La gente bonita, las cosas bonitas
Ojalá les tengamos presentes cuando todo esto concluya
Hace solo unas semanas, el mundo tal y como lo conocíamos desapareció. La calle se volvió un sitio peligroso, los niños tuvieron que cambiar los juegos en el parque por el parqué de sus hogares, las terrazas se vaciaron, los supermercados, por el contrario, se llenaron y la palabra pandemia empezó a usarse a diario.
Desde entonces, en los informativos no hacen más que aparecer gráficos con cifras referidas a personas que enferman o fallecen. Así que despertamos cada mañana angustiados, con el estómago agarrotado, a sabiendas de que al abrir los ojos lo primero que oiremos, si encendemos la televisión o la radio, serán esos malditos números actualizando la cantidad de muertos y de contagiados.
Sin embargo, entre tanto malo ha aparecido gente bonita que hace cosas bonitas. Este tipo de personas suele ser siempre discreta, ya que le gusta diluir su grandeza y compartir sus acciones para que lleguen más lejos. Lo bueno es que están en todos lados, también en Alcorcón.
Estela y Mari Luz García Fuentes son las dueñas de “La tijera y el dedal”, una mercería del municipio en la que también se imparten talleres de patchwork, costura y punto. Reaccionaron ante la crisis sanitaria cosiendo mascarillas, junto a sus alumnas y los más de 150 voluntarios que se han adherido, aportando sapiencia, material y máquinas que ponen a disposición del proyecto para cortar o para coser.
La producción es ingente, entre 7000 y 8000 solo la semana pasada, que han entregado en el hospital de Parla, en oncología infantil del 12 de Octubre, a miembros de Protección civil de Villaviciosa, a varias residencias de Mayores y a trabajadores de la EMT, entre otros. Lo hacen en coordinación con “Almohadas de Corazón”, una organización preexistente, que ya colaboraba con centros hospitalarios, y con protección civil y la policía.
Jorge Ramos Pérez es ingeniero, miembro de la asociación de robótica de la Universidad Carlos III y alcorconero. Por eso ha implementado aquí una iniciativa que se está dando en todo el país a través del colectivo Coronavirus Makers: fabricar viseras/pantallas, valiéndose de impresoras 3D, con el objetivo de que los sanitarios puedan trabajar protegidos. Pese a que los makers suelan ser ingenieros, se han unido vecinas y vecinos de perfiles diversos que están donando aquello que tienen. En la localidad superan con mucho los cien, tal y como nos confirmó Joaquín Parejo, uno de los voluntarios del grupo.
En breve, realizarán la primera entrega al hospital de la localidad, un total de cincuenta viseras, que son las que pueden producir diariamente, teniendo en cuenta que solo la impresión tarda unas tres horas en llevarse a cabo y que también hay que ensamblar piezas y desinfectarlas.
A pesar de que no paran, les sobra un hueco para mandarnos ánimos y recordarnos que juntos saldremos del horror.
La mayoría estamos viviendo esta situación como si de una película se tratara. Aún estamos esperando a que alguien grite “corten”. Me temo que eso va a ser imposible, ahora bien, quizá podemos poner en su lugar, al menos, a la gente bonita que hizo cosas bonitas por toda la sociedad y tenerles presentes cuando todo esto concluya. Gracias infinitas.
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