso 2022-2023 había 14.816 matriculados (10.622 en la pública), que tuvieron que sacar buena nota (más de un 12 en la Universidad de Granada) para acceder; de sus aulas salieron 11.166 egresados en 2021-2022. “Faltan enfermeras, pero sobre todo en la atención socio-sanitaria”, matiza García, que reivindica la prevención y el cuidado. “Una vez superada la pandemia hemos vuelto a nuestro modelo, centrado en la urgencia y en curar; es un modelo que ha servido, ha sido muy potente, ha salvado vidas; pero ahora toca reorientarlo hacia el cuidado”, demanda.
“Una enfermera ha de mirar a los ojos a sus pacientes”, destaca Inmaculada García. Mostrar empatía, solidaridad, cercanía. “Exige un compromiso con las personas”, insiste. No todo el mundo vale, por mucho expediente brillante que tenga, apostilla. Lara comenta algo muy parecido respecto a la práctica médica. Ambos coinciden en que los nuevos grados sanitarios que han surgido al calor de los avances en neurociencia, la irrupción de la genética o la incorporación de tecnología y análisis de datos masivo no compiten con Medicina ni Enfermería, ni deberían concebirse como una tercera opción por si las dos primeras fallan. Bioinformática, Ciencias Biomédicas, Bioingenierías, Genética, Bioquímica, Biotecnología o Neurociencia están más orientadas a la investigación y no implican práctica clínica; requieren, en definitiva, perfiles profesionales diferentes.
Nuevos desafíos
A principios de la década de 2010, la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) identificó las ciencias biomédicas como un área de conocimiento importante para el futuro. El proceso ha cristalizado en la creación de una Facultad de Ciencias de la Salud, con un primer grado en Neurociencia, en marcha a partir de septiembre de 2024. “El mundo de la salud se hace cada vez más complejo, con más necesidades, y más específicas”, justifica Armando del Río, delegado del rector para el desarrollo e implantación de la Facultad de Ciencias de la Salud de la universidad madrileña, y actual decano. Habrá un segundo título, en Ciencias Biomédicas, para septiembre de 2025; y un tercero, aún por determinar, en 2026 o en 2027. En inglés, con mucho acento en las prácticas en empresas, y “para estudiantes con vocación investigadora, no clínica o asistencial”, aclara.
Los matriculados en Genética se las ven con ADN; con información y código los del doble grado en Bioinformática y Big Data. Ambas formaciones se imparten en la Universidad CEU San Pablo junto a clásicas como Medicina, Enfermería, Fisioterapia, Odontología y Psicología. El decano de la Facultad de Medicina, Tomás Chivato, augura una buena empleabilidad a todas. En opinión de los expertos, las carreras de nuevo cuño tienen mucho recorrido. Exigen notas de corte altas, como el 13,529 del doble grado en Biotecnología y Farmacia de la Universidad de Salamanca, o el 13,21 que exige el doble grado en Bioquímica y Ciencias Biomédicas de la de Valencia. “Se centra en el funcionamiento de los mecanismos moleculares, genéticos y celulares”, explica la vicerrectora Vázquez.
“Se abren numerosas oportunidades laborales en España, el resto de Europa y Estados Unidos; en la sanidad pública, la privada o la industria farmacéutica”, declara Chivato. “El espectro se ha ampliado, estimulando la demanda”, completa Daniel Hormigo, decano de la Facultad de Ciencias Biomédicas y de la Salud de la Universidad Europea. “El sector sanitario se encuentra en plena expansión; surgen profesiones y funciones nuevas”, expone. Ante un panorama tan complejo, el decano propone a los jóvenes aspirantes a un grado sanitario un ejercicio de introspección: “Les aconsejo que visualicen qué es lo que les gusta del sector, para elegir una titulación u otra; quizás sea el trato con el paciente, o puede que les llame más la atención la parte tecnológica y la búsqueda de soluciones a los problemas”.
La medicina estética gana mercado
La especialidad de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora está presente en el sistema público. Pero no así la Medicina Estética, de manera que, para ejercerla, un licenciado en Medicina no ha de hacer el MIR sino un máster universitario específico. Se trata de un campo con mucha proyección, teniendo en cuenta que el 46,6% de la población española se ha realizado un tratamiento de medicina estética en 2023, según el último informe de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), Percepción y uso de la medicina estética en España. El grueso son mujeres (en un 69%) entre los 35 y los 54 años, aunque aumentan los pacientes más jóvenes, de 16 a 25 años, y los mayores de 45 años; predominan los de clase alta o media-alta.
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