Madrid se enfrenta a un desierto en atención primaria
En los próximos cinco años se jubilarán alrededor de 1.500 médicos de familia, el 37% de los que hay actualmente, y la tasa de reposición, negativa, pone en peligro la sostenibilidad del sistema público
La atención primaria se enfrenta a un desierto de especialistas, los números no salen y las distintas variables para prever el futuro de este ámbito combinan mal. Ahora, con datos de diciembre de 2021 de la Consejería de Sanidad, Madrid tiene 4.030 médicos de familia, una cifra que hace años que no alcanza la media española: 7,6 por cada 10.000 habitantes, según la Sociedad Española de Medicina de Familia, una tasa para la que faltarían 1.089 facultativos en la Comunidad. Además, hay alrededor de 748 plazas entre esos profesionales y los de Pediatría sin cubrir, con el cálculo de la Asociación de Médicos y Titulados de Madrid. En los próximos cinco años, la autonomía se enfrentará a la jubilación de alrededor de 1.500 de estos especialistas, un 37% de los que tiene actualmente, según datos de la Gerencia de Atención Primaria a los sindicatos; y, hasta ahora, la reposición anual de esos profesionales es tan baja —cuando no es negativa— que las perspectivas para los centros de salud no tienen demasiada luz.
No es un panorama nuevo, pero sí cada vez más urgente. En 2018, el último estudio demográfico de la Organización Médica Colegial (OMC) alertaba del “déficit estructural de las plantillas de médicos de familia y pediatras de AP” en todo el territorio nacional y del empeoramiento que se iba a producir en esos números “a consecuencia de la jubilación de miles de profesionales y la escasa oferta de plazas MIR”.
Plazas que no se cubren
La Consejería de Sanidad, que envía las respuestas a este diario tras la publicación del artículo, explica que el pasado octubre solicitó al Ministerio de Sanidad en el Consejo Interterritorial sobre Atención Primaria celebrado en Canarias algunos cambios como el aumento de esas plazas MIR y la flexibilización de la acreditación de centros como Unidades Docentes, “medidas para la desburocratización de tareas administrativas” o la “creación de la Especialidad de Urgencias para evitar el trasvase de residentes de Medicina de Familia”.
Según la misma contestación de la Consejería, el Servicio Madrileño de Salud “tiene en ejecución el Plan de estabilización de Empleo Público y de tasas de reposición anuales, con Ofertas Públicas de Empleo para alrededor de 28.000 plazas en distintas categorías”. Del total de las plazas ofertadas ya, cifran, “hay 883 para Medicina de Familia”. Aunque también informan de que “la resolución de estos procesos se ha visto retrasada por la pandemia, que ha impedido su normal desarrollo”, así como “por el elevado número de aspirantes”.
Pero en la comunidad que gobierna Isabel Díaz Ayuso, además de la problemática que sucede en el resto de autonomías, esas nuevas plazas que se ofertan no se están cubriendo. Los residentes de Medicina de Familia no quieren ocuparlas. El 24 de mayo de 2021, los pediatras que acababan de terminar la residencia tenían que coger plaza: había disponibles 44 y solo cinco especialistas se quedaron. Un día después tocó el turno de los médicos de familia, habían terminado la residencia 223 y había 84 plazas, se ocuparon 17.
Desde 2017, las plantillas de los centros de salud se han mantenido prácticamente en el mismo número con una población creciente y cada vez más envejecida, con más patologías crónicas. 3.931 profesionales había aquel año, 3.994 un año después, 4.060 en 2019, solo 20 más al año siguiente –diez meses después de la llegada del virus– y a finales del pasado diciembre, 50 especialistas menos. 2021 acabó con 4.030 médicos de primaria. ¿Qué ocurre? Diversas cuestiones.
De una de ellas también advertía ese informe de la OMC: “El 53% de los médicos de familia soportan cupos de más de 1.500 tarjetas sanitarias y atienden a más de 40 pacientes diarios”. Y era 2018 y era una afirmación para el conjunto de las autonomías. Las agendas de los facultativos en Madrid oscilan entre los 60 y los 90 pacientes diarios; con la pandemia hay médicos que han superado los 100. “Siempre dificultad por el tiempo que hay para atender a los pacientes”, dice Raquel Iglesias, residente de cuarto año en un centro de salud de Fuenlabrada.
