Extrapolación del resultado a las elecciones generales: Feijóo tendría garantizada la victoria, pero no el Gobierno
La traslación de los datos del 28-M apunta a un gran auge del PP en el Congreso, pero a costa del resto de las derechas, lo que lo alejaría de la mayoría absoluta. Unidas Podemos se hunde y el PSOE resiste
Proyección en el Congreso de los Diputados de los resultados de las elecciones municipales
350 escaños
Otros (2023): ERC (12), JxCat (12), PNV (7), EH Bildu (9), Más País/IU (6), CUP (1), CC-NC (4), UPN/Na+ (2), BNG (4), Compromís/APG (4), PRC (1).
Otros (2019): ERC (13), JxCat (8), PNV (6), EH Bildu (5), Más País/IU (2), CUP (2), CC-NC (2), UPN/Na+ (2), BNG (1), Compromís/APG (1), PRC (1), Teruel Existe (1).
Lo que viene a continuación es un ejercicio matemático, pero también político. Conviene empezar con los descargos de responsabilidad: los resultados de las elecciones no son automáticamente extrapolables. Cada elección es distinta, varían los candidatos, las circunscripciones, las reglas electorales, el momento político, la participación, las motivaciones de los electores y un largo etcétera con el que se podría llenar este artículo. Sin embargo, y con todas las cautelas, es posible llevar a cabo una traslación matemática de los resultados del 28-M, aplicando el método D’Hondt, a las generales. La conclusión de ese ejercicio es que, si los datos de este domingo se reprodujeran en unas generales, el resultado sería una victoria clara del PP en número de diputados en el Congreso, pero a costa sobre todo de Vox y de Ciudadanos. Alberto Núñez Feijóo se quedaría lejos de la mayoría absoluta aun sumando los diputados de la extrema derecha.
Los cálculos se han hecho tanto con los resultados de las municipales (las elecciones que se celebraban en toda España) como con los de las autonómicas allí donde las había y las locales en el resto de las comunidades. Los partidos no presentan candidaturas en todos los municipios, lo que produce de partida una distorsión muy importante, por lo que es útil usar como contraste los datos de las autonómicas, que se parecen habitualmente más a unas generales. Pero el problema de las autonómicas es que no se celebraban en todo el país. Las diferencias, en todo caso, no son grandes entre ambos métodos. Una votación como la del domingo daría un vuelco a la composición del Congreso, pero no dejaría mayorías claras.
Con los resultados de las municipales, el PP pasaría a ser el partido con más escaños, con 143 diputados, 54 más que hasta ahora. Pero ganaría casi todos esos diputados a costa de Vox, que perdería 37, y de Ciudadanos, que desaparecería del Congreso perdiendo sus 10 escaños. El desplome de Vox —pasaría de 52 a 15 escaños— puede parecer contraintuitivo, porque sus resultados territoriales han mejorado mucho con respecto a las municipales de mayo de 2019. Sin embargo, en las generales del 10 de noviembre de 2019 tuvo un 15% de votos, y el domingo, solo un 7%, lo que, aplicando la aritmética electoral, castigaría su representación duramente.
Proyección en el Congreso de los Diputados de los resultados de las elecciones autonómicas
350 escaños. Se usan los resultados de las municipales en las comunidades donde no hubo autonómicas.
Otros (2023): ERC (12), JxCat (12), PNV (7), EH Bildu (8), Más País/IU (7), CUP (1), CC-NC (5), UPN/Na+ (2), BNG (4), Compromís/APG (5), PRC (1), Teruel Existe (1), Geroa Bai (1).
Otros (2019): ERC (13), JxCat (8), PNV (6), EH Bildu (5), Más País/IU (2), CUP (2), CC-NC (2), UPN/Na+ (2), BNG (1), Compromís/APG (1), PRC (1), Teruel Existe (1).
La suma de PP y Vox, por tanto, se quedaría en 158 escaños, lejos de los 176 que dan la mayoría absoluta y solo siete más de los que tienen ahora PP+Vox+Ciudadanos. El PP podría contar con los dos de UPN (antes Navarra Suma) y podría atraer también a los nacionalistas moderados canarios, a Teruel Existe y al PRC. En las dos simulaciones, pese a ligeras variaciones en el reparto, esa suma permitiría llegar a 165 escaños. Ni siquiera con el PNV (difícil de meter en el mismo saco que Vox) se alcanzaría la mayoría absoluta. El riesgo de un Congreso ingobernable, dada la fragmentación y la polarización de la política española, vuelve a estar sobre la mesa.
