Ni el día más cálido en cien años en plena ola de calor vacía las terrazas de Madrid
“La gente se sigue poniendo fuera”, cuentan los camareros, a pesar del aviso naranja por altas temperaturas en la capital, que batió el jueves sus récords de máxima y mínima más alta
“Yo fumo y me gusta más estar fuera... Aunque el calor es un poco insoportable”, admite Mariana Cisneros, de 30 años, que celebra la llegada del camarero con otra ronda de cervezas en la calle de Ponzano, una de las zonas emblemáticas del ocio nocturno madrileño, situada en el distrito de Chamberí. A partir de las seis de la tarde de este jueves, los empleados de los bares de copas empiezan a sacar las mesas y los taburetes a las terrazas, instaladas en el abrasador asfalto. Como Mebrhit Adebe, que se mantiene firme, a pesar de todo, en la entrada de su puesto de trabajo: “Nos estamos abrasando”. Los clientes van llegando a cuentagotas. Aunque la capital, al igual que el resto de la comunidad, tiene aviso naranja por la ola de calor, los más valientes deciden colocarse al aire libre, con la esperanza de que un trago de cerveza fría y el bamboleo del abanico les permita soportar las altas temperaturas.
Y no es solo que haga calor porque es verano, es un calor de doble récord. El observatorio del Retiro registró el jueves sus primeros 40° en el mes de julio con 40,7°, una cifra que iguala su máxima absoluta, que data de agosto de 2021. Además, la mínima de la noche del miércoles al jueves fue de 26,2°, lo que supone también la mínima más alta de su historia. “Considerando la temperatura media, fue el día más cálido en Madrid en al menos los 102 años que lleva esta estación recogiendo datos”, destaca Rubén del Campo, portavoz de Aemet. En este observatorio, la mínima la noche del jueves a este viernes ha sido de 25,3°, con lo que ya suma siete días consecutivos con temperatura mínima igual o por encima de 22°.
A medida que los termómetros se disparan por la tarde, en el interior de La Máquina de Chamberí, las mesas están repletas de clientes que disfrutan de las copas de gin-tonic con hielo, mientras suena la música que pincha el DJ, que ameniza la velada. Ni la ola de calor ha frenado la tradición del juernes, de tomar una copa después de la jornada laboral. Es el caso de Sandra Sinanoglu, de 50 años —aunque “con espíritu de 26 años”, dice con una sonrisa de oreja a oreja—, que sale del refugio del aire acondicionado para darle una calada a un cigarrillo. Sinanoglu trabaja justo en el edificio de enfrente del local de copas: “Yo bajo de allí y me meto aquí”. Su compañero Javier Rodas, de 55 años, ataviado con una camisa y pantalones largos que dan sofoco solo de verlos, aclara: “Salimos a fumar, pero este calor no se aguanta”.
“La gente se sigue poniendo en las terrazas a pesar de la ola de calor, pero sí se ha notado que vienen menos clientes porque en julio y agosto la gente huye”, dice Pilar Rodríguez, portavoz de la asociación vecinal El Organillo de Chamberí. Los vecinos del barrio siguen aguantando el ruido de la clientela de los locales de ocio nocturno. José María Mateo, que supervisa la entrada de uno de los portales, lo confirma: “Sigue habiendo ruido porque la gente está en las terrazas o sale fuera a fumar”. Al otro lado de la vía, Pilar Sánchez, de 54 años, empuja un carrito de la compra: “Con la ola de calor la gente prefiere estar dentro, pero siguen viniendo por las noches”.
A escasos metros de este local, René Ortiz prepara unos cócteles con gran esmero. “A partir de las ocho de la tarde se empieza a llenar la terraza”, asegura el trabajador. Rafael Rollón, de 30 años, y dos amigas han sido más precavidos. Aunque habitualmente suelen tomarse algo después del trabajo en la terraza, esta vez no ha habido discusiones ni dudas: “Hemos venido directos pensando en un sitio en el que ponernos dentro”. Una estampa similar se vive en el distrito del Retiro a las ocho de la noche. En uno de los bares de la calle de Alcalá, está Paola Villasboa, de 26 años, que sorbe, sedienta, un trago de tinto de verano: “No se está tan mal. El calor se aguanta tomando algo fresquito”. La madrileña justifica su decisión: “Hay mucha gente dentro, prefiero estar en la terraza por la covid”.
Una ráfaga de aire caliente dificulta la subida de las escaleras del metro. Aun así, algunos aprovechan la bajada del sol para hacer deporte y correr por el parque madrileño, mientras otros buscan refrescarse a toda costa. Como dos niños que corretean por el agua que expulsan los aspersores que riegan el césped. También hay quienes resisten al calor en las terrazas de la zona. Tercios de cerveza, copas de vino blanco, cacahuetes y patatas fritas presiden las mesas de las terrazas del barrio madrileño. En la calle de Menéndez Pelayo, Miguel Cevallós, de 22 años, camarero de La Bodega del Arte, explica las preferencias de los clientes ante el calor sofocante de Madrid: “Cuando vienen a comer prefieren estar dentro para estar relajados y tranquilos. Pero, cuando vienen a tomar algo, prefieren ponerse en las terrazas”.
Nuria Horcajuelo, de 22 años, lo corrobora. “Con una cervecita fresquita se aguanta todo”, dice sonriente. Su acompañante, Jesús Hernández, de 23 años, cuenta que ni siquiera se han planteado buscar una mesa dentro del local: “No nos lo hemos pensado”. En el bar de al lado, el empleado Eduardo Suárez comenta que no ha notado una bajada significativa de la clientela en las terrazas por el calor: “Depende. De jueves a domingo hay más jaleíllo fuera. Aunque, a ciertas horas, como a mediodía y en pleno calorazo, las terrazas están casi vacías”. En contra de lo que la gente cree, la temperatura más alta no se alcanza al mediodía, sino al caer la tarde, de seis a ocho, cuando las terrazas se empiezan a llenar en la capital.
José Antonio Aparacio, presidente de la asociación Hostelería Madrid, opina que sí que se nota menos afluencia de gente en las terrazas. “En los meses de calor duros, que son julio y agosto, históricamente en Madrid siempre hay una ralentización de la venta en terrazas. Sí que es verdad que el efecto ola hora de calor produce una disuasión adicional. Anticipa al aperitivo y retrasa el consumo a las nueve o diez de la noche. Nos amplía la actividad baja”. Aparacio subraya algunas de las medidas tomadas por los locales para frenar la sensación de calor, como la instalación de máquinas de agua nebulizada “que echan el agua a presión para capear el temporal”.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.