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Por qué los sanitarios de Madrid no quieren ir al Zendal: “Un hospital sin experiencia no es el mejor hospital”

El abandono de los servicios en sus hospitales, la falta de medios y de equipos rodados en esa nueva infraestructura y el “maltrato” y las formas con las que se están realizando los traslados son los principales motivos

Pacientes en el Isabel Zendal este 18 de enero de 2021.
Pacientes en el Isabel Zendal este 18 de enero de 2021.Bernat Armangue (AP)
Isabel Valdés

La plantilla del centro de emergencias Isabel Zendal resultó polémica desde el primer momento. Primero, porque el Gobierno regional no contó durante meses cuál sería la dotación necesaria de sanitarios y su especialidad. Después, porque se habló de que acudirían voluntarios. A continuación, traslados obligatorios. El último episodio es el de la decisión de no volver a contratar a quienes rechacen dicho traslado. Cuando se aclaró que el Zendal necesitaría un total de 669 profesionales y se inició la incorporación de voluntarios, las primeras cifras quedaron muy por debajo: se apuntaron 106 a fecha del pasado 21 de diciembre. Comenzaron entonces las derivaciones: el 27 de diciembre, entre voluntarios y forzosos, había un total de 320. Sanidad anunció que la cifra se incrementaría a 550 en pocos días. Y en esos días, arrancó la comunicación de que los que no acudieran a la llamada no volverían a ser contratados en la Comunidad de Madrid.

Profesionales que han rechazado la llamada, otros que la esperan y otros que trabajan ya en el Zendal explican las razones por las que no quieren ir al nuevo centro; sanitarios, de Medicina y Enfermería, de diversos hospitales públicos de Madrid. Todos coinciden en tres cuestiones. La derivación implica abandonar sus servicios, a sus compañeros y a sus pacientes, en plena tercera ola y con plantillas ya mermadas; la falta de medios y de equipos rodados en esa nueva infraestructura; y el trato —“maltrato”, repiten— y las formas con las que se están realizando este movimiento de especialistas.

No todos quieren quieren que aparezcan sus nombres ni sus historias. “Off the récord”, piden muchos. “También esto da una idea de cómo estamos”, dice una enfermera que está segura de que el turno del “traslado forzoso” le tocará pronto. Tienen miedo a represalias por parte de las gerencias de sus centros, aunque, en general, tienen el apoyo de sus compañeros y los jefes de sus servicios. “Pero desde arriba es otra cosa, mira la lista negra que parecen que intentar hacer con los que dicen que no quieren ir al Zendal y renuncian a su contrato”, dice otro especialista de Enfermería de un centro al sur de Madrid. Se refiere al correo electrónico que la Dirección General de Recursos Humanos del Sistema Madrileño de Salud envió la pasada semana a los hospitales para comprobar que se estaba cumpliendo la orden dada el 30 de diciembre, y repetida el 5 de enero, sobre no volver a contratar a ningún profesional de los que tienen en la plantilla de refuerzo por la covid que hubiese renunciado a dicho contrato tras ser derivado al centro de emergencias Isabel Zendal.

Desde allí, este lunes, la presidenta de la Comunidad Isabel Díaz Ayuso repitió en varias ocasiones en una comparencia sin preguntas permitidas que ese era “el mejor hospital de España”. No habló con el personal ni con los pacientes, 313 ya este martes [según los datos del grupo covid-19, que publica dos informes semanales de la ocupación hospitalaria], el que más acumula de la región, que ya alcanza los 804 de incidencia acumulada. “El mejor formado para esta situación, se ha construido en base a la experiencia y ha aprendido de Ifema [el hospital de campaña que la Comunidad montó en la primera ola en el recinto ferial]. Es el más seguro para sus profesionales y sus pacientes, este hospital de hospitales da servicio a todos los demás y hace que la carga de los profesionales sea menor [en el resto de centros]”, dijo en una retransmisión por streaming.

