Unos chavales de botellón arrasaron el chalé de un notario y sus padres tendrán que pagarle medio millón de euros
El TikTok de los menores y la colaboración ciudadana, claves para resolver la gamberrada que en 2022 acabó incendiando la vivienda de lujo
Era la noche de Sábado Santo y azotaba el viento en Castiello de Jaca, un pequeño pueblo de 250 habitantes en el Pirineo de Huesca. Por eso, cuando los bomberos de Sabiñánigo que estaban de guardia aquel 17 de abril de 2022 recibieron la llamada del 112 alertando de que uno de los chalés estaba ardiendo, supieron enseguida que iba a ser gordo. “Cuando los vecinos detectan el fuego es por el ruido que hace ya el chasquido de las llamas y el olor, lo que supone que ya ha pasado tiempo desde su inicio”, explica uno de ellos. Fuentes de los bomberos de la Diputación oscense cuentan que las llamas se veían ya desde la carretera antes de llegar, porque el fuego había roto cubierta, es decir, salía por el tejado, lo que implicaba que “todo el interior ya había ardido”.
Les costó 14 horas extinguir las últimas brasas. La estructura de madera y piedra de aquel chalé, en lo alto de la calle de Arco, cerca de la iglesia del pueblo y con unas vistas espectaculares, quedó reducida a escombros. Los bomberos no detectaron presencia de personas que pudieran estar en peligro, ya se habían cerciorado con cámaras térmicas. Poco se imaginaban aquellos agentes que solo unas horas antes, cuatro menores de 14 a 17 años, uno del pueblo y otros tres guipuzcoanos de vacaciones en el municipio, se habían corrido allí la juerga del siglo. Y también la más cara de la historia de sus familias.
No era la primera vez que estos adolescentes acudían por allí, aprovechándose de que algunas viviendas como esta, segundas residencias, estaban vacías. Y aquella Semana Santa, aquel chalé propiedad de un notario de Zaragoza, que lo había adquirido en 2019, fue una gran tentación.
“Accedieron a la vivienda por la puerta de atrás, de cristal, que estaba rota y podía ser abierta desde fuera. Y una vez dentro decidieron entrar en la bodega. Uno de ellos rompió, con una piedra, el cristal de la ventana, por donde accedieron los cuatro a su interior y donde se quedaron, hablando, fumando y abriendo botellas de vino que allí se encontraban”. Así relata la sentencia el comienzo de una aventura delictiva que se ha juzgado este año. El fallo, dictado en abril, aprecia que los adolescentes cometieron allanamiento de morada y delito de daños por imprudencia grave, lo que supondrá a las familias de los menores el pago de más de medio millón de euros.
Lo peor todavía estaba por llegar. Hasta entonces, los menores disfrutaban brindando y grabándose vídeos con el teléfono móvil para la red social TikTok, tal y como pudo comprobar la Guardia Civil de Jaca cuando accedió al contenido del móvil de uno de ellos. Esta grabación y otros detalles, así como la colaboración ciudadana, fueron claves para dar con los culpables.
“En los pueblos pequeños —asegura una fuente cercana a la investigación— siempre parece que no hay nadie, pero ahí están todos”. Los agentes pudieron tirar del hilo y atar todos los cabos. De hecho, así se recoge en la sentencia cuando la juez, María Celorrio, del Juzgado de Menores número 1 de Huesca, afirma que “existe una prueba suficiente de la comisión por parte de los cuatro menores de un delito de allanamiento de morada”.
Del delito de daños por imprudencia grave también se da buena cuenta en este fallo. “Los menores cogieron una garrafa de gasolina de la bodega que subieron después a la vivienda y, una vez allí, uno de ellos llenó al menos un vaso y lo encendió en presencia de los otros tres”. A partir de ahí, el fuego hizo lo demás. La llama prendió y se extendió todavía más cuando intentaron apagarla con agua. Posteriormente, echaron sobre la mesa de madera que ardía un edredón que se encargó de avivar un incendio que ya no tenía remedio. Los cuatro huyeron sin alertar ni avisar a nadie más”, recogen los hechos probados.
Queda acreditado que el causante, que tenía entonces 14 años, no encontró ningún tipo de resistencia en el resto del grupo, de 15 y 17 años, porque “no desplegaron ninguna actuación para impedirlo, estando obligados a ello por el riesgo que suponía”, afirma la juez.
El resto de la historia quedó reflejada en el informe de los bomberos y la investigación de la Guardia Civil. Del chalé solo quedaron escombros. La sentencia fija una indemnización millonaria de la que son responsables civiles de forma conjunta y solidaria los padres de los cuatro menores, que los obliga a abonar 557.563 euros: 533.775 por el valor de la reconstrucción, incluida la demolición y el desescombro de la vivienda, y otros 23.788 euros por lo que supone el coste del contenido del chalé, completamente amueblado.
Además de la indemnización, la jueza condena a dos de los menores 12 meses de libertad vigilada, al tercero, a seis meses de tareas socioeducativas, y al cuarto, a la asistencia a un centro de día por plazo de 12 meses.
Los abogados de la defensa de las familias han recurrido la cantidad de la indemnización. Ya le habían solicitado a la juez “moderar al no haber favorecido ellos la conducta de los menores con dolo o con negligencia”. También consideran que el valor de compra del chalé, que fue de 320.000 euros en el momento de su adquisición en 2019, no tiene nada que ver con el más de medio millón de euros que solicita la justicia.
Pero la magistrada desestimó en el fallo esta petición, al considerar que “la responsabilidad solidaria es de los padres, que no acreditaron haber obrado con diligencia en su deber de vigilancia, educación y formación integral de estos menores”. Además, la juez considera que el propietario perjudicado “tiene derecho a la reparación del daño, o que la vivienda quede en la misma situación en la que estaba antes del siniestro”.
La defensa, ejercida por tres abogados guipuzcoanos y uno de Zaragoza, ya ha recurrido, pero también la acusación particular del propietario ha anunciado recurso en contra en el juzgado de menores de Huesca para que la Audiencia rechace la iniciativa de los padres. Mientras la justicia decide, los padres ahorran y el notario, que se quedó sin chalé, planea reconstruir lo que un día fue una magnífica casa con vistas.
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