Un médico de familia, en un turno de siete horas y con una agenda de 70 pacientes, podría dedicar seis minutos a cada uno de ellos, contando con que no se movieran de la consulta ni una sola vez. Estos especialistas, en toda España, llevan años pidiendo que se aumenten los tiempos por paciente en consulta, a una media de entre 10 y 12 minutos. En Madrid, con las cifras actuales, es imposible.
“Muchos médicos tienen mucho más cupo del que debería [más pacientes de los que les corresponden para una atención óptima], y si ya de por sí tienes poco tiempo por paciente, en primaria además no vienen por una sola cosa, como puede ocurrir en el especialista, sino por tres o por cuatro, abordar eso en cinco minutos es imposible”, dice Iglesias.
Ella, cuando llegue mayo, tendrá que decidir qué hacer. Aún no lo sabe: “En general, todo el mundo toma la misma decisión [no ocupar una plaza en primaria en Madrid] por la precariedad de los contratos y los recursos que hay”. Cuenta que entre quienes deciden quedarse, hay a los que la Consejería de Sanidad ofrece un contrato para sustituir una baja, uno de tres meses, “con mucha suerte” una interinidad o “incluso” contratos de un día o dos en distintos centros: “La temporalidad, en general en los sanitarios y en particular en primaria, es desesperante y la gente que quiere una mínima estabilidad lo tiene complicado aquí”.
Salvador Casado hace más de dos décadas que acabó su residencia, es médico de familia en Soto del Real y pone los colores del semáforo como ejemplo de la situación en la que se encuentran los centros de salud en Madrid, porque según qué zonas, la saturación y la precariedad es mayor o menor: “Hemos pasado del verde y amarillo a cada vez más rojos, y eso, unido a que se les ofrece morralla, plazas de refuerzo sin cupo asignado, por ejemplo, hace que los residentes se vayan, a las urgencias de los hospitales, a otras comunidades o al extranjero”.
El crecimiento continuado de la inversión en la sanidad privada
Algunos también al sector privado, al que Casado hace referencia: “Con mucho dolor, porque amo la primaria y la Medicina de Familia, no tengo más que asumir que es un zombi. Si de diez ciudadanos, cuatro tienen seguro hoy, van a seguir creciendo en los próximos años. Eso sí, quien lo pueda pagar. Y quien no, una asistencia de beneficencia”. Según el último informe de Unespa, la patronal de las aseguradoras, con datos de 2020, Madrid es la comunidad con más porcentaje de población asegurada, el 35,65%. Solo Cataluña tiene una cifra que se acerca (31,82%), ambas por encima de la media española, 23,35%.
Y no solo son los ciudadanos, también los distintos gobiernos regionales, todos del Partido Popular, han ido engordando ese sector en las últimas décadas. Desde ese año, el gasto público dedicado a conciertos ha crecido más del 400%. Ha pasado de 224,9 millones (el 5,3% del presupuesto de 2002) a 947,4 en 2019 (el 10,5%), según los últimos datos disponibles de la Estadística de Gasto Sanitario Público del Ministerio.
”¿Por qué? La Comunidad lleva años dedicando cada vez menos recursos, por lo tanto empobreciendo la calidad asistencial y cada vez hay más rotación de profesionales. Los especialistas huyen. Y la pandemia no ha hecho que cambie ni mejore nada”, afirma el médico. Tras seis olas de covid, hoy Madrid tiene menos facultativos de familia que antes de que llegara el virus, y los últimos presupuestos, los primeros de Isabel Díaz Ayuso, destinan menos dinero a Sanidad de lo que se gastó en 2019. Primaria, dice Casado, “es el canario de la mina, la parte más vulnerable del sistema, y no hay más que cosmética para maquillar a este paciente prácticamente muerto. Estamos cansados”.