En plena tercera ola, con los contagios subiendo de forma acelerada, los ingresos multiplicándose y las UCI operando al 105% de su capacidad máxima, los hospitales han tenido que activar desde hace días sus planes de elasticidad, es decir, se ven obligados a empezar a paralizar parte de su actividad habitual para que las unidades de cuidados intensivos, donde se trata a los pacientes más graves, puedan expandirse. Tienen 3.425 enfermos ingresados en planta y 554 críticos en sus unidades de intensivos. En ese contexto aparece la primera razón de los profesionales para negarse al traslado.

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“Somos más útiles en los lugares donde llevamos meses remando”

“No es solo no querer ir al Zendal, es que no queremos dejar los sitios donde estamos, somos más útiles en los lugares donde llevamos meses remando”, dice Silvia Moreno, médica de primaria con guardias en las Urgencias del Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares. “Nadie puede decir que este es el mejor hospital de España. Es un hospital nuevo, y como hospital nuevo, actualmente es el peor. En realidad ni siquiera es un hospital, no es costoefectivo y carece de muchos servicios”, ahonda esta residente de cuarto año, que también recuerda que un centro con apenas un mes de funcionamiento, “sin plantilla fija” y “sin experiencia en covid”, como equipo, “no es de ninguna manera mejor que los grandes hospitales de Madrid que han tratado a miles y miles de pacientes covid”. Asegura que “si los médicos supieran que ahí iban a salvar más vidas que en los equipos donde están trabajando, ya se habrían ido corriendo”.

Jaime Borrego, internista en el Severo Ochoa, apunta que, sobre todo, los traslados obligados se están produciendo entre el personal de Enfermería. De su hospital, solo un médico ha tenido una de esas derivaciones forzosas: “No es una cosa del otro mundo. Pero no pasa en todos los centros y en el caso de Enfermería es una barbaridad. Las enfermeras son parte del equipo sin las que no puede funcionar un hospital”.

“No cuenta con todas las especialidades ni con los suficientes recursos”

Desde la Unidad de Reanimación del Gregorio Marañón, la enfermera Pilar Grande recuerda la segunda razón, los medios: “No cuenta con todas las especialidades ni con los suficientes recursos cuando un paciente se te pone malo. Los pacientes de covid son multidisciplinares, complejísimos, afecta a casi todas las especialidades médicas”. “Y cuando empeoran”, explica esta sanitaria del movimiento Sanitarios Necesarios, “el tiempo de respuesta que necesitan es inmediato”.

El Zendal tiene una capacidad de 1.008 camas de hospitalización, 16 plazas de UCI y 32 de cuidados intermedios; pero no cuenta con otras áreas que sustentan el concepto de hospital —como las de docencia e investigación, urgencias o gabinetes de exploración diagnóstica y tratamiento para casi todas las especialidades, médicas y quirúrgicas—, muchas de ellas necesarias cuando los pacientes evolucionan mal. El día de la inauguración, el 1 de diciembre, Pablo Casado, invitado a la apertura, preguntó a Ayuso por lo quirófanos. Ella se quedó callada y fue el director general de Infraestructuras Sanitarias, Alejo Joaquín Miranda de Larra, quien salió al paso: “Aquí hay salas de procedimientos, lo que llamamos sala de curas, donde se pueden hacer traqueotomías y cualquier tipo de intervención como se hicieron en Ifema”.

En esa misma comparecencia del lunes desde el Zendal, Díaz Ayuso dijo que el centro iba “mejorando con los días”: “Necesita alivio, apoyo y comprensión”. Pero esta serie de dificultades, afirman varios especialistas consultados “no son cuestiones que se puedan ir mejorando con los días”, creen que es una mala organización y planificación que repercute en la asistencia y el manejo de los pacientes empeorando su pronóstico.

