Stanislaw Lem, el gran iceberg de la ciencia ficción debajo de ‘Solaris’
La Filmoteca de Cataluña celebra el centenario del escritor polaco con un ciclo inaugurado con una insólita adaptación firmada por Andrezej Wajda y una conferencia magistral
“¡Salvemos el cosmos!”, se exclamaba en 1961 el astronauta Ijon Tichy en una carta abierta en la que alertaba, tras un viaje por sus lugares favoritos de la galaxia, de los desórdenes provocados por el turismo espacial: en el cinturón de asteroides entre la Tierra y Marte, por ejemplo, denunciaba, encontró grafitis como “te amé como un loquito, en este meteorito”, por no hablar de la basura acumulada que no dejaba ver las estrellas... La advertencia de Tichy, el inolvidable cosmonauta de Stanislaw Lem, protagonista de tantas aventuras (Diarios de las estrellas, El Congreso de futurología…), nos recuerda en estos días de Bransons y Bezos cuánto se adelantó con su ironía y su fantasía el gran autor de ciencia ficción polaco (Lvov, actual Ucrania, 1921-Cracovia, 2006), cuyo centenario se ha cumplido 12 de este septiembre.
La Filmoteca de Cataluña le está dedicando un ciclo, en colaboración con el Instituto Polaco de Cultura, que dura hasta el día 29 y que quiere recordarlo y reivindicarlo en sus muchas y originales facetas literarias, aparte de las adaptaciones al cine y como vaticinador de la inteligencia artificial, la impresión en 3D o los smartphones. Y es que Lem, como destaca el ciclo y subrayó en la conferencia inaugural el martes (La filosofía de Stanislaw Lem llevada a la pantalla) Salvador Bayarri, especialista en el escritor y que aúna a su condición de doctor en Física ser además licenciado en filosofía y autor de novelas de ciencia ficción, es mucho más que Solaris, la gran novela que le ha dado fama popular en todo el mundo gracias a las versiones cinematográficas de Andrei Tarkovski (1972) y Steven Soderbergh (2002), con George Clooney.
Solaris, de la que la filmoteca proyecta ambas películas (el día 28, la primera, y el 29, las dos), es en efecto sólo la punta del iceberg Lem, una inmensa y amplísima obra que atraviesa géneros y registros y se alza como una de las más extraordinarias y originales creaciones de la Europa contemporánea. Comparado a menudo con Swift y Voltaire (Ursula K. Le Guin lo ponía a la altura de Borges) y relacionado también con Philip K. Dick, al que admiraba, pese a las paranoias del estadounidense, y con el que se carteaba (tradujo Ubik al polaco), Lem no es únicamente el autor de esa perturbadora novela de contacto extraterrestre sobre un planeta (el del título) que es una especie de océano pensante, sino de inquietantes maravillas como los thrillers sin resolución La investigación o La fiebre del heno, que nos descubrieron a muchos al autor en los setentas en España en las ediciones de Bruguera Libro Amigo junto a las aventuras de Tichy (inolvidable la de la paradoja temporal en la que el astronauta se encuentra con variaciones de sí mismo).
En su producción hay cosas tan curiosas como su colección de críticas de libros inexistentes (Biblioteca del siglo XXI), ensayos filosóficos, y hasta una novela autobiográfica basada en sus experiencias bajo la ocupación nazi (escapó por poco del Holocausto). Buena parte de su obra, de verdadero polímata, ha sido editada en nuestro país por Impedimenta, que va a publicar este octubre también la biografía de referencia del escritor, Lem: una vida que no es de este mundo, por Wojciech Orlinsk. Con motivo del centenario la editorial ha publicado ya El invencible, una de las novelas señeras de Lem, sobre una poderosa nave que se encuentra frente a un enigma extraterrestre, y que ha sido comparada a Cita con Rama de Arthur C. Clarke.
El arranque del ciclo dela Filmoteca incluyó la proyección de la curiosa Przekladaniec (1968), “pastel de capas” o mejor “milhojas”, un mediometraje de 35 minutos de su compatriota Andrzej Wajda sobre un relato de Lem, ¿Está usted ahí Mr. Jones? El filme, para televisión, es el único de ciencia ficción de Wajda, y Lem, autor del guion, lo consideraba una de las mejores adaptaciones de una obra suya (en cambio, es sabido, aborrecía el Solaris de Tarkovski tanto como Ray Bradbury el Farenheit 451 de Truffaut). Milhojas, lleno de ironía, humor gamberro y bastante mala leche, en blanco y negro y con una atmósfera futurista psicodélica polaco-sesentera, trata, adelantándose también a su tiempo, sobre el transhumanismo, con un piloto de rallys que se estrella y es sometido a una serie de radicales trasplantes hasta el punto de que se pone en cuestión cuál es su verdadera identidad. Resulta que conductor ha recibido partes del cuerpo de su hermano, que iba de copiloto, y de terceras personas, por lo que legalmente hay dudas de quién es en realidad. El problema afecta especialmente a la viuda del hermano. Un nuevo accidente complica más las cosas al incluirse entre los repuestos a un perro.
En su conferencia, documentadísima, Bayarri trazó un recorrido por toda la producción de Lem, resaltando su calidad de figura de la historia de la literatura y la filosofía. Abogó porque el público “conozca la magnitud de la obra de Lem” y no sólo su aspecto de escritor de ciencia ficción. Fue, dijo, “un genio en el sentido literal”, con un coeficiente que se salía de escala, entre 160 y 180, rozando lo excepcional.
Entre las ideas de Lem, que se escudaba en el camuflaje de la ficción para expresar su pensamiento, las de que la identidad personal es evanescente y el universo una chapuza, y en buena medida refractario a nuestro conocimiento. Precisamente el afán de Lem por representar lo incognoscible, dijo Bayarri, choca con el lenguaje cinematográfico convencional y lo hace difícil de llevar a la pantalla. Lem tenía una visión crítica y pesimista de la humanidad, y consideraba que nuestro destino es enfrentarnos sin esperanza al azar y el caos de la naturaleza. Sus astronautas y científicos (el propio Lem había estudiado medicina) no llegan a descifrar la esencia del universo. ”No todo se ha dispuesto para nosotros en todas partes”, como se dice en El invencible, es un pensamiento característico del escritor.
Bayarri apuntó dos formas en que se ha llevado a Lem a la pantalla: cambiando algo la personalidad de sus personajes para hacerlos más cercanos al público, o reforzando los aspectos humorísticos, como se ha hecho con Tichy en una serie alemana, Ijon Tichy, Raumpilot.
Lem, que era todo un carácter, no tuvo una vida fácil. Su falta de adecuación a las doctrinas estéticas del bloque soviético lo hicieron redirigirse a la ciencia ficción, como forma de soslayar la censura, aunque, paradójicamente, se lo usó para contraponerlo a la ciencia ficción occidental.
Entre las muchas adaptaciones que señaló el estudioso, la primera de Solaris, anterior a la de Tarkovski, Ikarie XB-1 (a partir de La nube de Magallanes) o la de Relatos del piloto Pirx (publicados por Alianza): Test al piloto Pirx, de Marek Piestrak (1978) —que también llevó al cine La investigación—, y que se verá el día 22 en el ciclo; el filme cuenta con música de Arvo Pärt.
Otra obra famosa de Lem, Ciberíada, tiene versión operística. Bayarri contó cómo chocaron Lem y Tarkovski por Solaris: el escritor sufría al ver que el cineasta quería “humanizar” la novela y sustituía sus disquisiciones filosóficas por largas tomas.
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