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El pacto con Bildu devuelve al Congreso debates de otra época

El PP vuelve a agitar el recuerdo de ETA como arma arrojadiza. Casado conmina a Sánchez a que “mire a los ojos” a las víctimas y “pida perdón”

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este miércoles en el Congreso. En vídeo, el intercambio entre Pablo Casado y Sánchez durante la sesión. Vídeo: EMILIO NARANJO / EUROPA PRESS
Xosé Hermida

Para hablar del presente en la política española, nada mejor que remontarse al pasado. El orden del día de la sesión de control parlamentario de este miércoles al Gobierno estaba copado por preguntas sobre el proyecto de Presupuestos, y, como era de esperar, de lo que menos se habló fue del proyecto de Presupuestos. Se discutió, y mucho, de otras épocas. De ETA, por encima de todo, especialmente en el cruce dialéctico entre Pedro Sánchez y Pablo Casado. También del franquismo, faltaría más. Hubo quien parafraseó añejas sentencias de Alfonso Guerra, quien recordó a los siete magníficos que crearon Alianza Popular, quien leyó párrafos de los pactos de Ajuria Enea de los años ochenta y quien apeló al Pablo Iglesias fundador del PSOE. Algún orador se remontó hasta la Inquisición y los Reyes Católicos. Y, sin ir tan lejos, se citó al MPAIAC.

—¿Es que Canarias tiene que tener un partido independentista y resucitar al MPAIAC para que España le haga caso?— clamó con rabia Ana Oramas.

La diputada de Coalición Canaria invocó el fantasma del Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC) —un pequeño grupo armado que actuó en las postrimerías del franquismo y los primeros años de la Transición— para denunciar un drama muy actual, el que viven las islas “sin recursos para acoger a 17.000 inmigrantes y con el 50% de los trabajadores en ERTE”.

La sesión se había iniciado con el líder del PP en 1998. Casado no ahorró detalles estremecedores de los asesinatos, ese año, del concejal de Sevilla Alberto Jiménez Becerril y su esposa Ascensión García Ortiz. En un escaño detrás del líder del PP se sentaba su compañera Teresa Jiménez Becerril, “la tía que cuidó a los tres niños huérfanos” del matrimonio. Casado la señaló y a continuación conminó al presidente del Gobierno: “Mírele a los ojos y pídale perdón”.

“¿Se imagina usted a Biden pactando con los terroristas del 11-S?”, prosiguió el líder de la oposición, “¿o a Macron con los de Bataclan? Pues usted pacta con los de Hipercor y Vic”. El posible acuerdo con EH Bildu va a ser, según Casado, una especie de maldición para el presidente: “Le va a perseguir toda la vida”.

En caso de apuro, nada más socorrido para un político que tirar de argumentario. Sánchez no quería entrar al trapo del acercamiento de EH Bildu al Gobierno en busca de un acuerdo presupuestario y las tiranteces que el asunto ha provocado entre los socios del Gobierno. Así que el presidente se acogió a la fórmula ya ensayada la víspera en el Senado. Su recurso no fue irse hacia atrás en el tiempo, sino más bien lejos en el espacio: acusó al PP de practicar “la política del trumpismo”, definida por sus “mentiras y desinformación”, por “polarizar y volar todos los puentes”. “Como Trump, ustedes tampoco reconocen su derrota y dicen que este Gobierno es ilegítimo”, remató sin aludir ni una vez a EH Bildu.

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Entre las perlas del argumentario del PP figuraba un juego de palabras —"un Pablo Iglesias fundó el PSOE y otro acabará con él"— que lucieron la portavoz del grupo, Cuca Gamarra, y el secretario general, Teodoro García Egea. Gamarra se lanzó a comparar pasados lejanos y otros más recientes. “¿Por qué remueven rescoldos de hace 80 años y pisotean la memoria de las víctimas de ETA?”, preguntó a la vicepresidenta Carmen Calvo, quien contestó con otra pregunta: “¿Por qué necesitan traer constantemente a ETA a la política española?”.

Iglesias, en su duelo con García Egea, acusó al PP de estar haciendo el “viaje inverso” al de los siete ministros franquistas que fundaron AP y se incorporaron a la democracia. El vicepresidente segundo confesó que trabaja para que “la derecha esté muchos años fuera del Estado”. Y dijo que con la actual oposición “puede haber Gobierno socialcomunista para lustros”. Sánchez, en cambio, insistió ante la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, en que tiene la “mano tendida” a todos los partidos y volvió a pedir que no se planteen “vetos cruzados”. La vicepresidenta Nadia Calviño aplaudió esas palabras con energía. El vicepresidente Iglesias, con desgana.

Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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