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Dvd1029(01/12/20) Inauguracion Hospital Isabel Zendal , Madrid Foto: Víctor Sainz
Las carencias del Zendal ralentizan la asistencia de los pacientes graves

Hacer frente a situaciones como esas, alega Rubén Herrera, enfermero en Alcalá de Henares y miembro de Mats (Movimiento Asambleario de Trabajadores de la Sanidad Pública), provoca situaciones de “estrés absoluto” para los profesionales: “Más para quien va forzado, salen llorando, sin organización, desde el punto de vista profesional da miedo. Sin hablar de las formas en las que se comunica, medio día antes, el mismo día… Es una falta de respeto para los sanitarios”. En Madrid, recuerda Javier Ortega, cirujano general en el Hospital del Tajo tras muchos años en La Paz, “nunca ha habido traslados forzosos de sanitarios y mover en la forma en que se hace al personal no muestra ningún respeto por su trabajo”.

Asegura Ortega que el hecho de que desde la Comunidad se nombre al Zendal como “el mejor hospital de España”, “duele y es un insulto para los miles de profesionales y hospitales con experiencia que llevan meses trabajando, con equipos integrados, que se conocen y con todos los medios a su alcance para cualquier imprevisto, para el que tienes que reaccionar al segundo”. Ahora, dice el cirujano, delegado de Amyts en su centro, la orden de la Comunidad de Madrid complica la situación: “Estamos con el culo al aire, todas las autonomías están en mitad de la tercera ola, todas necesitan sus médicos y nosotros vamos a perder médicos porque rechacen el traslado al Zendal. Pues se irán a Toledo, a Segovia o a cualquier otro sitio, porque los recibirán con los brazos abiertos”.

Un centro sin los recursos necesarios

La retahíla de problemas que cuentan quienes trabajan allí es larga. Una de esas médicas narra que “el jueves llegaron tres niños y se prohibió derivarlos a La Paz: “Yo rezaba, literalmente, porque no empezaran con disnea”. No había profesionales experimentados para ellos. Cuando abrieron el pabellón 1, el viernes, lo hicieron con el carro de paradas vacío, sin medicación, comparten, al menos hasta la mañana de este martes, carro con el pabellón 2. En ese área recién abierta tampoco funciona correctamente el flujo de gases, por lo que, cuando un paciente necesita oxígeno, hay que mudarlo al pabellón 2. De repente, en un control de Enfermería no había morfina. Un paciente entró en parada cardiorrespiratoria porque el ratio de enfermeras “está al límite”: “El enfermo se levantó porque quería ir al baño y entró en parada”. Ese mismo sábado había dos médicos y otro de refuerzo para 250 pacientes. Este lunes no hubo dexametasona durante toda la mañana, el fármaco más usado por los profesionales y el único, hasta ahora, que ha demostrado reducir la mortalidad entre los pacientes muy graves, los que necesitan de una UCI, y también entre los que necesitan oxígeno, sin que tengan que requerir de ventilación invasiva. “Un hospital solo de covid sin dexametasona, aunque sea un rato, porque no es siempre... Solo puede deberse a una falta de previsión”, dice esta facultativa.

La presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, afirmó el lunes que el centro iba “mejorando con los días”: “Necesita alivio, apoyo y comprensión”. Pero las dificultades, afirman varios especialistas consultados, no son “cuestiones que se puedan ir mejorando”, creen que es “una mala organización y planificación”.

Hay otras dificultades, dice la facultativa del Zendal, que se han solucionado: “Por ejemplo, que ya hay un baño para cada 40 pacientes y que lo limpien más de una vez al día. También ha habido una reunión con el catering porque la comida era horrible. También se ha conseguido que paren el ruido de la obra por la noche porque los pacientes no podían dormir”. Para el personal, añade, se ha conseguido una “habitación con calefacción para dormir que no había, que se limpie la habitación, que pongan mas tomas para los ordenadores que apenas había, también hemos conseguido torundas para las PCR que no había, y que funcione el TAC con contraste [un aparato imprescindible para tratar a los enfermos de coronavirus]”.

*En una versión anterior de este artículo se aludía al pasado sábado como el día en el que un enfermo entró en parada al levantarse, pero no sucedió entonces. Fue un día de la pasada semana.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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