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José Manuel Bar, secretario de Estado de Educación: “Los docentes de secundaria deben empezar a estudiar pedagogía en su carrera”

Los profesores de secundaria deben empezar a aprender a dar clase mientras estudian sus carreras de origen, como Matemáticas, afirma el nuevo ‘número dos’ del Ministerio de Educación en esta entrevista

Reforma Selectividad
El nuevo secretario de Estado de Educación, José Manuel Bar, el 27 de junio en el Ministerio de Educación.Víctor Sainz
Ignacio Zafra

José Manuel Bar ha sido profesor de secundaria, director de instituto, inspector educativo y diputado, entre otros cargos, y hace unas semanas sustituyó a Alejandro Tiana como número dos del Ministerio de Educación. Persona de confianza de la ministra Pilar Alegría, con quien coincidió en la comisión de Educación del Congreso de los Diputados, tiene el encargo de rematar la reforma educativa diseñada por su partido, el PSOE. Nacido en Vigo hace 66 años, el nuevo secretario de Estado de Educación ha pasado tanto tiempo afincado en Ibiza que se considera también de allí, aunque en ciertos momentos de la conversación en su despacho reaparece un leve acento gallego con el que despeja con amabilidad algunas preguntas.

Pregunta. ¿La reforma de la Selectividad va a ser a fondo o limitada?

Respuesta. La enseñanza competencial va a empezar desde primero de primaria, no solo en primero de bachillerato. Y la reforma hacia esa orientación llevará años. Ir con prisas, intentar atornillar demasiado pronto las cosas, puede generar una incertidumbre que no contribuiría positivamente a los cambios que queremos hacer. Está claro que si queremos enseñar de una forma mucho más competencial, las pruebas de acceso a la universidad deben tener también ese cariz competencial. ¿Se consigue de un solo golpe, de la noche a la mañana? Yo creo que no.

P. Hay quien teme que si la Selectividad no cambia mucho, la forma de aprender, sobre todo en bachillerato, tampoco cambiará mucho.

R. Intentar correr demasiado significa, probablemente, no hacer las cosas del todo bien, y sobre todo generar inquietudes. Debe haber un consenso. Una alianza entre el profesorado de bachillerato y el universitario en ese sentido. Es cierto que de la manera de evaluar se derivan muchas conclusiones sobre la manera de enseñar y de aprender. Poco a poco vamos a ir haciendo que las pruebas de acceso a la Universidad se parezcan más a lo que se enseña en las enseñanzas secundarias. Es algo que no vamos a cambiar de un golpe. Sin prisas, pero sin calma. Hay que partir de la base de que las pruebas de acceso a la universidad, tal y como están hoy día, han generado insatisfacciones y por lo tanto hay cosas que corregir.

P. Desde que Isabel Celaá dejó la cartera de Educación, hace un año, el ímpetu reformador parece haberse aplacado. ¿Qué opina?

R. No, yo creo que los equipos directivos del ministerio estamos trabajando muy intensamente y muy a gusto. Las directrices que ha dado la ministra han sido continuar adelante con las reformas, pero otras. Concluida en la primera parte de la legislatura la reforma de los contenidos, lo importante ahora va a ser el profesorado. Ello implica un ritmo de diálogo, de consenso, de escuchar mucho al profesorado y a sus representantes, los sindicatos, pero también a otras administraciones, incluida la Universidad, encargada de la formación inicial. Esto significa paciencia, pero no que el ritmo sea bajo.

