Cinco años de terremoto político
El aniversario del debate electoral entre Sánchez, Casado, Rivera e Iglesias evidencia el cambio de caras, no de problemas
Hace cinco años, cuatro líderes políticos se enfrentaron en el debate electoral previo a las generales del 28 de abril de 2019. Tres de ellos, Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias, han cambiado de profesión. Solo Pedro Sánchez, líder del PSOE y actual presidente del Gobierno, permanece. La estampa de aquella cita en el plató de TVE muestra, en su quinto aniversario, el vertiginoso ritmo que ha adquirido la política española, capaz de engullir líderes y partidos en menos de lo que dura una legislatura. También evidencia que hay clásicos de hoy y de siempre, vicios adquiridos, posturas irreconciliables.
Líderes y partidos
Pedro Sánchez tenía, aquel 22 de abril, 47 años y llevaba 326 días como presidente del Gobierno después de ganar, en junio de 2018, la moción de censura contra Mariano Rajoy motivada por la primera gran sentencia del caso Gürtel. Se había impuesto en las primarias del PSOE a Susana Díaz y Patxi López, su actual portavoz parlamentario, y unas semanas antes del debate había publicado Manual de resistencia, el libro donde narra su complicado periplo ―con obstáculos internos y externos― hasta llegar a La Moncloa. El PSOE afrontó ese primer gobierno tras la moción con apenas 85 diputados en el Congreso, 52 menos que el PP. Los populares tienen hoy los mismos escaños que entonces (137), pero los socialistas han recortado esa distancia a 16. El poder autonómico del PSOE sí ha mermado desde entonces: en abril de 2019 ya habían perdido uno de sus feudos, Andalucía; presidían seis gobiernos regionales y cogobernaban en otros tres; ahora solo presiden el Principado de Asturias, Navarra y Castilla-La Mancha, y esperan reeditar el bipartito con el PNV en Euskadi.
Pablo Casado era el primer líder nacional del PP elegido en primarias y hasta ahora, el único. El enfrentamiento entre sus rivales, Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, que se anulaban entre sí, lo catapultó a la presidencia del partido apenas nueve meses antes del debate. Tenía 37 años. En enero de 2019, en una decisión muy criticada internamente por su falta de experiencia, había lanzado a su amiga Isabel Díaz Ayuso como candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid y embajadora de lo que llamaba “la derecha sin complejos”. En su debut en las urnas, Casado se estrelló estrepitosamente: el PP tocó suelo con 66 diputados. En la repetición electoral de noviembre subió 22 escaños. Y ya no le dieron más oportunidades. En febrero de 2022, fue defenestrado por su partido debido al enfrentamiento abierto con su apuesta más personal y arriesgada, Ayuso, y al malestar interno por la gestión de su secretario general, Teodoro García Egea. Sin las traumáticas primarias de 2018, pero con todo el drama de un entierro político de cuerpo presente, en abril de 2022, los populares se encomendaron a Alberto Núñez Feijóo. El expresidente gallego ganó sus primeras elecciones generales el pasado julio, pero no logró una mayoría para apoyar su investidura y arrastra los mismos problemas que su predecesor: el protagonismo de la presidenta madrileña y la relación con Vox. Feijóo ha avalado bipartitos con la extrema derecha en cuatro autonomías —cinco si se incluye el de Castilla y León, acordado en la transición interna en el PP―.
Albert Rivera. El líder de Ciudadanos, que había sido elegido presidente del partido por orden alfabético, dimitió apenas siete meses después de aquel debate, cuando, tras la repetición electoral de noviembre, su partido pasó de 57 a 10 diputados. Estaba a punto de cumplir 40 años. Tras los comicios de abril se había negado a pactar con el PSOE, con el que sumaba mayoría absoluta. Poco más de un año antes de aquel debate, en febrero de 2018, CS era la primera fuerza del país en estimación de voto, según Metroscopia. La sustituta de Rivera, Inés Arrimadas, también ha abandonado la política: en junio del año pasado, tras una sucesión de fiascos electorales, anunció su retirada. La formación ya no se presentó a las generales del pasado julio. La mayoría de dirigentes de Ciudadanos optaron por integrarse en el PP o cambiar de oficio.
