Barcelona aprueba en calidad del aire por segundo año, pero la contaminación supera el límite que marcará la UE en 2030
La polución asociada a la circulación de vehículos triplica las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
La tendencia en la mejora de la contaminación en Barcelona se consolida y, por segundo año consecutivo, la ciudad cumplió en 2024 con los límites legales que marca la Unión Europea, con una nueva caída en los niveles de dióxido de carbono (NO2, asociado al tráfico), que se situaron por debajo de 40 microgramos por metro cúbico en las estaciones más expuestas al tráfico. La media anual del año pasado fue de 30, un nuevo récord en positivo desde que se tienen datos, en 2000. Los niveles de partículas en suspensión, tanto grandes (PM10) como pequeñas (PM2,5, las más nocivas) y también vinculadas en parte a la circulación de los vehículos, también cumplen con los límites europeos. La media fue de 24 microgramos las partículas grandes y 14 las pequeñas. Pero los registros están lejísimos de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (10 microgramos en NO2, 15 en partículas grandes y cinco en las pequeñas) y lejos de las nuevas exigencias que aplicará Europa en 2030 (que bajarán de 40 a 20 microgramos por metro cúbico).
El actual límite de NO2 habrá estado vigente dos décadas (desde 2010 hasta 2029) y tanto Barcelona como Madrid han provocado sanciones a España de la justicia europea por no cumplirlo. En 2024, los datos en Madrid apuntan la misma situación que en la capital catalana: la contaminación cae en los últimos años, pero no cumpliría con las exigencias de 2030. El drama de la contaminación aparece cuando se toman como referencia las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para reducir el impacto de la contaminación en la salud, que todavía más exigentes. Según ese organismo nadie debería respirar más de 10 microgramos por metro cuadrados.
Menos de la mitad respecto al pico de contaminación de 2005
En dióxido de nitrógeno, la mejora ha sido de las siete estaciones de medición que hay en Barcelona ubicadas en calles con tráfico, solo dos (Sants y Palau Reial) cumplirían los límites que exigirá Europa. Y el canario de la mina de la ciudad, la estación que todo el mundo mira porque es la que peores registros reporta, la del Eixample, en la calle de Urgell, cerró 2024 con una media de 33 microgramos de NO2 por metro cúbico, con un mes por encima de 40 y solo tres por debajo de 30. Mirándolo por el lado bueno, si retrocedemos dos décadas, las estaciones de tráfico registraban en 2005, de media anual, la barbaridad de 75 microgramos por metro cúbico de NO2. Desde entonces, el descenso ha sido constante, salvo en 2017 y en 2021 y 2022, durante la desescalada de la pandemia. Una de las razones que se apuntó entonces fue el peso que tuvieron los vehículos de reparto de mercancías, muchos con combustible diésel, más contaminante que la gasolina.
Bonet, partidaria de “acelerar la ZBE en el ámbito metropolitano”, sin concreciones
El Ayuntamiento de Barcelona ha celebrado la mejora y ha recordado que la Agencia de Salud Pública considera que el impacto sobre la salud atribuible a la contaminación se redujo un 32% entre 2020 y 2023. El consistorio señala varias causas de la caída de la contaminación: las medidas para aumentar el uso del transporte público, la electrificación de flotas y la implantación de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) que impulsó la renovación del parque de vehículos, sobre todo los privados. El parque que circula por la ciudad es más limpio y las etiquetas B de la Dirección General de Tráfico (las amarillas) son menos de un 15% del parque, tras el sorpasso de las ECO, que ya superan el 20%. Los distintivos cero son prácticamente un 5% del parque que circula. Sobre el futuro de la ZBE, la teniente de alcalde Laia Bonet, responsable de la macroárea que incluye carteras como movilidad o transición ecológica, ha aludido a la posibilidad de “acelerarla en términos metropolitanos”, pero no ha concretado más que afirmar que se realizará en diálogo con el resto de municipios afectados y siempre con “el decreto de calidad del agua de la Generalitat como paraguas”. “El ritmo es lo que tenemos que hablar con los municipios”, ha zanjado.
“Por segundo año hemos cumplido, vamos en buen camino y en un contexto de crecimiento económico, Barcelona crece pero de forma sostenible”, ha afirmado la teniente de alcalde Laia Bonet. “Somos conscientes de que en contexto emergencia climática hemos de ir más allá y debemos trabajar con ambición para alcanzar los topes europeos de 2030″, ha añadido y ha fiado lograrlo al Plan Clima. “No es solo un relato, es un listado de actuaciones aceleradas con 1.800 millones de euros de presupuesto. Barcelona es la ciudad que ha de abanderar la transición ecológica justa”, ha zanjado reconociendo el trabajo del anterior Gobierno municipal, en manos de los comunes.
Desde la academia, uno de los mayores expertos en calidad del aire e investigador del CSIC, Xavier Querol, subraya que datos como los de Barcelona demuestran que “aplicar medidas funciona para mejorar la calidad del aire” y cita a las administraciones europea, española, autonómica y local. Tras el comentario positivo matiza cuestiones como que hay una gran zona del distrito del Eixample, la de la derecha, que no cuenta con estación de medición, o que la directiva ahora vigente está obsoleta, porque ha tenido sucesivas prórrogas. U otra observación, más allá de los límites legales: “Otra cosa es que pese a la mejora, todavía estamos muy lejos en términos de protección de la salud”, cuando los indicadores se comparan con los valores que recomienda la OMS. Querol también destaca que pese a las mejoras, es necesario a escala local “reducir el número de vehículos, ser más exigentes en la ZBE, habilitar mecanismos de logística y distribución urbana y de rediseño de la ciudad”, con más verde y menos asfalto. Y en el caso de las partículas, subraya, las competencias no serían tanto de los Ayuntamientos como de la Generalitat.
Desde la plataforma vecinal Eixample Respira, que lucha por reducir la contaminación en el distrito y en especial en los entornos escolares con el movimiento Revolta Escolar, han celebrado en un comunicado la mejora de la calidad del aire y que “si se mantuviera el ritmo actual, se podrían cumplir los objetivos de la directiva europea en 2030″. Pero alerta de que para alcanzar estos objetivos “son necesarias políticas ambiciosas y cambios en la movilidad, incluye restricciones de vehículos contaminantes”. “No hay ningún plan de mejora de la calidad del aire para los próximos años”, reprocha y recuerda que la contaminación triplica los límites recomendados por la OMS. La plataforma también señala que la estación de la calle de Urgell está junto a un parque, por lo que entiende que “no es representativa del distrito”. Por ello piden una estación en el Eixample Dret y medir la calidad del aire en vías como Aragó o Gran Via.
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