Césped deficiente, vestuarios inutilizables y pocas mejoras: los problemas persistentes en la Teixonera-Vall d’Hebron
ERC y BCN en Comú han convocado este lunes un pleno del distrito para exigir responsabilidades sobre el estado del complejo deportivo al Ayuntamiento y a la gestora
“Al llegar nos desilusionamos mucho, parecía un vertedero. Vallas rotas, sin luz en los vestuarios y duchas inservibles. Además, el campo está lleno de agujeros y las jugadoras se podrían lesionar”, advierte David, uno de los padres que frecuenta las instalaciones de los campos municipales Vall d’Hebron-Teixonera de Barcelona. Servicios insalubres, banquillos oxidados y sin asientos, campos sin apenas iluminación y ratas paseando a sus anchas componen la imagen que denuncian los padres de los jugadores.
Las quejas de los usuarios, desde hace años, han motivado la acción del Ayuntamiento para exigir medidas a la Fundación Marcet, gestora desde 2017. Vecinos y grupos políticos consideran insuficientes las medidas tomadas por la fundación y han convocado un pleno extraordinario del distrito que se celebrará el próximo lunes.
El complejo deportivo abarca dos zonas: Teixonera y Vall d’Hebron. La primera cuenta con dos campos de fútbol, pistas de pádel, dos vestuarios y el campo de rugby, donde juegan el Barça y el Químic. En el segundo un campo de fútbol y pistas de tenis conviven con el edificio Miralles, construido para los Juegos Olímpicos de 1992, y ahora inutilizable. El Premier Barcelona, el Racing Sarria, el H8S Barcelona y, desde esta temporada, la Women’s Soccer School son los grandes perjudicados por el estado del Vall d’Hebron. “Solo tienen cuatro vestuarios externos -en módulos-, sin agua caliente ni calefacción. Cuando quieren ducharse cruzan la carretera para utilizar los de Teixonera”, expone Alberto, padre de un jugador en el Premier.
En 2019, el Ayuntamiento cedió la gestión de todo el complejo a la Fundación Marcet, con el compromiso de mejorar las instalaciones―especialmente el campo de rugby, cambiar el césped de los dos complejos y acondicionar los vestuarios del Hebron―durante los diez años que dura la concesión. Frente a las presiones, la Fundación explica que ya empezó las reformas en Teixonera pero que estas “requieren tiempo y dinero”, y cuando llegaron el Ayuntamiento les dejó claro que “la prioridad era homologar campo de rugby”. Más tarde, la pandemia y la falta de ingresos dejaron a Vall d’Hebron en segundo plano.
El campo del Vall d’Hebron: el gran perjudicado
“Pasear alrededor de la portería y del campo era andar por un vertedero”, explica Javier, padre de un jugador del Premier. El club lleva 12 años en Vall d’Hebron y sus 34 equipos ―cerca de 600 miembros―son los más afectados por las deficiencias del campo donde no solo entrenan, también compiten los fines de semana. “Nos dan vergüenza los comentarios del equipo rival. Los árbitros han advertido de riesgo porque ni veían la pelota”, puntualiza Javier. “Algunos de los niños dejan el club por las instalaciones”.
Para ellos, la prioridad es habilitar y ampliar los vestuarios, insuficientes los días de partido (con más de cuatro equipos). Después de la pandemia, Salud cerró los vestuarios del Edificio Miralles, sujeto a la protección de Patrimonio que impide modificar su estructura. Ahora solo solo disponen de unos módulos externos instalados por la Fundación. “Nos falta espacio, pero ¿cómo hacemos más vestuarios, si el edificio no se puede tocar?”, recriminan.
Las jugadoras de la WSS se trasladaron en septiembre y en verano algunos padres se acercaron a ojear el nuevo campo. “Se me cayó el alma al suelo, la situación era lamentable, de lo peor de Barcelona y alrededores”, explica Míchel Madoz, quien junto a Lucía Escobedo, Jordi Díaz-Marcos y Benjamín Aliaga, han dinamizado la reivindicación. “Las chicas no podían ni usar el baño”, cuentan.
La Fundación insiste en que los padres se refieren al estado del campo en verano, cuando se convierte en una “ciudad sin ley”, donde se cuelan personas a jugar o a hacer botellones. “Queríamos esperar al inicio de temporada para empezar con las mejoras”, subrayan. Pero los usuarios recalcan que los meses pasan y los cambios son mínimos. “Todo seguía igual y empezamos a presentar quejas al Ayuntamiento, quizás unas 150 en poco tiempo”, señala Madoz.
La responsabilidad entre el Ayuntamiento y la Fundación
El Ayuntamiento asegura a los vecinos “que ha hecho todo lo posible”: en el mes de octubre, después de una inspección constatando el mal estado de las instalaciones, “exigió” a la fundación que, en diez días, presentara un plan de medidas concretas. “El ayuntamiento no ha exigido nada, ni ha puesto un plazo, ellos conocen perfectamente la situación y los problemas que enfrentamos. Vamos siempre de la mano”, insiste Oriol Girald, asesor jurídico de la Fundación, respaldándose en el texto que le remitió el ayuntamiento.
La gestora afirma que el plan de actuación se ha elaborado por iniciativa propia y ya estaba siendo ejecutado. “El espacio está limpio, cambiamos las redes perimetrales de las instalaciones, en el puente de diciembre las del campo y en verano -cuando no hay entrenamientos- el césped”, prometen. “Han limpiado la basura, y protegido los banquillos poniéndoles techos de metacrilato, pero siguen oxidados y faltan asientos que están rotos. Los vestuarios, la luz y el césped están igual. Han hecho en dos semanas más que en años”, afirma Javier. Solo dos redes del campo se han cambiado y el resto permanecen llenas de agujeros por donde salen los balones.
Elisenda Alamany diputada del Parlament de Catalunya por ERC, admite que los déficits en las instalaciones “vienen de lejos” y que ni siquiera el campo de rugby de Teixoneras presenta unas condiciones dignas para competiciones de primer nivel. “El Aparejadores Burgos se negó a ducharse allí”, asegura.
Las discrepancias entre Ayuntamiento y la gestora no se traducen en cambios tangibles, y los grupos municipales de ERC y Barcelona en Comú han convocado un pleno el próximo lunes para debatir sobre la situación de Teixonera-Vall d’Hebron. “Aunque lo gestione la Fundación, el Ayuntamiento es quien tiene la última palabra sobre el estado de un complejo de titularidad municipal. Si consideran que los campos no están a la altura de Barcelona, que intervengan”, reclama Alamany.
Si dicha voluntad es directamente proporcional a la desidia mostrada hasta la fecha, a la condescendia @bcn_ajuntament del momento, a los kg de suciedad 💩 retirados a última hora o los numerosos y graves desperfectos de la instalación o el pésimo estado del césped; trabajo hay. pic.twitter.com/Gq2J2BCD6D
— Michel Madoz (@michelmadoz) November 9, 2023
Mientras, los usuarios esperan. “Pedimos que las instalaciones estén aptas para que nuestras hijas practiquen deporte sin riesgos”, comenta David. “No queremos lujos, solo un lugar digno”, añade Rául, al que se suma Henry, otro de los padres, “nos da igual quien se hagan cargo del campo pero que lo cuiden”. “Entendemos que la responsabilidad es compartida. Yo quiero que mi hija juegue. Está contenta con el club, y quiere seguir. Y como yo, otros tantos padres”, concluye Madoz.
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