Pablo Iglesias. El cofundador de Podemos se convirtió en vicepresidente del Gobierno nueve meses después de aquel debate, en enero de 2020, tras la repetición electoral de noviembre de 2019. Un abrazo con Sánchez selló, apenas 48 horas después de los comicios, el acuerdo que habían sido incapaces de alcanzar desde julio. Contra casi todos los pronósticos, el matrimonio de conveniencia funcionó relativamente bien, pero 15 meses después, Iglesias abandonó el Ejecutivo para enfrentarse a Ayuso como candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid y señaló a Yolanda Díaz como sucesora. La apuesta no salió bien: Podemos fue quinta fuerza en la Asamblea madrileña y los desencuentros con Díaz empezaron poco después. En mayo de 2021, Iglesias anunció que dejaba la política. Tenía 43 años. Podemos cuenta ahora con cuatro diputados en el Congreso que, tras la ruptura con Sumar, la plataforma de Díaz, se fueron al Grupo Mixto, donde comparten espacio con el socialista José Luis Ábalos, quien se negó a renunciar al acta tras el escándalo del caso Koldo. Una prueba de la magnitud de la caída del espacio de Podemos son los vídeos de la última noche electoral de generales antes de aquel debate a cuatro, en junio de 2016, cuando se presentaron con Izquierda Unida. Iglesias, cabizbajo, dijo: “Esperábamos unos resultados diferentes. Es momento de reflexionar”. Habían obtenido 72 escaños. Hoy los cuentan con los dedos de una mano.
La agenda: debate territorial, socios y pactos
Aquel 22 de abril de 2019 el debate se dividió en cuatro bloques: Economía, Estado del bienestar, Política Territorial y pactos poselectorales, pero los dos últimos acapararon casi toda la conversación y contaminaron el resto de asuntos. “No hablaremos de Educación, ni de Sanidad, ni de cambio climático, ni de economía, ni de nada”, llegó a decir Rivera, “si [Quim] Torra, entonces presidente catalán] sigue mandando sobre el resto”. Todavía ocurre: en el Congreso se habla más de con quién se pacta que de lo que se pacta. En aquel momento, con los líderes del procés ―salvo los huidos, como Puigdemont―, encarcelados, Casado y Rivera apretaban a Sánchez con la posibilidad del indulto. El líder del PSOE pidió no adelantar acontecimientos porque todavía no había una condena firme ―llegó unos meses después, en octubre―. Su Gobierno los aprobó finalmente dos años después, en 2021. La ley de amnistía prorroga ahora la bronca por los indultos, de la misma manera que Puigdemont ha sustituido a Torra como protagonista del discurso de la derecha. Rivera llevó al atril la foto enmarcada de un encuentro entre Sánchez y Torra en La Moncloa y en su minuto final pronunció una frase que sería muy comentada: “¿Lo escuchan? Es el silencio. El silencio que nos heló la sangre a millones de españoles cuando los separatistas quisieron romper nuestro país en Cataluña”. Casado acusó al líder socialista de poner en peligro la unidad de España al pactar con los independentistas y “los proetarras de Bildu”. El PSC ganó las últimas elecciones catalanas, en 2021, pero no logró formar una mayoría suficiente para gobernar, como le ocurrió a Arrimadas, de Ciudadanos, en 2017. La política de pactos ha acaparado cada convocatoria electoral desde aquel abril de 2019, con los partidos del Gobierno de coalición reprochando al PP sus alianzas con Vox y la derecha echándole en cara a la izquierda los acuerdos con el independentismo catalán y la izquierda abertzale de Arnaldo Otegi.
El otro gran protagonista de aquel debate fue la corrupción. Sánchez explotó la condena por el caso Gürtel que lo aupó a La Moncloa y, dirigiéndose a Casado, recordó que 12 ministros del PP habían sido investigados y que nueve presidentes autonómicos habían sido condenados o imputados. “La sede de Génova es el gran bazar de la corrupción”, insistió. Cinco años después, el PP aprieta al PSOE con el escándalo que afecta al antiguo asesor del exministro de Fomento José Luis Ábalos, Koldo García, que este lunes declaró en la comisión de investigación del Senado. Varias de las causas vinculadas a los populares que Sánchez señaló en aquel debate electoral de 2019 siguen pendientes, como la del caso Kitchen o las que afectan a Rodrigo Rato, Luis Bárcenas o Eduardo Zaplana.
La crispación ha ido a más y se ha extendido a las instituciones judiciales. El Consejo General del Poder Judicial llevaba aquel abril de 2019 ya unos meses caducado y cinco años después, sigue sin renovarse. Curiosamente, en aquel debate fue Iglesias, uno de los líderes más críticos con la judicatura, quien dijo: “La justicia española merece cierto respeto”. Se refería a la bronca política por los posibles indultos del procés antes de que se hubiera producido la sentencia. Los socialistas creían que el principal foco de problemas con Podemos al formar el Gobierno de coalición iba a ser precisamente Cataluña, pero finalmente, ambos mostraron más sintonía de la que esperaban ante el desafío soberanista.
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