La Comunidad de Madrid desconoce el patrimonio destruido en el parking de Canalejas
El vídeo de un ‘youtuber’ descubrió yacimientos arqueológicos de la antigua red de galerías de agua potable que ha desaparecido con el aparcamiento y OHL asegura que comunicó los hallazgos
El parking público de Canalejas guardaba un inesperado giro de guion: la empresa promotora ha hecho desaparecer unas galerías subterráneas de agua potable que abastecieron a Madrid, desde el siglo XVII hasta mediados del XIX. Del entramado histórico que dio de beber a la ciudad durante más de dos siglos solo han quedado en la propiedad del grupo OHL los restos de una noria de ladrillo y mortero, datada en el siglo XVIII. Se halla en la planta menos tres del aparcamiento de “la meca del lujo”, y está expuesta sin protección a los turismos que transitan por la calzada. Tampoco existe ni una identificación ni una explicación del bien cultural.
El actual equipo de la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid ha sido consciente de los restos expuestos y de los desaparecidos ahora, y una vez revisado los expedientes arqueológicos clasificados entre 2018 y 2019, reconocen que no saben qué ha pasado con las galerías subterráneas del viaje del agua que parece ser del Bajo Abroñigal. Desde la Consejería explican a este periódico que en los informes de una arqueóloga contratada por la consultora Prointec, que trabajó para OHL, no existe ninguna referencia a estas galerías de las que no ha quedado ni rastro.
Sabemos de su existencia gracias al vídeo subido a YouTube, en noviembre de 2019, de un usuario que responde al nombre de Imix y que se define como “explorador urbano de Madrid”. Imix se dedica a “descubrir sitios únicos y ocultos” con el afán de documentarlos. Accedió sin permiso a las obras de Canalejas y registró la existencia de esas galerías que le empresa promotora ha hecho desaparecer. Imix explica a este periódico que está acostumbrado a ir a espacios similares, pero lo que encontró esta vez le extrañó: “Me impactó mucho porque eso iba a ser un parking y eran restos arqueológicos”.
No constan los restos
“La Consejería de Cultura y Turismo va a requerir a la empresa promotora más información sobre las mismas y sobre las actuaciones que ha desarrollado. En el expediente no consta una identificación adecuada de estas estructuras ni un estudio detallado sobre las mismas, y tampoco se ha aportado una justificación adecuada de las actuaciones emprendidas”, aseguran desde la Comunidad de Madrid. “Por estos motivos, y antes de adoptar las medidas que sean necesarias, y para poder valorar el interés y el valor cultural de estas galerías, se requerirá a la empresa que aporte más información sobre las mismas”, añade.
En estos momentos, los restos no tienen ningún tipo de cartela o paneles para informar de este bien cultural. “Todavía está pendiente la musealización de los restos e instalación de la cartelera que se desarrollará por parte de la empresa promotora en los próximos meses”, indican desde la Comunidad de Madrid. También han decidido construir una urna de cristal que protegerá el bien y evitará su deterioro, expuesto así desde la inauguración del parking hace dos meses. “Los restos arqueológicos de los viajes de agua han sido identificados con placas en el aparcamiento, tal y como nos indicaron desde la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento“, explican desde OHL. Sin embargo, las galerías captadas por Imix en su incursión han desaparecido.
Un “cúmulo de despropósitos”
Los bajos de la operación inmobiliaria más polémica de la última década en la capital, y definida por las asociaciones proteccionistas como “el paradigma de la destrucción del patrimonio histórico”, guardaban un secreto del que nos ha llegado una mínima parte. El parking de 400 plazas, 25.440 metros cuadrados y 21,5 millones de euros -abonados por Alsepark, firma de OHL- ha acabado con una parte importante de la ingeniería civil madrileña. Desde la Asociación Madrid, Ciudadanía y Patrimonio (MCYP) explican que la obra de Canalejas es un “cúmulo de despropósitos”.
Este periódico ha reclamado a la Consejería de Cultura el detalle de los restos arqueológicos que han desaparecido, pero no ha facilitado esta información. La noria fue descubierta en agosto de 2019 y “la empresa promotora presentó una propuesta para la documentación y desmontaje de los restos de la noria, indicando que afectaba a la construcción de las zanjas y pozos del sistema de saneamiento del aparcamiento y a los recorridos de acceso al aparcamiento”, añaden las fuentes de la Consejería. Por ello la Dirección General de Patrimonio Cultural decidió conservar y restaurar los restos materiales. Además autorizó a OHL “reubicar a unos 10 metros de su posición original”.
“Ahora descubrimos que no teníamos ni idea de lo que pasaba bajo cota cero. Ni la Comunidad de Madrid, ni los propietarios informaron de estos hallazgos. No sabemos qué han destruido ni qué han dejado. Para mí ha sido una sorpresa, pero no me sorprende. Y aunque desprotegieron dos edificios BIC, de los siete que conforman el conjunto, los restos arqueológicos tienen una protección jurídica independiente. En Canalejas se ha arrasado con todo”, aclara Amparo Berlinches, presidenta de MCYP, sobre la aparición de los restos en el aparcamiento. La asociación lleva años denunciando la operación como un “atentado contra el patrimonio cultural y contra las leyes, cuya abusiva interpretación y deformación ha permitido llevar a cabo este despropósito”. De hecho, presentaron en 2014 una denuncia ante la Fiscalía de Medio Ambiente por daños al Patrimonio y también la entregaron en el Ministerio de Cultura, que la cartera nunca respondió.
Una operación llena de secretos
La operación Canalejas arranca el 14 de diciembre de 2012, cuando la Comunidad de Madrid de Ignacio González retira la categoría de Bien de Interés Cultural a dos edificios. Una semana más tarde, el Banco Santander cerró la venta al grupo OHL de los edificios históricos por 215 millones de euros. Y dos meses después, la exalcaldesa Ana Botella aprueba la modificación puntual del Plan General de Ordenación Urbana (PGOUM) para el área Sevilla-Canalejas, con la justificación de “facilitar el incremento de la actividad comercial”. Esto permitió la fusión en un único solar de las parcelas de los siete edificios fundidos. La obra arrancó en 2015 y se paralizó tres meses por demolición de elementos protegidos. El arquitecto Carlos Lamela reconoció errores de precisión en la destrucción de los edificios, que afectaron a las partes que había que proteger, la fachada y la primera crujía. “Todos cometemos errores todos los días. Esta es una obra complejísima. Es muy difícil evitar los errores”, dijo Lamela entonces. Luego llegaron problemas con la Academia de Bellas Artes de San Fernando (cinco salas cerradas por grietas provocadas por las obras) y cierre de la Línea 2 de Metro.
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