El coste de hacer cine en catalán
La dificultad de producir es principalmente financiera, pero también juegan un papel importante la política y un cierto sentimentalismo
Muchas voces han criticado que la película Mediterráneo, de Marcel Barrena, con Eduard Fernández, Dani Rovira, Anna Castillo y Sergi López, y producida por el catalán Tono Folguera (Lastor Media) se haya rodado mayoritariamente en castellano y no en catalán. Es un ejemplo significativo de que rodar en catalán cuesta. Sobre todo desde que TV3 dejó de ser el motor del audiovisual en catalán, acuciado por los recortes que sufrió a partir de la crisis económica que empezó en 2008. La producción en catalán ha bajado y este año, igual que el año pasado, a los Premios Gaudí solo concurren seis películas en catalán. Diversas productoras, plataformas digitales, instituciones oficiales, la Academia del Cine Catalán o entidades de formación, coinciden en el diagnóstico: hay un problema económico, sobre todo, pero, también, “sentimental”, dicen, y político. De que las plataformas audiovisuales tengan cumplir una cuota del 6% de contenido en las lenguas cooficiales, según la nueva ley de comunicación audiovisual, prefieren no hablar hasta conocer el texto definitivo de la misma.
Folguera aclara que rodó Mediterráneo en castellano (mayoritariamente) por una razón muy sencilla: TVE ofrecía 10 veces más dinero que TV3, que aportó un 2% del presupuesto. “El sentimiento catalán aparece cuando hay una buena ayuda”, dice, categórico, Xavier Atance, director de la productora barcelonesa Benecé Produccions. “Si te dan 20 millones eres el más catalán del mundo”, matiza, con una sonrisa. Esa cantidad no se la dan a nadie, claro. Atance considera que la diferencia entre hacer una película en catalán o hacerla en castellano no es tan escandalosa. “Creo que producir en catalán es, prácticamente, igual de difícil que en castellano. Hacer una película de cuatro millones de euros es una aventura porque las ayudas institucionales nunca llegarán a esa cifra”. Y, así las cosas, sentencia: “Producir en catalán es una cuestión de ADN, igual que producir cine de mujeres”.
Con la caída económica de TV3, producir en lengua catalana se convirtió en una tarea complicada, que requería, casi siempre, ayudas institucionales. Miquel Curanta, director del Institut Català de les Empreses Culturals (ICEC), asegura que desde hace dos años se está recuperando “músculo financiero”. “Cuando en 2017 el Tribunal Constitucional tumbó la tasa del audiovisual, se perdieron 17 millones de euros y las arcas del ICEC quedaron prácticamente vacías”, recuerda. “Por eso 2018 fue un año muy duro y 2021 también, aunque se empezó a recuperar algo. En 2020 llegamos a los 17 millones y en en 2021 el apoyo a la producción catalana (en el conjunto del audiovisual, no solo largometrajes) llega a los 20,4 millones de euros (todavía se están resolviendo las convocatorias). En 2022 se alcanzarán los 25 millones”.
Judith Colell, cineasta y presidenta de la Acadèmia del Cinema Català, se muestra esperanzada: “En la próxima edición de los Gaudí [la correspondiente a 2021, que se celebrará a principios de 20022] habrá más películas en catalán porque el ICEC presenta una línea de subvención muy buena”, declara. Curanta asegura que estas ayudas crecerán del orden del 30%. A estas ayudas del ICEC se suman las de la Crida, un convenio por el que el Departamento de Cultura de la Generalitat aporta dinero directamente a TV3 para producción externa que este año contemplan 1,5 millones de euros a producir entre tres y cinco largometrajes cinematográficos de ficción en régimen de coproducción y en catalán y 4,5 millones al resto de proyectos audiovisuales. “Con todo ello, se puede decir que el 50% de la producción puede estar garantizado por financiación pública”, dice Miquel Curanta.
