La UCI del Isabel Zendal solo ha utilizado cinco intensivistas y todos rotatorios
El centro de emergencias ha formado su plantilla con 1.538 trabajadores de hospitales públicos de la comunidad entre su apertura, en diciembre de 2020, y el pasado julio
El Zendal se inauguró el pasado 1 de diciembre. Empezó a tener pacientes diez días después, derivados desde otros hospitales. Al igual que su plantilla, que nunca fue propia: enfermeras, celadores, auxiliares y médicos han llegado desde La Paz, el Gregorio Marañón o el 12 de Octubre. Desde que empezó a rodar y hasta este lunes, según datos facilitados por el centro, ha atendido 7.995, de ellos, 358 han pasado por su unidad de cuidados intensivos, el área que más problemas tuvo a la hora de ser dotado de especialistas. La situación en las UCI de los hospitales públicos, que llevan en una suerte de ola continua desde el verano de 2020, ha hecho siempre difícil el traslado de la gran mayoría de sus intensivistas. Ahora, la respuesta de la Comunidad a una pregunta en la Asamblea de la diputada de IU en el grupo de Podemos, Vanessa Lillo, pone datos a ese problema ya conocido: desde su apertura y hasta el 20 de julio, por la unidad de críticos del Zendal han pasado cinco intensivistas, de forma rotatoria, y 36 facultativos de Anestesiología y Reanimación.
Lo “óptimo” y lo “normal”, afirma Joaquín Estévez, exgerente de hospitales y presidente de la Fundación Sedisa (Sociedad Española de Directivos de la Salud), “es que haya un especialista en Medicina Intensiva por cada cuatro camas, por turno”, y en Enfermería, “una por cada dos o tres pacientes, aunque en casi ningún sitio se cumple, pero ha de haber al menos una por cada tres”. Los equipos de Anestesia, “se ocupan de las unidades de reanimación, la esfera prequirúrgica y postquirúrgica”, añade. Desde la Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación Terapéutica del dolor (Sedar), una portavoz detalla que “el manejo del paciente crítico en cuidados intensivos o las competencias en UCI van innatos en la formación y en la labor diaria del anestesiólogo, una especialidad que nace históricamente de la Anestesiología”. Esto, añade, “ha permitido precisamente el aumento exponencial de camas UCI durante la pandemia, permitiendo salvar muchas vidas de pacientes covid y no covid”. En España, según cifras de la Sedar, hay “200 UCIs de Anestesiología” con “1.800 camas reconocidas” y “1.300 anestesiólogos” que trabajan en esas unidades.
Con las ratios específicas de facultativos de Intensiva, y con la capacidad del Zendal —según los últimos datos de la Consejería de Sanidad, de mayo, 34 plazas de UCI—, debería haber habido, en máxima ocupación, al menos ocho especialistas de este ámbito.
Estévez recuerda en este sentido que esta delimitación de funciones ocurre en España porque Medicina Intensiva está reconocida como especialidad, algo que no sucede en muchos otros países europeos, y algo que valida la experiencia, específica, de los intensivistas en la atención a críticos. Pero recuerda también que es algo que no ha sucedido en Madrid, como en otras autonomías, desde que llegó el virus. Sobre todo en la primera ola, los servicios de Anestesia conformaron un equipo, urgente y necesario, con los de Intensiva, para poder asumir el volumen de pacientes que llegaba a los hospitales.
Un estudio sobre esa primera ola del conocido como grupo Covid —médicos de 62 hospitales públicos y privados de la Comunidad que comparten de forma periódica datos en Twitter sobre la ocupación de los centros por enfermos de coronavirus—, explica que “la ocupación de camas de UCI alcanzó casi el 300% el 6 de abril [de 2020]. Para hacer frente al enorme aumento de casos que necesitan cuidados intensivos, las unidades de cuidados postanestesia, las UCI pediátricas y las unidades de cuidados cardíacos / coronarios se reutilizaron para pacientes adultos con covid-19 y se colocaron UCI provisionales en quirófanos y unidades de cuidados respiratorios intermedios. Del 28 de marzo al 7 de abril [del pasado año], la carga de casos de covid-19 interrumpió casi todas las actividades hospitalarias quirúrgicas y médicas no relacionadas con covid”.