Con datos de este jueves, los centros de salud de Madrid tienen en seguimiento domiciliario a 5.033 pacientes de coronavirus, lo han hecho con 1.280.449 enfermos desde que comenzó la pandemia con los recursos con los que cuentan, cada vez menos, y haciendo frente a lo que ha supuesto el cierre de los servicios de urgencias de los días festivos y fines de semana desde el 20 de marzo de 2020. Se clausuraron en la primera ola para derivar a los profesionales al hospital de campaña que se montó en Ifema y nunca más han vuelto a reabrirse.
En este último pico del virus, además, con menos enfermos graves en los hospitales, los especialistas de Medicina de Familia han sido el muro de contención de la inmensa mayoría de nuevos contagios. Hace varias semanas que la saturación provocó que las consultas rutinarias dejaran de pasarse y los médicos de cabecera solo atendieran lo urgente y a los enfermos de covid.
El 21 de diciembre, ante la imposibilidad de detectar el explosivo número de nuevas infecciones y con colas ininterrumpidas durante todo el día en muchos centros de salud de la región, la Comunidad decidió que los positivos de covid que resultaran de los test de antígenos contaran como positivos oficiales. Primaria ya no daba más de sí.
¿Soluciones? Según Casado, “políticas fuertes a nivel de comunidad y a nivel estatal”. Sin embargo, añade, “se está apostando fuerte por la innovación, hospitales y la farmacia hospitalaria, y primaria cada vez cuenta con menos recursos y no hay visos de que eso vaya a cambiar. Si no hay una inversión fuerte, fuerte de verdad, tendremos que asumir este cadáver”.
El plan de la Comunidad
En octubre, el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, presentó el plan para la atención primaria en Madrid. 200 millones de euros en los dos próximos años, para la creación de 1.222 plazas de distintas categorías, entre otras cuestiones. Pero la letra pequeña que no se contó ni se recogió en la nota de prensa que envió la Comunidad entonces, pero que sí estaba en dos documentos internos a los que tuvo acceso este periódico, es que esos 200 millones no cubren el agujero de personal. Y la propia Consejería lo reconocía.
En uno de esos archivos, entregado a las direcciones asistenciales, la Consejería decía: “¿Cuál es nuestro punto crítico? La falta de profesionales (MF)/ (PED) [médicos de familia / pediatras], que no mejorará a corto ni a medio plazo: condiciona la prestación del servicio y la accesibilidad y, por tanto, el modelo asistencial”. Es decir, que sabían que la situación no va a mejorar con esa inversión. En el otro, con la marca de agua “confidencial, documento de trabajo interno”, se desglosaba el reparto de las plazas de nueva creación: 264 médicos de familia, 84 pediatras, 264 enfermeras y 314 auxiliares de Administración, entre otros profesionales.
Ese plan, informa la Consejería, "contempla mejoras retributivas compensatorias por población atendida y por la asistencia condicionada por la ruralidad". Complementos con los que "se pretende compensar a los profesionales y hacer más atractiva la atención primaria". Además, añaden, "se trabaja en la reorganización de los centros para que los equipos tengan capacidad organizativa y cada demanda del ciudadano sea atendida por el profesional más adecuado. Esta reorganización permite además turnos de trabajo que facilitan la conciliación personal y familiar de los profesionales".
Desde hace años, este ámbito, a nivel nacional, reclama más financiación: el 25% del presupuesto de Sanidad. Ninguna autonomía llega a ese porcentaje. Por delante está Andalucía, con el 18% de su partida sanitaria. Y la última en el ranking, Madrid, con un 11,2%, según los últimos datos, de 2019, del Ministerio de Sanidad. En general, para todo el territorio, la inversión en los centros de salud ha descendido levemente —pasó de 10.415 millones de euros en 2009, el 14,9% del total de gasto sanitario, a 9.874 millones (el 14,2%) en 2019—, pero es la Comunidad presidida por Isabel Díaz Ayuso la que lleva años siendo la que invierte menos en Sanidad y menos en primaria.
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