Ganar al rugby con la camiseta del Barça sin ser el Barça
El equipo femenino, creado a partir de una asociación, busca fondos para debutar en la máxima categoría y pide al club que le incluya en su organigrama
Ascender cuatro categorías en cuatro años no ha sido suficiente para que las chicas del rugby femenino del Barça entren en la sección del club, integrada actualmente por el conjunto masculino. Son la Associació Veterans Rugbi FC Barcelona, con un escudo retro y camisetas recicladas de temporadas anteriores. El ascenso meteórico de unas chicas que defienden la marca Barça sin los derechos de pertenecer al club. Sin su paraguas económico, su patrocinio. Por eso les toca buscar apoyos para cubrir un modesto presupuesto entre los 60.000 y los 70.000 euros de cara a debutar en la Liga Iberdrola, la máxima categoría del rugby español.
Paco Peña, director adjunto de la sección de rugby del Barça, fue el primer presidente de la asociación. Recuerda la anécdota que creó un equipo por una frase de su hija, Claudia Peña, cuando aún era una niña. “Papá, si soy del Barça, ¿por qué me tengo que ir a otro equipo a jugar al rugby?” Ahora es una de sus cuatro jugadoras en la selección española. El club les cede las instalaciones, servicios médicos y algún sobrante como, por ejemplo, camisetas de otras secciones. El convenio entre ambas partes requiere de una modificación estatutaria que Josep Maria Bartomeu prometió antes de su dimisión como presidente y que la actual directiva posterga por el recorte presupuestario debido a la remodelación del Camp Nou. Añadir un equipo a la sección supone un gasto extra.
“Lo que queremos es un reconocimiento para no tener que estar cada año picando piedra y tirando de amigos”, subraya Peña. Tras perder a su patrocinador del año pasado, han asegurado la mayoría del presupuesto con pequeñas aportaciones. “Nos quedan 10.000 por cubrir de cara al final de temporada, pero lo conseguiremos con las rifas si hace falta”. Explica los problemas de encaje el “crecimiento brutal” del equipo, algo imprevisto. Y pone el ejemplo del fútbol femenino como “una de las secciones más rentables” frente a otras deficitarias.
“Me duele como culé y como mujer. ¿Qué tienen que hacer estas chicas para que el club que ellas quieren ser les reconozca dentro de la sección? Se lo merecen, han llevado su sentimiento a lo más alto”, subraya su entrenadora, Aroa González, un referente del rugby español hasta su retirada a los 38 años. El momento de recortes no es el mejor para una reivindicación que permite a los chicos, dentro de la sección, disfrutar de gimnasio, licencia o revisiones médicas periódicas, algo que las chicas costean de su bolsillo. “No es feminismo, sacrificamos las mismas cosas. ¿Por qué un género sí y otro no? No sé si es el Barça el que no da el consentimiento o es la propia sección la que no quiere”.
Aroa cogió en 2019 en Tercera Regional catalana a un equipo que venía de perder 150-0 el año anterior partidos en los que no llegaba siquiera a las 15 jugadoras de campo. “Eran niñas de 15 años y necesitaban gente más mayor para guiarlas en la cancha”. En tres meses, subieron a Segunda. En lo peor de la pandemia, mantuvieron el trabajo vía online y estrecharon el vínculo. La nueva configuración del rugby catalán les llevó a Primera y a una final épica ante el Sant Boi. “Aún no me lo creo. Era David contra Goliat, la suerte es que les dimos bien con la piedra”.
El grupo cuenta con jugadoras en puestos clave que no llegan a los 20 años. “Son jóvenes de edad, pero no de rugby. Han empezado a jugar con seis años, tienen muchas habilidades”, subraya la excapitana española, líder de una generación que no conoció el oval hasta la universidad. Así llegaron a una decisión clave: rugby social o competir. “Repartíamos los minutos porque es una liga de formación; que pagan más de 300 euros por la ficha. Ellas nos pidieron competir, querían jugar en División de Honor B”. Dicho y hecho, ascenso a la primera. “Hay que enseñarles un sistema, a entender el rugby, a anticiparse, a ir dos jugadas por delante”. Y la campaña pasada, tras dos derrotas duras para “bajar los pies a la tierra”, el objetivo de no descender terminó con el equipo en la Liga Iberdrola con victorias como la que lograron en Getxo, otra pedrada a Goliat.
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