Trump atiza la vieja aversión a la OTAN de la izquierda española
El menosprecio de EE UU a Europa refuerza las posiciones contra la Alianza de los partidos progresistas salvo el PSOE, que afirma que “el debate no está ahí”
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Las tertulias radiofónicas ofrecen estos días a Enrique Santiago, secretario general del Partido Comunista de España (PCE), un aliciente extra. ¿Cuál? Dice que abundan las voces sosteniendo que “la OTAN no responde a nuestros intereses”. “A los que llevamos toda la vida diciéndolo, imagina lo felices que nos hace”, dice con media risilla, pero sin bromear.
La aversión a la Alianza Atlántica, puntal militar del bloque capitalista durante la Guerra Fría, es en España una vieja divisa de variadas fuerzas a la izquierda del PSOE, especialmente del PCE. No en vano, el nacimiento de IU tuvo lugar al calor del movimiento por el no a la OTAN en el referéndum de 1986.
Ahora Santiago cree que esta posición, que desde aquella derrota ha sido marginal, se “refuerza” y gana “vigencia” por la conducta de Donald Trump, que amenaza a sus socios en la OTAN —como Dinamarca o Canadá—, exhibe hostilidad hacia la UE y culpa a Ucrania de su invasión por parte de Rusia. “El tiempo nos ha dado la razón. La OTAN no es una herramienta de seguridad multilateral, sino al servicio de EE UU”, dice el responsable del área internacional de IU, que prevé un auge de las posiciones anti OTAN en la UE.
¿Y qué alternativa a la OTAN hay? Santiago cree que el plan B no debe consistir en más gasto en defensa. Su fórmula es “seguridad concertada” entre naciones con una “mayor cooperación” que desincentive la guerra. Para Ucrania, defiende una negociación encabezada por la ONU o la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) que culmine en un acuerdo con “garantías de seguridad” para todos, Rusia incluida. Ampliando el foco, Santiago —que reivindica los logros del Partido Comunista Chino— afirma que Pekín debe ser “tenido en cuenta” en las alianzas, aunque no habla de sustituir a EE UU por China.
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La posición de Podemos sobre la OTAN ha evolucionado. En el ciclo electoral 2015-2016, el partido tenía un diagnóstico crítico con la Alianza y proponía más autonomía de España, pero sin salir. En el apogeo de su transversalidad, incluso lucía como fichaje al antiguo jefe militar Julio Rodríguez, que prometía “respetar los acuerdos” con la Alianza. Eran otros tiempos. En una España traumatizada por la crisis, el “no a la OTAN” se oía en la anual Marcha a Rota contra la base militar gaditana y poco más. Y desde la presidencia de EE UU no se cuestionaba la Alianza, como luego haría Trump.
Hoy las cosas son muy distintas. Aunque con Unidas Podemos en el Gobierno ya hubo un choque con el PSOE por la cumbre de la OTAN en Madrid en 2022, el rechazo a la Alianza ha ganado peso en la formación morada a raíz de su paso a la oposición tras las generales de 2023 y su salida de Sumar. Ahora el mensaje anti OTAN, junto con el de rechazo a subir el gasto militar, es central para Ione Belarra y los suyos.
La semana pasada, coincidiendo con el manotazo al tablero de Trump, se multiplicó la atención al tema. En un vídeo en X, Irene Montero acusaba a las “élites europeas” de haber renunciado a la paz y sometido la UE a la OTAN y a EE UU. En línea similar se expresaron el portavoz del partido, Pablo Fernández, y el diputado Javier Sánchez Serna, que llamaron a la UE “lamebotas” y “vasallos” de EE UU, respectivamente. A juicio de Sánchez Serna, es “incompatible” una UE autónoma con la OTAN.
Marcando territorio
Las posiciones no pueden analizarse al margen de las tensiones en la izquierda alternativa, que se debate entre sus enconadas rencillas y la hipótesis de una alianza futura para paliar la debilidad de sus partidos por separado. Todas las fuerzas marcan terreno, también sobre la arena internacional. Por ejemplo, Santiago (PCE) reivindica a IU como defensora histórica del no a la OTAN y recuerda que al principio Podemos no abogaba por la salida. “Nos alegramos”, afirma sobre la actual beligerancia de esa formación.
Ione Belarra, líder de Podemos, también ha reivindicado la singularidad de su partido al presentarlo como el único que desde el principio apostó por “la paz” en Ucrania. Y afirma que de haber sido escuchado se habría evitado el “reparto colonial” que preparan ahora Trump y Vladímir Putin. “Cuando yo dije ‘apostemos por la paz’, me quedé sola”, declaró la pasada semana en TVE. EL PAÍS solicitó a través de los cauces oficiales de Podemos hablar con un responsable del partido, sin resultado.