En ese contexto, recuerda Estévez, “todas las manos eran pocas” para intentar sacar adelante a los pacientes más graves. En cualquier caso, al estar paralizada prácticamente toda la actividad no urgente u oncológica, los facultativos de esas áreas podían seguir apoyando a quienes atendían a los pacientes más graves.
Después, en las posteriores olas, y aunque en ninguna se llegó al número y a la rapidez con que se colapsaron en un primer momento —el pico fue el 5 de abril, con 1.520 críticos, para una capacidad de 522 plazas, entre el sistema público y el privado—, las UCI han seguido trabajando bajo la presión de la covid de forma constante, con un único pequeño paréntesis a principios del verano pasado.
Mientras, los centros han intentado recuperar en la medida de lo posible la actividad paralizada durante lo más grave de la pandemia. Y en esa medida, los anestesiólogos han ido volviendo de forma intermitente a sus unidades. Nunca del todo. A pesar de este contexto generalizado y excepcional en todo el sistema madrileño de salud, en ningún hospital la proporción de facultativos de Anestesia e Intensiva en las UCI está ni ha estado tan descompensada como en el Zendal.
Vanesa Lillo, la diputada que solicitó ese desglose de profesionales en el centro de emergencias, dice que se ha estado llevando al Zendal a personal de otros hospitales, “mientras se veían noticias del colapso [de esos otros hospitales]”. En algunos casos, recuerda, se superan los 200 profesionales. Por ejemplo, en La Paz, el hospital que más trabajadores sanitarios cedió, 235. Después, el Marañón, con 162, el Ramón y Cajal, con 152, el 12 de Octubre, con la misma cifra, y 136 el Clínico San Carlos.
“¿Cómo afecta eso a su funcionamiento normal? ¿Qué gestión se está haciendo?”, pregunta de forma retórica Lillo. “Son las consecuencias de hacer un hospital sin profesionales, y de que si tiene pacientes graves los trasladen a hospitales de verdad, porque no hay medios para atenderlos. ¿De qué sirve entonces? Es un ejemplo del caos sanitario de Madrid: desvestir a un santo para vestir a otro”, dice. Y reflexiona sobre esa falta de intensivistas. Cree que está “estrechamente relacionada” con la derivación que se ha hecho desde el Zendal a otros hospitales en varios momentos desde su apertura.
El centro de emergencias, levantado, según la Comunidad, para acoger a todos los pacientes de coronavirus de la región —la presidenta Isabel Díaz Ayuso dijo el día de su apertura que era “el hospital para toda España”– y sobre todo descargar al resto de UCIs de Madrid, ha absorbido alrededor del 35% de los ingresos de los enfermos totales, y, desde el principio, tuvo dificultades para atender a los pacientes críticos, que no estuvieron contemplados en los primeros días de la apertura. Después, durante algunos de los peores picos de los últimos meses, tuvo que derivar pacientes críticos a otros hospitales.
Los únicos datos que existen sobre esos traslados fueron los obtenidos por este diario a través del Portal de Transparencia, el pasado junio. Entonces, la Comunidad cifró en 227 los críticos que el Zendal había atendido entre finales de diciembre y el 13 de mayo, de ellos, uno de cada cuatro tuvo que ser llevado a otro hospital.
Esos 56 enfermos a los que se movió fue una cifra considerada como “muy alta” por una docena de intensivistas a los que este diario consultó. A pesar de que desde que comenzó la crisis sanitaria, los movimientos entre estas áreas se han ido produciendo —ocurrió sobre todo en la primera ola y generalmente en aquellos centros con menor capacidad—, en ningún caso con la frecuencia con la que se han realizado en el Zendal, que empezó a funcionar cuando ya había pasado la primera y la segunda ola.
19 de aquellos traslados fueron por la necesidad de una máquina de ECMO, que oxigena la sangre del paciente y respira por él y que solo tienen los hospitales de alta complejidad de la región. Por esto se llevó a 10 enfermos al Puerta de Hierro y nueve al 12 de Octubre, los dos de referencia en esta práctica, según informó en su momento una portavoz del departamento de comunicación del centro de emergencias. La unidad de Intensiva de otros hospitales más pequeños, como el de Fuenlabrada, por ejemplo, requirió tres en lo que llevaba de pandemia por este motivo, según informó uno de sus especialistas.