Aunque el PSOE ha perdido mucho poder territorial en las elecciones de este domingo, una traslación de los votos recibidos a escaños del Congreso permitiría al partido de Pedro Sánchez mantener o incluso aumentar su representación. De hecho, en porcentaje, el resultado de los socialistas es muy similar al de las elecciones generales de noviembre de 2019. Según los cálculos, los resultados de las municipales del 28-M darían al PSOE 122 escaños, dos más de los que tiene. Con las cifras de las autonómicas, se quedaría igual que ahora.
El que sí se hunde es su socio de Gobierno, Unidas Podemos. En realidad, es complicado hacer un análisis de cuál sería su representación en el Congreso. Las candidaturas de izquierda se han convertido en una sopa de letras que compiten entre sí y ni siquiera es sencillo al hacer la simulación asignar escaños a un partido u otro, pues se entremezclan dependiendo de municipios y provincias. Lo que sí muestra el ejercicio matemático es que la división del voto de los partidos a la izquierda del PSOE reduciría su representación conjunta y facilitaría una mayoría de derechas.
Unidas Podemos se desplomaría de forma parecida a Vox. Entre Comuns, Més y Con Andalucía lograrían solo ocho diputados. Si se toman los datos agregados de esas formaciones junto a los diputados que lograrían Más País, Compromís e IU en sus distintas denominaciones, la extrapolación de los resultados de las municipales mostraría una caída desde los 38 diputados que suman ahora (35 de Unidas Podemos, 2 de Más País y 1 de Compromís) a solo 18. La cosa no cambia mucho al hacer la simulación con el resultado de las autonómicas. Un factor clave en las generales será, por tanto, el modo en que concurra la izquierda. La división del voto entre Sumar y Podemos castigaría su presencia en el Congreso.
Los otros ganadores en la simulación son los partidos nacionalistas, beneficiados por su mayor implantación en sus respectivos territorios, con presencia en casi todos los ayuntamientos (a diferencia de Vox y Podemos, por ejemplo, que por ello se ven algo penalizados en un ejercicio de este tipo). Destaca especialmente EH Bildu, que alcanzaría nueve escaños extrapolando el resultado de las municipales (ahora tiene cinco). También aumentarían su representación Junts per Catalunya, de ocho a 12 escaños, y el BNG, que pasaría de uno a cuatro.
Es un ejercicio de política ficción. Pero también es cierto que las últimas tres elecciones municipales han apuntado con éxito la tendencia de fondo. En las elecciones de 2011, el partido de Mariano Rajoy salió triunfante y la extrapolación lo acercaba a una mayoría absoluta que luego conquistó. Ya en las europeas previas, la extrapolación apuntaba a un vuelco total en la composición del Congreso que luego se hizo realidad.
Pese a que un panorama político en ebullición, con el surgimiento de Podemos y Ciudadanos, complicaba el análisis, la conclusión de los resultados de las elecciones municipales y autonómicas de 2015 era que en unas generales dejarían un Congreso ingobernable. Así ocurrió: las elecciones se tuvieron que repetir por la imposibilidad de formar Gobierno. Y, en 2019, la victoria del PSOE en las municipales y autonómicas se correspondió también con su triunfo en las generales posteriores.
En la historia democrática española, no obstante, hay ejemplos en el sentido contrario: aquellos en los que las municipales no anticiparon la tendencia de las generales. Quizá el más destacado es el de 2007 y 2008, pues el PP ganó las municipales antes de que José Luis Rodríguez Zapatero volviese a derrotar a Mariano Rajoy en 2008.
¿Qué ocurrirá esta vez? Nadie lo sabe. Lo que sí muestran los datos es que el PP necesitará ganar por un mayor margen si quiere asegurarse la gobernabilidad. Pese a la lógica euforia de los populares por el vuelco de poder en un gran número de comunidades y ayuntamientos este 28-M, un resultado como el de este domingo no garantizaría, en principio, a Feijóo llegar a La Moncloa. Y al contrario: pese al dolor de una derrota sin paliativos, el PSOE no tiene la batalla electoral perdida.
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