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Un destinatario usual de los dardos de Podemos es Sumar, grupo al que presentan como tibio en sus posiciones. Agustín Santos, portavoz de Exteriores del grupo Sumar, resta importancia a cualquier discrepancia porque —sostiene— la necesidad de la UE de buscar seguridad es tan apremiante que las fuerzas progresistas, “por mucho que alguien quiera diferenciarse”, deben dar “respuestas comunes a problemas comunes”. “Solo desde la unidad de la izquierda se pueden hacer políticas efectivas”, afirma, sin negar “matices” y “diferencias”.
Aunque el programa electoral de Sumar de 2023 era cuidadoso con los términos —propugnaba un “desplazamiento progresivo” desde la Alianza a la “autonomía estratégica”—, los movimientos de Trump han agudizado las críticas a la OTAN. Un ejemplo: su portavoz, el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, declaró la pasada semana que ha sido un “error” de la UE haber subordinado su política de defensa a la OTAN y EE UU.
Exembajador de España ante la ONU, Santos afirma que ha sido el propio Trump el que ha cuestionado a la OTAN como garantía de defensa al dejar claro que no se siente obligado a proteger a sus aliados. E ilustra con un ejemplo la pérdida de garantías: Finlandia y Suecia, históricamente neutrales, entraron en la OTAN para protegerse de Rusia con el “paraguas” de EE UU, un “paraguas” con el que hoy no hay certeza de que pudieran contar. Para Ucrania, Santos defiende una salida multilateral. Y en cuanto a la seguridad de la UE ahora que Trump apunta que no le incumbe, alerta contra un rearme que exija una “economía de guerra” y “recortes del Estado del bienestar”.
El PSOE es la excepción a la regla en el espacio progresista. Otanista en su programa y en las resoluciones de sus congresos, las maniobras de Trump no hacen vacilar al partido. “No estamos en eso [en replantearnos la OTAN]. El debate no está ahí. Estamos con el Gobierno en defender la seguridad de Europa y de nuestros aliados”, afirma la eurodiputada Hana Jalloul, secretaria de Política Internacional del PSOE, para quien el regreso de Trump supone un “cambio radical” que obliga a la UE a trabajar en dos líneas: a corto plazo, en “ser parte fundamental” de una solución de “paz justa y duradera”; a medio y largo, en ganar “autonomía estratégica”, para lo que es necesario mayor gasto militar. “No confiamos en Putin”, dice.
Una posición “reforzada”
Pablo del Amo, investigador de Política Exterior en el Real Instituto Elcano, cree que el discurso anti OTAN se ve “reforzado” por un desprecio de Trump a sus aliados que puede alejar incluso a fuerzas de la “coalición centrista” europea. A Del Amo le preocupa que el cuestionamiento de la OTAN llegue “sin detallar” alternativas. Prescindir del “abrazo protector” de EE UU —afirma— exige un debate sobre la forma de financiar una mayor inversión en defensa, sea con eurobonos o mutualización de deuda. Rechazar de plano el incremento supone a su juicio una “posición ahistórica”, que ignora un contexto único.
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Arsenio Cuenca, investigador en la Escuela Práctica de Altos Estudios de París, coincide en que Trump hace crecer el margen de cuestionamiento a la OTAN, pero recela de los “esquematismos” de la Guerra Fría, que “suelen subestimar en sus análisis al imperialismo ruso”. “Hay en la izquierda, sobre todo en IU y Podemos, una tendencia a sobredimensionar la importancia del expansionismo de la OTAN en la invasión rusa”, dice. Y añade: “Por supuesto, es lícito cuestionar la OTAN, más con la posición de Trump, pero para que la crítica sea completa debe incluir una propuesta no solo sobre defensa, tecnología y autonomía, déficits sobre los que ya hay fijación en la UE, sino también sobre migración o mercado interno”, concluye.
“La política española está bastante paralizada, en contraste con la aceleración de los cambios globales”, afirma Eduardo Saldaña, codirector de El Orden Mundial. “Mientras el PP y el PSOE echan balones fuera a la espera de que la UE se mueva y Vox se sube a una ola que cree que le beneficia aunque le expone a contradicciones, el marco dominante de Podemos e IU sigue siendo el antiimperialismo estadounidense”, afirma. “Aunque es cierto —añade— que la Administración Trump es intervencionista, el mundo hoy requiere un análisis más complejo. Y la disyuntiva principal es entre democracia y autoritarismo”. Todos los actores, afirma Saldaña, deben ser evaluados en función de esta disyuntiva, incluida la OTAN. Que precisamente Trump se muestre tan hostil a la Alianza, analiza, debería llevar a la reflexión a quienes creen que entre lo mejor que puede salir de esta crisis está su debilitamiento.
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