“En otros países la derecha no dice que reducir las repeticiones baja la calidad”

P. Si hubiera estado al inicio de la reforma, ¿habría enfocado igual los cambios en la repetición?

R. Sin duda. La derecha insiste mucho en que al disminuir las tasas de repetición bajamos la calidad de la educación. Pero esto no lo plantea la derecha en otros países donde gobierna, como Francia o Inglaterra, donde la promoción de curso es prácticamente universal. Qué hace pensar al Partido Popular que un sistema educativo en el que se repite más, se suspende más y se abandona más es mejor que un sistema educativo en el que nos preocupamos de no dejar a nadie atrás, de reforzar a los alumnos que tienen dificultades y hacer que promocionen en niveles equiparables a los de Europa. Estamos a la cabeza de una tasa que yo creo que nos debiera avergonzar, y es que la tercera parte de nuestros alumnos, cuando llegan al final de la secundaria obligatoria, han repetido alguna vez. Si seleccionando más a los alumnos obtuviésemos mejores resultados en las evaluaciones internacionales como PISA, aún tendrían algún argumento. Pero resulta que no. Y que países como Portugal que han reducido mucho las tasas de repetición y abandono han mejorado mucho en PISA. Y esto no va a hacer esforzarse menos a nuestros alumnos. Nosotros creemos en el esfuerzo. Pero debiéramos esforzarnos todos, también los grupos políticos, estudiando lo que pasa fuera y fijándose más en las evidencias.

José Manuel Bar, antes de la entrevista.
José Manuel Bar, antes de la entrevista.Víctor Sainz

P. Las comunidades autónomas están aprobando reglas distintas para pasar de curso y obtener los títulos de ESO y Bachillerato, siendo especialmente restrictivas las del PP. ¿Le preocupa?

R. A medida que se vayan desarrollando los currículos y las fórmulas para la evaluación de los alumnos, estudiaremos hasta qué punto son coherentes con la normativa básica. La primera reflexión es que la repetición debe ser algo completamente excepcional. Lo dice la ley, que también establece que debemos confiar en el profesorado, que son los que conocen a los alumnos y sus familias y sus situaciones. ¿Y cómo se adoptan las decisiones en democracia? Por mayoría. Si exigimos mayorías cualificadas muy restrictivas para autorizar la promoción, estamos haciendo lo contrario de lo que dice la ley, que además prevé que podamos justificar que eso va a ser mejor para el alumno. En general, lo mejor para el alumno es promocionar y, si tiene carencias, darle apoyo para superarlas en el curso siguiente. Sabemos que la repetición es muy frustrante para los alumnos y para el profesorado, que tener tasas altas de repetidores complica muchísimo la gestión del aula. Y, además, la repetición es carísima como sistema y tenemos otras fórmulas mejores.

“El sistema de enseñanza tiene una deuda con el profesorado”

P. ¿Habrá un sistema de formación para el profesorado similar al MIR que hacen los médicos tras graduarse?

R. No, lo que habrá será un sistema que asumirá, igual que en Formación Profesional, la dualidad. Las prácticas son muy importantes en la formación de un docente. Pero con respecto al MIR sanitario hay una diferencia importante. Los médicos estudian primero Medicina y después se especializan durante el MIR. En la formación de los docentes de secundaria es al revés. Uno estudia primero, por ejemplo, la carrera de Matemáticas, lo que sería la especialización, y la opción por la docencia llega después. Lo que está claro es que debemos intentar, y lo vamos a conseguir, que no se llegue al final del grado sin una formación metodológica, didáctica, pedagógica, docente a fin de cuentas. Debe estar desde el inicio mismo de la carrera, sobre todo para quien tenga pensado ir hacia la docencia, y, además, no esperar al máster para hacer prácticas, sino ir haciéndolas antes.

P. ¿Tienen margen para aprobar un nuevo estatuto del profesorado en lo que queda de legislatura y con elecciones sindicales por medio?

R. La pregunta es: ¿podemos no hacerlo? El profesorado ha hecho un esfuerzo enorme durante la pandemia, heroico. Puedo decirlo con conocimiento de causa porque acabo de venir de pisar las aulas, hablar con los profesores y los equipos directivos. Y yo creo que el sistema tiene una deuda con ellos. Además, si queremos impulsar una reforma educativa, quien la hace realidad son los docentes, muchos de los cuales llevan tiempo generando dinámicas nuevas en los centros educativos.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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