“Que un proyecto en catalán lo lidere una televisión no catalana es difícil”, apunta Folguera. , que reconoce que hay excepciones como Estiu del 93 o Els dies que vindran, liderados por TVE y Movistar. “De entrada, trabajar en catalán elimina ya hacerlo con las privadas”. “El cine en catalán debería estar subvencionado y protegido”, reclama Atance. “No se nos deba dar el pescado, sino una caña para pescar nosotros. Se trata de crear público”. En esto coincide con su colega Folguera, que apunta que “hay que proteger al pastor ante las macrogranjas”
Jaume Ripoll, cofundador y director editorial de la plataforma digital Filmin (“con el 19% del catálogo en catalán, original, doblado o subtitulado”, presume), considera que “a partir de que falla ese primer engranaje de la maquinaria”, dice, en referencia a la caída de recursos de TV3, “se van encadenando otras causas: menor capacidad de producción, el presupuesto solo cubre la película y no la publicidad… Así se va creando el estigma de que el cine catalán no tiene público”. Pero él reniega de este estigma y cita ejemplos de buenas películas y exitosas, como El ventre del mar o, ahora mismo, Alcarràs, segundo largometraje de Carla Simón después de Estiu del 93, que acaba de rodar en catalán con un presupuesto de tres millones de euros. “El catalán no es un impedimento para que una productora internacional precompre una película”, asegura. “Aquí estamos acostumbrados al doblaje, pero fuera de España se subtitula sin problemas”, añade.
Judith Colell considera que “lo óptimo es que la directora de una película pueda escoger la lengua en la que la va a rodar”. Y sostiene que algunas “te piden” ser rodadas en castellano y otras, en catalán. Coincide con ella Ripoll: “Nosotros producimos la serie Doctor Portuondo en castellano porque Carlo Paiadal [el autor] es castellanoparlante y era lo natural. Eso es lo importante: que se pueda decidir si se rueda en una lengua por estos criterios y no por lo que te van a pagar en una u otra lengua”.
Miquel Rutllan, presidente del Clúster Audiovisual de Cataluña, subraya que el 74% de las 35 presentaciones llevadas a cabo por 19 centros universitarios del ámbito audiovisual de Cataluña en la Semana del Talento, el mes pasado, fueron en catalán. “Tiene su lógica, porque reflejan la realidad de estos estudiantes, la de la calle”, dice. “Hablamos de pequeñas producciones que después se pueden canalizar a través de productoras, plataformas o de cadenas de aquí, porque está todo el tejido audiovisual catalán: TV3, Betevé, la Xarxa de Televisions Locals, TVE…” De una edición anterior de este encuentro surgió, por ejemplo, la serie Les de l’hoquei, que se programó con éxito en TV3.
La política entra en juego
“En 2010 las películas rodadas en catalán eran vistas desde fuera de Cataluña como una excentricidad que hacía gracia”, sostiene Tono Folguera. “Ahora caemos mal y no se toleran esas excentricidades. La culpa es de las dos partes pero sospecho que más de la de allá: que en 40 años no se haya oído ni una palabra en catalán en TVE no ha ayudado”. Xavier Atance recuerda una anécdota: “Presentamos El pallasso i el Führer (2007), en catalán, en la Seminci de Valladolid. Se vio, se aplaudió y se siguió un debate posterior. No hubo ni un comentario sobre el hecho de que fuera en catalán. A nadie le importó. Era natural”. La situación ahora ha cambiado. La anécdota es de Judith Colell: “Pasaron El ventre del mar”, cuenta la directora, “película española, claro, en catalán, claro, en el Muestra de Cine y los Derechos Humanos de San Sebastián de los Reyes [al lado de Madrid] y se ve que hubo quién se quejó por pasar una película en catalán. Puedo intuir por qué ahora hay estos problemas”, dice, en referencia a la situación política, aunque reconoce que no ha estudiado la cuestión. “La derecha española está en contra de la diversidad lingüística y no lo entiendo, porque es una riqueza cultural que tenemos en España. Y me temno que ese populismo antidiversidad, del todo uniforme, del todo a toque de pìto, está calando entre la gente”.
“Se ha hecho política con la lengua y se ha dicho que una película en catalán tiene más dificultad para comercializarse en el resto de España”, subraya Ripoll. “Pero yo no lo creo a pesar del miedo que ese estigma pueda provocar en algunos productores o distribuidores”.
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