Los otros 37 enfermos fueron derivados “porque precisaban atención por otras especialidades” o “por falta de camas [no tiene un número fijo de plazas aunque su capacidad máxima ha sido de 34]”, tal y como explicó la misma portavoz. Su departamento negó en aquel momento que los traslados se hubieran debido a falta de personal para atender a pacientes graves, algo que aseguraban dos sanitarios que habían trabajado allí y algo que han corroborado después otros dos especialistas más, con una repetida negativa a dar sus nombres “para evitar problemas en el trabajo”, por “miedo a represalias” e, incluso, por “miedo a perder el trabajo”.
El problema desde el origen de los recursos humanos
El pasado febrero, en una entrevista realizada por este periódico, Fernando Prados, el coordinador del Zendal, reconoció que había “un problema” con los recursos humanos del centro. No solo con los de UCI, sino con la plantilla en general, que, según esa respuesta de la Asamblea a Lillo, ha alcanzado los 1.538. El ámbito que más traslados de personal requirió fue el de Enfermería, con 665; después, las auxiliares, con 480; tras ellas, los celadores, 99. En cuanto a facultativos especialistas, el número total ha sido de 154. El mayor número pertenece a Medicina Interna, con 51; en segundo lugar, Anestesia, con 36; y después Cardiología, con 13, y Neumología, con 12. Actualmente, informa una portavoz del centro, hay 1.172 trabajadores en el Zendal, entre todas las categorías.
Para llegar a esos números, ha habido tirantez entre la Comunidad, los hospitales y los profesionales. “Hay un problema, sí. Y un problema de base, no cabe duda. Y está claro que va a generar problemas con los servicios, pero el sistema profesional sanitario es muy complejo, más o menos necesitas 11 años para empezar a trabajar, con lo cual, si te viene una pandemia y no te avisan 11 años antes, no vas a tener médicos suficientes para atenderla”, dijo en aquella entrevista Prados.
Aquello derivó en una serie de decisiones por parte de la Comunidad que provocaron tensiones entre los profesionales, entre los jefes de servicio de los hospitales y entre todos ellos con el Gobierno regional. La Consejería de Sanidad acabó dando la orden de que no se volviese a contratar a ningún profesional que se negase a ir al centro de emergencias.
“Estábamos viendo que había profesionales que si renunciaban a venir, como no hay más en la bolsa, podían ser contratados de nuevo en otro hospital y se libraban de venir al Zendal, por decirlo así”, arguyó entonces Prados, que afirmó que la negativa del personal sanitario a moverse de sus servicios era por “comodidad” y reconoció también que en la decisión de trasladar como fuera a los profesionales había un componente técnico, pero también uno político. Ahora, la perspectiva de Prados no ha podido ser recogida. A la repetida petición de hablar con él o con el jefe de servicio de UCI, el centro no ha contestado.
El centro de emergencias, también como vacunódromo
En febrero, a la atención a los pacientes de coronavirus que acogía el Enfermera Isabel Zendal, se sumó el dispositivo que activó la Comunidad para la campaña de inmunización contra la covid. Junto al Wanda Metropolitano y el WiZink Center, el centro de emergencias comenzó a vacunar.
Cuatro meses después, en junio, el Ejecutivo informó de que el 28 de aquel mes el Zendal comenzaría a inocular de forma ininterrumpida las 24 horas del día a través del sistema de autocita que tenía habilitado la Consejería de Sanidad. Desde ayer, en ese espacio, se inyecta el suero contra el coronavirus todo el día, tanto primeras como segundas dosis de Pfizer, Moderna y AstraZeneca, pero ya sin cita.
También se hace de forma ininterrumpida y sin haber agendado día y hora en el WiZink Center. Además, sin cita, la ciudadanía también puede acudir al estadio Wanda Metropolitano de lunes a domingo, al Colegio de Médicos de lunes a sábado, y a ocho puntos centralizados de Atención Primaria de lunes a viernes.
“La administración de primeras y segundas dosis sin cita se compatibiliza con el sistema de autocitación, que sigue activo para que la población de 12 años en adelante planifique cuándo y dónde quiere recibir la primera dosis, pudiendo elegir entre 47 espacios de vacunación distribuidos por toda la región”, recuerda la Consejería de Sanidad en una nota de prensa este lunes.
* Esta noticia ha sido modificada a 11 de septiembre de 2021, en el párrafo segundo y cuarto, para añadir las declaraciones de la Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor así como para añadir el carácter competencial de esa especialidad.
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