Los alumnos catalanes estrenan el primer curso sin medidas anticovid
Más de ocho millones de escolares y 700.000 profesores retomarán las clases en los próximos días en toda España con el reto de aplicar los nuevos currículos
De los nervios a la ilusión y la sorpresa. Es la cascada de sentimientos que han vivido este lunes los alumnos de la escuela Maria Miret de L’Hospitalet de Llobregat. Para ellos hoy no era un día cualquiera: volvían al colegio, pero a uno diferente. El curso pasado estudiaban en el Acadèmia Cultura, un centro concertado que estuvo a punto de cerrar, pero tras meses de lucha de familias y docentes, lograron que finalmente la Generalitat lo integrara en la red pública. Esta mañana, a las 8.30, los abrazos contenían una dosis de emoción extra. “Estoy nerviosa, más que otros años porque el cole es nuevo. Pero contenta porque seguimos todos juntos y estoy con mis amigos”, comenta Rouse, de 11 años, entre abrazo y abrazo a los compañeros que van llegando.
Más de ocho millones de alumnos de enseñanzas no universitarias y más de 700.000 profesores, desde infantil hasta FP, empiezan el curso en España sin las restricciones provocadas por la pandemia de covid, pero también sin buena parte de los profesores de refuerzo que traían aparejadas, y en el que se empezarán a aplicar, además, los nuevos currículos adaptados a la última reforma educativa, la Lomloe. De forma escalonada, y hasta el próximo día 15, el resto de comunidades seguirán los pasos de Cataluña, que este año, por primera vez, es la primera en abrir las puertas de los colegios. Han sido unos 700.000 alumnos de infantil y primaria los que han arrancado hoy: los de secundaria lo harán el miércoles.
“¡Oh!”. “¡Hala, qué guay!”, repetían los alumnos de cuarto de primaria al entrar en el nuevo edificio, señalando los libros mostrados en el pasillo. A llegar al aula donde pasarán el resto del curso, el grupo entraba corriendo y aplaudiendo, encantado por unos espacios más amplios y nuevos que los que había en el colegio anterior. Unos globos los esperaban para darles la bienvenida. “Lo que más que ha gustado son los libros en el pasillo”, comentaba Isaac. “A mí, volver a estar con los compañeros”, añadía Valentina.
Minutos antes de que se abrieran las puertas, al ver por primera vez el patio y las aulas, las familias coincidían en que lo más importante de su lucha ha sido poder mantener la misma comunidad: los alumnos son los mismos y los profesores también, tras la subrogación por parte de la Generalitat. “Estoy muy nerviosa, porque el colegio no lo conocemos, pero tranquila porque los profesores son los mismos. Si no hubiera sido así, habríamos cambiado de colegio. Ellos son mi familia”, comentaba Yolanda Evangelista, madre de la escuela durante 26 años. Rouse es su tercera hija que asiste al centro. Madre e hija se han levantado a la seis de la mañana “para conocer el nuevo camino a la escuela”, explicaban, mientras se les acercaba la anterior tutora de su hija, Marta. “Estamos muy motivados e ilusionados. Y con muchos nervios, como los niños. Es como cambiar de trabajo, pero con los mismos compañeros”, apuntaba la maestra. Desde la puerta, otra docente, emocionada, saludaba con la mano.
Para las familias y docentes de la escuela Maria Miret hoy era un día especial: estreno de curso, estreno de instalaciones y estreno de enseñanza en una escuela pública. En marzo de 2021, los titulares de la escuela Acadèmia Cultura comunicaban a las familias el cierre del centro porque el arzobispado, propietario del edificio, reclamaba las instalaciones tras un conflicto económico. Dos meses más tarde, la Generalitat se comprometía a rescatarlos e integrar el centro en la red pública. Pero, a mediados del curso pasado, en febrero, el Departamento de Educación renunciaba a ello porque aseguraba que el edificio no cumplía los requisitos necesarios que marca la normativa. Tras meses de protestas de profesores y familias, y tras recibir el apoyo casi unánime del Parlament, la lucha tuvo un final feliz. Educación acabó cediendo, el centro ha pasado a ser público y los alumnos de primaria se han trasladado a unos módulos prefabricados en un solar donde la Generalitat les ha prometido construir una nueva escuela.
“Hoy todo son palabras de agradecimiento. Ha sido un trabajo en equipo histórico”, comentaba, eufórica, Sara Huertas, presidenta de la asociación de familias, que ahora pone la mirada en lucha por la mejora educativa de estos alumnos, la mayoría de familias de origen inmigrante. “Mi sueño es que mi hija llegue a la universidad. Tenemos que levantar el colegio”, defiende Huertas.
Con este mismo objetivo se estrena en el cargo la directora Marga. “Estoy como un flan. Aquí soy novata”, comentaba la docente, con 18 años de experiencia en otros municipios, pero que encara el nuevo reto con una ilusión especial. “Yo soy del barrio y conozco la realidad social”, añadía. El instituto escuela Maria Miret está clasificado como centro de alta complejidad, por concentrar un alto volumen de alumnos vulnerables. La directora ya se ha puesto deberes: mejorar la transición de etapa educativa, mezclando más los alumnos de diferentes cursos, y que las familias se impliquen más “para mejorar la convivencia y la igualdad de oportunidades”.
Sin sentencias sobre el catalán
Cataluña estrena calendario escolar, pero sin polémica. El adelanto del inicio de las clases —la comunidad era la que tradicionalmente empezaba más tarde, siempre tras la Diada— generó mucho rechazo entre docentes y familias porque la Generalitat la anunció por sorpresa y sin haberla negociado con la comunidad educativa. De hecho, el enfado desencadenó un profundo conflicto entre Generalitat y sindicatos, en el que estos desempolvaron una lista de reivindicaciones laborales, de mejoras del sistema y de reversión de los recortes. La tensión se tradujo en siete días de huelga desde marzo y finalmente se solucionó la semana pasada, después de que el Departamento de Educación aceptó reducir a los docentes una hora lectiva semanal y contratar a 3.500 profesores nuevos.
Pero superada la tensión, el curso arranca con más normalidad que otros años, tras la desaparición de todas las medidas de protección por la covid. Pero será un año cargado de novedades: se empezarán a implantar los nuevos currículos escolares, que indican qué y cómo se estudia, y vienen definidos por un modelo de enseñanza por competencias donde las materias que enseñarán de forma más transversal. En Cataluña también se estrena –aparte del calendario, que ha supuesto implantar la jornada intensiva en septiembre– la reducción generalizada de ratios en Infantil 3 (etapa de 3 años) para evitar tener que cerrar aulas con la caída demográfica; la gratuidad total de Infantil 2 en la pública y parcial en la privada; y la retirada, de momento, del 25% de castellano en las aulas en los 27 centros que la aplicaban, tras la orden enviada por Educación, pero que los tribunales no han validado.
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