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El déficit crónico de enfermeras en España: el 85% atiende a más pacientes de lo que cree seguro

Una encuesta del sindicato Satse muestra que la mayoría tiene a su cargo a más de 10 ingresados, en lugar de los entre seis y ocho recomendables

enfermería españa
Una enfermera, en el hospital de Torrejón de Ardoz (Madrid).HOSPITAL DE TORREJÓN
Pablo Linde

España padece un déficit crónico de enfermeras que mantiene al país muy por debajo de la ratio europea. El informe Health at a Glance: Europe 2022 mostraba que hay 6,1 por cada 1.000 habitantes, frente a las 8,3 de promedio en el continente. El principal sindicato del sector (Satse) ha hecho una encuesta —todavía no publicada, y a la que ha tenido acceso EL PAÍS— para ahondar en esta realidad: el 85% de quienes respondieron asegura que tiene a su cargo a más pacientes de lo que considera seguro.

La encuesta, que se basa en la respuesta voluntaria de más de 6.200 profesionales de todo el país, revela que la gran mayoría de las enfermeras hospitalarias (el colectivo se autodenomina en femenino por la abrumadora mayoría de mujeres que lo forma) tienen a su cargo a más de 10 pacientes. Según numerosos estudios, incluido uno del Ministerio de Sanidad, una ratio segura y adecuada en una planta de hospital se sitúa entre seis y ocho pacientes. Siete de cada 10 enfermeras de las que trabajan en un centro sociosanitario, a más de 50; y cuatro de cada 10 en atención primaria tienen asignados más de 1.500 pacientes (la media europea no llega al millar).

Sobre lo que suponen estas cifras, Vanesa Alcaraz, enfermera en un hospital de Murcia en el que tiene a su cargo a 12 pacientes de día y 18 cuando le toca turno de noche, explica que además del “estrés mental, físico y emocional”, se produce una peor atención a los pacientes y sus familias. “Tenemos una cantidad de tareas que no nos permiten tiempo para planificar los cuidados. Y esto puede dar lugar a errores”, señala.

En las plantas hospitalarias, las enfermeras son “los pies, los ojos y la cabeza”, dice esta profesional. Son las que pasan 24 horas con los pacientes (en tres turnos), las que más contacto tienen con ellos y con sus familias. “Los seres queridos de los ingresados están preocupados, como es normal, demandan cuidados para el enfermo, información, y al ritmo que vamos no podemos dedicarle todo el tiempo que merecen. Se dan situaciones muy complicadas, con actitudes incluso violentas por parte de los familiares, que a menudo te dicen eso de que ellos pagan la sanidad con sus impuestos, a lo que contestamos que lo hacemos lo mejor que podemos con los recursos que hay”, asegura Alcaraz.

Los errores pueden llegar, por ejemplo, a la hora de repartir la medicación. Marcos Pastor, que trabaja en emergencias en Segovia y ha pasado muchos años en hospitales, ha visto con frecuencia cómo en su planta había equivocaciones y se administraba un fármaco que no correspondía al paciente: “Normalmente no son situaciones de vida o muerte. A lo mejor no es el antibiótico que le tocaba, pero es otro parecido. O no tiene mayores consecuencias una sola toma. Pero también puede haber alergias o interacciones graves que hay que comprobar cuando este fallo sucede, lo que todavía resta más tiempo en los cuidados”.

La falta de profesionales, explican las enfermeras consultadas, no permite que conozcan a los pacientes, su historial o sus necesidades. “No puedes involucrarte en el cuidado, que es nuestro trabajo, no te da tiempo a saber si hoy está mejor o peor que el día anterior”, añade Pastor.

Diversos estudios que han analizado el ratio de enfermeras y pacientes encuentran una correlación con la mortalidad (más a menor número de enfermeras) y la satisfacción de los ingresados (más a mayor número de profesionales). Uno publicado en España concluía, tras analizar los datos de casi 700 pacientes de los 26 hospitales públicos andaluces, que la dotación de enfermeras fue el único factor asociado significativamente con la mortalidad hospitalaria. Según los autores, la media de pacientes por enfermera fue de 10,3. Si se igualan el resto de variables, “por cada paciente adicional que se suma a la ratio paciente/enfermera, la probabilidad de fallecer aumenta un 19%”, aseguran.

Otra investigación realizada por el Center for Health Outcomes and Policy Research (Chopr) de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Pennsylvania y la Escuela de Enfermería de la Universidad de los Andes (Chile), mostraba que en hospitales donde una enfermera es responsable de 18 pacientes, estos tienen un 41% más de riesgo de muerte que en los que es responsable de ocho.

La merma en la atención también se produce en centros sociosanitarios. Marta (prefiere no revelar su verdadero nombre) trabaja en una residencia de Cataluña con 52 personas a su cargo. Pero está ella sola para dos turnos, así que en realidad su carga es equivalente a la de atender a 104. “Tengo la de dos enfermeras. Supone trabajar con muchísimo más estrés, haciendo cosas que técnicamente no son complicadas, pero que te impiden prestar una atención directa a los residentes. Por ejemplo, si hay alguien con fiebre, le he de tomar temperatura, darle la medicación e irme corriendo a hacer otras cosas, en lugar de centrarme en esa persona”, resume.

Las enfermeras de las residencias tienen convenios distintos a las de hospitales, cobran menos y los puestos son mucho más difíciles de cubrir. “Cuando ves la diferencia de sueldo y de proyección profesional, te vas. Yo no lo he hecho porque tengo una gran vocación geriátrica, pero por aquí han llegado a pasar 14 enfermeros y enfermeras para una plaza en un año. Algunos duraban semanas; otros firmaban y ni siquiera se llegaban a incorporar”, cuenta Marta.

La clave de esto es que, en teoría, no aportan una atención sanitaria, sino sociosanitaria. Pero en la práctica, asegura esta profesional, no es así: “Hay personas muy mayores, con pluripatologías y muy dependientes. Las residencias venden atención médica constante y es lo que demandan las familias”.

Diego Ayuso, secretario general del Consejo General de Enfermería, explica que el déficit estructural de profesionales en España es fruto de un modelo histórico en el que las administraciones han apostado más por los médicos que por las enfermeras. “En países como Reino Unido, Estados Unidos o Canadá, tienen un modelo de enfermería con un desarrollo competencial muy amplio, como mucha más autonomía, y también más profesionales”, cuenta.

Según un estudio que presentó el Consejo hace un año, en España harían falta 90.000 enfermeras más para llegar a la media europea. De hecho, muchas de las formadas en el país emigran a países como Alemania o Reino Unido, que ofrecen condiciones de trabajo claramente superiores. El número de habilitaciones de estas profesionales para trabajar en Europa supera las 8.000.

Proposición de ley

En 2018, el Satse impulsó una Iniciativa Legislativa Popular para cambiar toda esta situación. Tras lograr cerca de 700.000 firmas, fue tomada en consideración por el Pleno del Congreso de los Diputados del 15 de diciembre de 2020 como Proposición de Ley, con el apoyo mayoritario de los grupos (312 votos a favor-10 en contra).

Una de las medidas que se proponían era topar por ley el número de pacientes a los que una enfermera podía tener a su cargo. Pero tras 83 prórrogas (en parte debidas a la pandemia de covid), el texto estaba pendiente de ser debatido en la Comisión de Sanidad.

Todavía quedaban muchas discrepancias con respecto a este tope, pero el adelanto electoral y la disolución de las cortes han dejado la proposición varada hasta la próxima legislatura. Si se aprueba, España será uno de los primeros países en el mundo en contar con una norma de estas características.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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