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La rebelión de las escuelas que se han plantado contra los coches

Decenas de centros de Barcelona cortan el tráfico cada dos semanas y exigen al Ayuntamiento que elimine carriles para reducir la contaminación

Padres y alumnos de la escuela Auró, en el Eixample de Barcelona, se manifiestan contra la contaminación, el viernes.
Padres y alumnos de la escuela Auró, en el Eixample de Barcelona, se manifiestan contra la contaminación, el viernes.© Luis Sevillano/El Pais
Clara Blanchar

Barcelona vive una protesta insólita que no para de crecer. Son escuelas que se han plantado contra la contaminación y el ruido que las rodea, provocados por el tráfico, y exigen al Ayuntamiento que elimine carriles de tráfico de sus entornos. La alcaldesa Ada Colau ha puesto en marcha un plan para pacificar zonas escolares, pero estas escuelas ven insuficiente el ritmo e intensidad de las actuaciones.

La mitad de los centros de la ciudad supera en horario lectivo los niveles de contaminación que recomienda la Unión Europea. Y hay evidencias científicas de que la contaminación afecta a la salud y el desarrollo cognitivo de los más pequeños. Las familias, de la mano de las escuelas, han dicho basta. Cada dos viernes cortan simultáneamente el tráfico delante de los centros a la salida del cole. El 11 de diciembre fueron 17 colegios. El pasado viernes, más de 50, y se sumaron escuelas de otras dos ciudades, Badalona y Sabadell. La Sociedad Catalana de Pediatría y el instituto ISGlobal apoyan sus reivindicaciones.

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La revuelta de las escuelas comenzó en el Eixample, el distrito central de Barcelona. La pastilla negra, lo llaman, por la contaminación que provocan los 350.000 coches que lo cruzan a diario (tantos como las dos rondas de circunvalación). Con la excepción del año pasado, por la pandemia y las restricciones de movilidad, el Eixample supera sistemáticamente las concentraciones de dióxido de nitrógeno y partículas en suspensión que fija la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Fue hace casi dos años cuando un grupo de vecinos preocupados por la contaminación creó la plataforma Eixample Respira. Se estrenaron en Twitter en mayo de 2019 y organizaron charlas con expertos en escuelas. Lo explica Guille López, portavoz de la plataforma, que también señala que, en lo personal, le cambió la visión de ciudad tener hijos y llevarles al cole. En la escuela de los hijos de López, las familias cuentan que hacen el trayecto de ida en silencio: el ruido del tráfico es tal que es imposible hablar.

El empujón a este movimiento pidiendo menos tráfico llegó cuando, de la mano de la empresa tecnológica Lobelia, Eixample Respira publicó el mapa de las escuelas de la ciudad que mostraba que más de la mitad soportaba límites de contaminación excesivos. A partir de ahí les contactaron otros colegios y descubrieron que dos centros ya cortaban periódicamente el tráfico. La escuela Joan Miró es una de ellas. “Que los coches ocupen la mayoría del espacio público es insostenible, la contaminación y el ruido son insoportables. Ya no es una lucha de las escuelas, es de barrio y de ciudad”, defiende Guillermo Rojo, de la asociación familias del centro, donde todo el consejo escolar, con la dirección y los profesores, se ha adherido al manifiesto que pide pacificar el entorno.

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La pandemia frenó el movimiento, pero “el chup chup estaba ahí y nos animamos a hacer el primer corte antes de Navidad”, relata Guille López. Fue un éxito y no tuvo rechazo vecinal ni de los comerciantes. “Es la salud de nuestros hijos”, insiste López, que aplaude el programa para las escuelas de Colau, pero exige “que las calles de la red básica tengan un solo carril de circulación privada”. “Si el Gobierno quiere transformar la ciudad con los entornos escolares debe atreverse a sacar más coches”, zanja. Desde el Ayuntamiento, la teniente de alcalde Urbanismo, Ecología y Movilidad, Janet Sanz, responde que “no se puede intervenir en todas las escuelas a la vez”, que sacar carriles “requiere un trabajo técnico que no es inmediato”, pero que “el plan no tiene marcha atrás”.

El portavoz explica cómo han dado con “una fórmula de protesta que tiene un coste muy bajo de ejecución y un impacto muy elevado”. “Porque todas las familias recogen a sus hijos, los viernes vas más relajado, no tienes que desplazarte, y el corte dura solo media hora”. Para facilitar las adhesiones, han publicado una guía con los pasos y notificaciones necesarias.

El Instituto de Salud Global (ISGlobal) y la Universidad Pompeu Fabra publicaron en 2015 el mayor estudio realizado en ese momento sobre cómo la contaminación afecta al desarrollo cognitivo. Siguieron a 3.000 niños de 40 centros durante un año, explica el epidemiólogo e investigador del ISGlobal Jordi Sunyer: “Observamos que los niños que están en patios y aulas donde hay más contaminación, sobre todo por tráfico, tenían un crecimiento de la función cognitiva menor de los que estudiaban en escuelas menos expuestas”.

“El impacto que se conocía tenía mucha relación con la salud respiratoria y cardiovascular. Pero va mucho más allá, porque afecta al bienestar, la capacitación ante las oportunidades y gestionar la vida. Hemos de proteger a los niños por su proyección al futuro, por eso es urgente proteger el entorno de las escuelas de forma radical”, conviene Sunyer.

Desde la Sociedad Catalana de Pediatría, el coordinador del grupo de trabajo de salud ambiental Ferran Campillo, puntualiza que no solo los niños de ciudades metropolitanas respiran aire contaminado. “En las grandes ciudades la fuente es el tráfico, que tiene el añadido del ruido y la accidentalidad; en otras partes son fuentes industriales, quemas agrícolas, calderas de biomasa…”, explica.

Los pediatras, dice Campillo, ven las consecuencias de las que alertan los estudios sobre impacto de la contaminación en la salud infantil. Indica que inicialmente se estudiaron sobre todo las patologías respiratorias, pero avisa: “Va mucho más allá, son días perdidos de escuela, que los niños expuestos a contaminación tienen peor rendimiento cognitivo… es una situación de injusticia, individual y colectiva”. “Es la salud laboral de la infancia, son exposiciones que pueden afectar a su salud, su calidad de vida y sus oportunidades, necesitamos medidas drásticas”, concluye.

Mientras, las escuelas suman adhesiones y buscan exportar su movimiento a otras ciudades. Incluso han traducido la web al inglés. “La revuelta escolar tiene potencial para ser el Fridays for Future de los niños”, asegura Guille López.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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