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Los pescadores españoles bloqueados por la normativa europea: “Queremos que nos dejen trabajar, no subsidios”

Las administraciones y el sector esperan una decisión por parte de la UE y coinciden en que los 130 días autorizados hacen inviable la actividad

El Ministerio de Agricultura y Pesca, representantes de las comunidades autónomas afectadas y el sector pesquero envían a Bruselas un mensaje común: los días de pesca autorizados por la Unión Europea hacen insostenible la actividad. En 2025, cada uno de los 556 buques de la flota española de arrastre solo dispuso de una media de 130 días autorizados para faenar. Con ese límite, la viabilidad del oficio depende de ayudas económicas que, según denuncian el sector, llegan tarde: “¿Que fábrica en España para en noviembre y pone todos sus trabajadores en el paro? Queremos que nos dejen trabajar, no subsidios”, resume Josep García, pescador y armador catalán. Con los pedidos de ampliación de dias aún pendientes, la Administración del Estado se ha comprometido a comunicar este lunes al sector el avance de las conversaciones con la Comisión Europea y las opciones que tendrá la flota para operar hasta final de año en el mar Mediterráneo.

Desde 2020, el cerco regulatorio de la Unión Europea se ha ido estrechando y los días de faena se han recortado para cumplir con las exigencias de sostenibilidad. En 2024 se pactaron 12 mecanismos de compensación acumulativos, es decir, si la flota cumplía ciertos requisitos, podía obtener días adicionales. “Hemos hecho todos los deberes, quizás Bruselas no tiene tanto en cuenta el impacto en el oficio y en la gente que lleva toda la vida en ello”, comenta el pescador García.

Entre esas condiciones están la reducción de la actividad en zonas protegidas, el uso de nuevas redes, la presencia de científicos a bordo y la instalación de puertas voladoras para minimizar el impacto en el fondo marino. A partir de los 27 días iniciales propuestos el año pasado, el sector defiende que ha intentado cumplir con todas las exigencias y la flota consiguió ampliarlos hasta los 130 actualmente permitidos. Pero, a finales de noviembre, más del 90% de los barcos ya habrá agotado esa cuota y los pescadores dan por hecho que será una Navidad de pescado congelado.

En el mercado de la Barceloneta, los vendedores catalanes temen la falta de oferta y el encarecimiento. “Hay riesgo de que falten boquerón y sardina porque el mar está lleno de atún, que no nos dejan pescar y se come todo el pescado pequeño”, comenta Jesús Antón Montoza, que desde hace 5 años vive en primera persona los cambios de la política pesquera y pasó de pescador a pescadero: “Es imposible vivir de la pesca en España.” Montoza empezó el oficio a los 13 años con su padrastro en la pesca de artesanía, a los 21 años pasó a los buques de arrastre y, con el tijeretazo, ya no alcanzaba los días mínimos de trabajo al año, no podía solicitar el paro y, corría el riesgo de perjudicar su jubilación. Ha tenido que dejar el mar.

La prohibición de las salidas de los buques pesqueros no se limita al bloqueo de días. En algunos casos, también se restringe la cantidad de kilos de determinadas especies. Muchos de los patrones (la persona responsable de la navegación) reservan algunos días del año para las épocas de mejor venta del pescado, como la Navidad, pero las cuentas nunca salen.“Es una matemática nada exacta. A veces tenemos días pero no kilos, a veces kilos y no días”, relata el patrón de la Cofradía de los Pescadores de Barcelona, José Juan Juárez. La cofradía ha tenido que adelantar ayudas de 1.200 euros a los trabajadores que no pueden salir al mar para que puedan mantenerse. “El sentimiento común es que nos penalizan por querer trabajar”, resume.

Si se sobrepasan los límites impuestos por la normativa, la sanción puede traducirse en multas e incluso en la retirada de licencias. La incertidumbre de la actividad pesquera ha creado un sentimento de miedo entre los que llevan el oficio toda la vida. Se estima en alrededor de 17.000 el número de familias afectadas en toda la costa mediterránea española, un sector que, con el apoyo de las administraciones, intenta abrirse paso en varios frentes de negociación con la Comisión Europea.

La semana pasada, la secretaria de pesca del ministerio, Isabel Artime, y el director de la Generalitat de Catalunya, Antoni Espanya Forcadell se reunieron con la representante de asuntos marítimos de la UE, Charlina Vitcheva, para analizar dos propuestas: la ampliación de días extra de emergencia para 2025 y la ampliación permanente de días de pesca para los próximos años. En el encuentro se presentó un estudio del Instituto de Ciencias del Mar que acredita la recuperación de los stocks y una mejoría respecto al año pasado en la zona. “Se ha hecho de todo que la comisión europea ha pedido y los resultados son positivos pero la directora no se comprometió a nada, estaba un poco impermeable. Insistía en que el stock no estaba suficientemente recuperado”, lamenta el representante catalán Espanya Forcadell. Indignados, varios representantes del sector pesquero abandonaron la sala.

En busca de una pesca más sostenible, la transformación del sector a partir de los cambios de la administración europea desde 2020 ya ha dejado una huella económica y también ha alterado la cultura del oficio. En Cataluña, según la cofradía y varios patrones, la inviabilidad del modelo actual empuja a muchos, como Jesús Antón Montoza, a abandonar el mar y a ser reemplazados por trabajadores migrantes que cubren temporadas y después regresan a sus países. Para los que insisten en seguir intentando vivir de la pesca, el futuro inmediato depende de una ampliación de días de emergencia que permita a la flota llegar a la Navidad. Para 2026, el Consejo de Ministros de la Unión Europea, en el 11 y 12 de diciembre decidirá si concede más días de actividad en el Mediterráneo.

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