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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Contra el tabú de repetir curso: “Me he sentido más estigmatizado por mi nula habilidad en el fútbol”

La inclusión real es intentar que todos los alumnos lleguen a su máximo sin ser excluidos, no fingir a toda costa que todos lo lograron

Mascarillas colegios España
Un grupo de niños juegan en el patio de un colegio de Barcelona.CRISTÓBAL CASTRO

Hace unos días, dada la polémica que cada final de curso reaparece entre defensores y detractores de hacer repetir curso a los alumnos, comenté en las redes que yo, historiador, profesor y colaborador en medios de comunicación, también había sido repetidor. Decirlo en público no fue revelar algo oculto que siempre temí que se supiera, un estigma que siempre pesó sobre mí y contra el cual me revelé intentando demostrar al mundo mi valía. Siempre lo he vivido con total normalidad: me he sentido mucho más estigmatizado por mi nulo interés y habilidad en el fútbol, por poner un ejemplo.

Antes de repetir, recuerdo estar siempre en las nubes, desconectaba totalmente de lo que hacíamos en clase porque hacía tanto que me había perdido que ya no valía la pena preguntar. Por mucha adaptación metodológica y buena voluntad de mis maestros, básicamente no entendía nada. Trabajando en grupo, la presión aún era mayor.

Repetir curso (2º de EGB) me dio la oportunidad de empezar de nuevo. Algunas cosas me sonaban y tenía una cierta ventaja inicial respecto a mis compañeros. Poco a poco me fui poniendo al día. Eso me cambió la vida. Estoy seguro de que mi vida habría sido muy diferente sin esa repetición y algún que otro grupo de refuerzo en el instituto en materias concretas. El discurso hegemónico es que repetir curso o estar en un grupo de refuerzo no solo es inútil, sino que además es cruel, estigmatiza y hunde más a los alumnos desaventajados. Déjenme que tenga mis reparos en sumarme a esa sentencia…

No tengo ninguna intención de luchar para que todo el sistema escolar aplique las medidas que a mí individualmente me hicieron renacer de las cenizas y disfrutar del aprendizaje, como sí lo hacen algunos de los principales impulsores de los últimos cambios educativos.

En educación no existe ninguna fórmula ni metodología mágica e indiscutible. Lo que a uno le salva, a otros los acaba de hundir. La repetición es y tiene que seguir siendo un mecanismo excepcional que solo debe aplicarse en los casos que haya indicios claros de que puede ser útil. Pero ¿hasta qué punto los que se hunden lo hacen más por el estigma que por la medida en sí?

Lo que el sistema debería garantizar es que no diésemos nunca un alumno por imposible. Nuestra responsabilidad como docentes es muy grande y debemos ofrecerle las medidas que consideremos necesarias, más allá de si están de moda o no. En educación se puede y se debe hacer de todo menos trampas. Independientemente de la metodología o del tipo de evaluación que apliquemos, no podemos camuflar el fracaso escolar con promociones forzosas o condenando a alumnos a la sinrazón de pedirles que apliquen lo aprendido anteriormente si no lo aprendieron solo por el pánico de gobiernos y docentes de ser tachados de no inclusivos. La inclusión real es intentar que todos lleguen a su máximo sin ser excluidos, no fingir a toda costa que todos lo lograron.

Porque justamente ese es el germen del estigma del repetidor. La dictadura de la presión social del “qué dirán”, “de qué me tacharán”.

Daniel Cortijo es historiador y profesor.

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